REFLEXIONES LIBERTARIAS
LOS
VERDADEROS JESUITAS
Ricardo Valenzuela
La publicación de mi escrito; “Francisco
¿Papa Reformador?” Fue suficiente para darme cuenta de que en la iglesia
católica también cabalgan talibanes. El haber expresado que Jesucristo fue el
primer libertario de la historia y exponer mi inquietud de que el nuevo Papa
sea Jesuita, me ha valido feroces ataques que ni en tiempos de la sagrada
inquisición se hubieran presentado.
Yo no arremetí contra el Papa, simplemente
expuse preocupaciones de algunos pensadores argentinos, que lo conocen, en
relación a su visión de los mercados libres y su cruzada por la redistribución
de la riqueza. Era lo que uno de los economistas más prestigiados del mundo, Alberto
Banegas Lynch, había publicado en un escrito analizando la visión economía de,
en aquel tiempo, el Arzobispo de Buenos Aires.
Expuse mi inquietud de que fuera jesuita,
mas no lo sumé a los jesuitas guerrilleros que cabalgan en América Latina.
Ahora, el católico que no esté enterado de la participación de los jesuitas en
los movimientos guerrilleros de nuestra región, es un católico mal informado.
Sin embargo, también afirmaba que el nuevo Papa ha sido un feroz crítico de esa
venenosa Teología de la Liberación y, en especial, del horroroso paso de los
Kirchner por la Argentina.
Describo a Jesucristo como el primer
libertario de la historia y me sostengo. Jesús fue sacrificado por un estado
teocrático al haber expuesto su hipocresía y resistirse a sus leyes blasfemas.
El no estableció leyes opresoras ni burocracias hambrientas para cumplir sus
mandatos. Le dio al hombre el libre albedrio para lograr o no su salvación. Pero
este tema será capítulo especial en otra entrega.
Ahora con la polvareda despejada y después
de haber leído un excelente artículo de mi amigo, Alex Chuafen, titulado;
“Justicia Social y el Papa Francisco. Decidiendo entre Libertad y Servidumbre,”
para mí las cosas están más claras y mis inquietudes empiezan a desaparecer.
Alex no solo es argentino, es un gran intelectual y católico ferviente.
Empiezo a conciliar a Francisco con Juan
Pablo II quien en su encíclica Centesimus Annus, afirmara: “Cuando la ambición del hombre es violentamente suprimida, se remplaza con
un aparato burocrático que marchita el manantial de la iniciativa. Cuando la
gente piensa poseer el secreto para una organización social perfecta, piensan
pueden usar los medios necesarios, incluido violencia y engaño, para lograr su propósito.
La política entonces se convierte en religión secular que opera bajo la ilusión
de crear un paraíso en la tierra. Pero ninguna sociedad política—aun con su
autonomía y sus leyes—puede jamás confundirse con el reino de Dios.”
Juan Pablo II hacía una advertencia: “El resolver los graves problemas del mundo, no es sólo cuestión de
producción u organización judicial o social. Se requiere valores y cambios de
mentalidad, conductas y estructuras. Se requieren reformas radicales en
instituciones como la media, el cinema, universidades, escuelas, la familia,
para que la democracia y capitalismo alcancen su potencial.”
Se me ataca por
definirme como liberal. ¿Eres liberal? Pregunta mi buen amigo Giancarlo Ibargoen y prosigue:
“Si crees en la libertad individual, en tu derecho a decidir por ti mismo lo que es mejor para ti, actuar conforme a tus convicciones, siempre y cuando respetes los iguales derechos de los demás...
Si crees que cada persona es dueña de sí misma y tiene derecho a poseer propiedad privada, adquirida con su trabajo intelectual o manual, o recibida de otro en herencia o como regalo...
Si crees que la responsabilidad es siempre personal, que eres responsable de lo que haces y de las consecuencias de tus acciones, que debes respetar las opiniones, actitudes y prácticas –aunque sean diferentes de las tuyas– de personas pacíficas y honestas, y ser tolerante excepto con la intolerancia.”
“Si crees en la libertad individual, en tu derecho a decidir por ti mismo lo que es mejor para ti, actuar conforme a tus convicciones, siempre y cuando respetes los iguales derechos de los demás...
Si crees que cada persona es dueña de sí misma y tiene derecho a poseer propiedad privada, adquirida con su trabajo intelectual o manual, o recibida de otro en herencia o como regalo...
Si crees que la responsabilidad es siempre personal, que eres responsable de lo que haces y de las consecuencias de tus acciones, que debes respetar las opiniones, actitudes y prácticas –aunque sean diferentes de las tuyas– de personas pacíficas y honestas, y ser tolerante excepto con la intolerancia.”
El liberalismo es
la visión dedicada a encontrar fórmulas para el progreso material del hombre. Busca
provocar el bienestar exterior conciente de que esas necesidades interiores no
se satisfacen sin la reforma y cooperación de las instituciones que citaba Juan
Pablo II. No puede evitar que hombres con el corazón corrupto arriben al
mercado, pero el “verdadero liberalismo“los elimina, el neoliberalismo los
cobija.
El capitalismo democrático
no es sólo un sistema de empresa libre. No se puede divorciar de la cultura que
nutre los valores y virtudes de los cuales depende su existencia. La sabiduría
que debe envolver al sistema político con el sistema cultural—moral, tiene un
profundo efecto en la operación del aparato económico.
En América Latina portamos
terribles confusiones semánticas que se mezclan en un potaje venenoso. Unos confunden Liberalismo con Neoliberalismo,
otros identifican justicia social con redistribución de la riqueza. Se promueve
la pobreza como virtud. Unos odian a los ricos y otros desprecian a los pobres.
Pero ante tanta confusión
surgen rayos de luz que iluminan el camino. La historia no señala que, lejos de
nuestra miope visión, los jesuitas fueron pioneros en la lucha por la libertad
de la opresión gubernamental. La Escuela de Salamanca, conformada por varios
jesuitas, durante el siglo 16 inició esa cruzada. En ella surgirían grandes
libertarios como Luis de Molina y el mas libertario de todos, Juan de Mariana.
Alex Chuafen hace
una brillante exposición de lo que verdaderamente debería de entenderse como
justicia social, y difiere radicalmente de lo manejado por infinidad de
clásicos demagogos latinoamericanos estilo Perón, Echeverría y Hugo Chávez, que
han llevado a nuestros países el abismo. El concepto original, afirma Chuafen,
no era tomar del rico para darle al pobre. El creador del concepto fue el
jesuita, Luigi Taparelli, quien era crítico de las políticas redistributivas
que limitan la propiedad privada en nombre de la benevolencia.
Juan de Mariana
argumentaba que el concepto de igualdad ante la ley requiere de cierta
desigualdad, los más productivos deben tener mejores recompensas. Pero mi mayor
sorpresa fue enterarme que el jesuita de Mariana fue el gran inspirador de
Thomas Jefferson y James Madison, los libertarios considerados como los padres
del nacimiento de los EU.
El ala jesuita a
la que pertenece el Papa Francisco, piensa justicia social nada tiene que ver
con redistribución que hace el gobierno, reconoce que algunas inequidades no
son injustas y entran en el plan de Dios. Pero hay otras inequidades producto
del pecado a base de instituciones que lo promueven. Afirma Alex que el Papa
Francisco tiene la oportunidad de renovar la vieja tradición de justicia social.
Cambiando el
esfuerzo de redistribución hacia la construcción de un esquema para que la
sociedad sea más eficiente, respetando la propiedad privada, con monedas
saludables, combatiendo el capitalismo crony, proteccionismo y otras causas de
injustas inequidades que afectan a los pobres, es el camino hacia la liberación
y una verdadera sociedad más justa.
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