28 marzo, 2013

La Yoanimanía

La Yoanimanía

A veces el castrismo raulista mirando con atención su propio ombligo toma sus decisiones con premisas falsas: una que el fin de la filosofía es el marxismo, otra que los pueblos del mundo aman o temen a la revolución cubana de un modo tal que esta jamás será internacionalmente retada, y la tercera, que como no existe prensa ni opinión pública libre en la isla tampoco existe en el resto de ese mundo extravagante, perdido en un limbo democrático y antihistórico que comienza tres millas después de Cayo Sal.
Raúl Castro en mi criterio no desprecia ni odia al pueblo cubano tanto como su hermano. Trata de crear ingenuamente una sucesión, hace reformas que siempre se quedan cortas porque el marxismo leninismo es un animal prehistórico y rabioso que aunque intentes atraparlo por el hocico o por la cola, está desfasado.


Y es que Raúl no lee, y si hubiese leído la Historia de la Filosofía de Julián Marías, hubiera optado por la doctrina del Eterno Retorno de Parménides de Elea. “Todo fluye” decía este filósofo griego, y hubiera dado cerca del blanco, pero optó por el inmovilismo de Zenón de Elea, y esa ha sido su perdición continuista.
¿Por qué razón Raúl permitió la salida de Yoani Sánchez y de otros importantes disidentes de la isla? La primera es su necesidad de ser aceptado porque tiene una baja autoestima, y sabe la tierra que pisa internacionalmente. La segunda es su debilidad patente y pública: lloró en el velorio de su madre y el día del fusilamiento de Arnaldo Ochoa, Fidel solo va a llorar como una Magdalena el día de su propia muerte.
Aseguro que El Fifo no fue el responsable de la salida de Yoani. Se va y cuando vuelve a sus cabales después de sesiones en cámaras hiperbáricas, en su próximo regreso a sus suspirantes estados de conciencia va a maldecir al dialoguero de su hermano menor.
Y es que Fidel tiene virtudes de las que carece Raúl. Conoce las insondables sorpresas de la historia y recuerda que siendo un desconocido lo hizo famoso Herbert Mathews con un simple artículo en el New York Times, esa misma prensa que hoy está dando a conocer a Yoani en el mundo. Segundo, es cauto, jamás hubiera ordenado para no enseñar la cara represiva del castrismo al mundo los repugnantes actos de repudio manejados desde La Habana en las apariciones públicas de la bloguera, y aún menos Fidel subestima a sus enemigos. Raúl pensó que Yoani a su llegada a Estados Unidos sería denunciada con actos de protesta por una masa iracunda de exiliados y se equivocó, la recibieron con los brazos abiertos, y a pesar de posturas discrepantes con los políticos cubanoamericanos Ileana Ros-Lehtinen, Mario Díaz Balart y Joe García la recibieron con admiración y respeto, y en Miami, exiliados de todas las tendencias, gustos y colores se han sumado a una furiosa Yoanimanía. Todos quieren verla, abrazarla, muchos como en enero de 1959 ridículamente le dicen: “Yoani, esta es tu casa”. Las reuniones y fiestas particulares a que ha sido invitada es algo apoteósico, aunque como dijo Celia Cruz: “No hay cama para tanta gente”.
En mi último artículo invité a Yoani cuando llegase a Miami a una reunión con un grupo de amigos ex presos políticos cubanos. Retiro la invitación. No necesita convencernos de nada, creo debe dedicar su precioso tiempo a aceptar invitaciones de los justos indignados, los políticos influyentes, de los que dudan hasta de su propia sombra y de los oportunistas.
Dije también que deseaba una reunión con ella no para que le dijéramos que tienes que hacer o decir, sino que nos diga ella a nosotros como podemos ayudar a la libertad de Cuba.
Sin embargo, permíteme, Yoani, un consejo, las simpatías que recibes hoy de tu exilio y que mañana recibirás de tu pueblo que no te endiosen, que no te dañe ese ego que todos llevamos dentro ni con el pétalo de una rosa. No olvides que por razones históricas perteneces a un pueblo que no cree ni en predestinados ni en ungidos. En este instante más que una afilada pluma para seguir comentando el calvario de tu pueblo lo que necesitas es una afilada alma para aceptar tu liderazgo con sencillez y humildad.
Que Dios te ilumine. Cada atropello que comenta el castrismo a tu regreso a la isla, contra tu esposo Reinaldo Escobar, Claudia Cadelo, contra ti y el resto de la disidencia cubana lo seguiré denunciando desde estas páginas de El Nuevo Herald como he hecho siempre.
Y seguiré tus geniales twiteos con atención que son como trinos del dulce pájaro de la juventud cubana, elevando su hermoso vuelo al mundo denunciando la triste realidad del pueblo cubano.

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