REFLEXIONES LIBERTARIAS
¿TALIBANES
CATOLICOS?
Ricardo Valenzuela
La semana pasada publiqué el artículo
titulado: Francisco ¿Papa Reformador? Y ello fue suficiente para darme cuenta
de que en la iglesia católica también cabalgan los talibanes. El haber expresado
que Jesucristo fue el primer libertario de la historia, y exponer mi inquietud
de que el nuevo Papa sea Jesuita, me ha valido feroces ataques que ni en
tiempos de la sagrada inquisición se hubieran presentado.
No ataqué al Papa, simplemente expuse preocupaciones
de algunos pensadores liberales argentinos, que lo conocen, en relación a su
visión de los mercados libres, su cruzada por la redistribución de la riqueza
sin hablar de quién la va a crear.
En cuanto a describir a Jesucristo como el
primer libertario de la historia, hay infinidad de literatura seria de ese tema
y me sostengo. Jesús fue sacrificado por un estado teocrático al haber expuesto
su hipocresía y por resistirse a sus leyes blasfemas. El no estableció leyes
opresoras ni burocracias hambrientas para cumplir sus mandatos. Le dio al
hombre el libre albedrio para lograr o no su salvación.
En esta ocasión, uno de mis detractores dispara
proyectiles en todas direcciones con argumentos como el boxeador apaleado
afirmando: “Pero verás mañana como le van a doler los puños a éste cabrón.” Sin
embargo, lo que más me irrita es que confunde economía con burrología expulsando
torrentes de jeroglíficos como:
“Las teorías económicas que sustentan al mundo están en
deterioro porque solo les interesa como fuente de poder y destrucción. Necesitamos
observar la naturaleza de las cosas; los principios de inmanencia y holismo:
donde todo se corresponde. El mundo ha degenerado en el
neoliberalismo que beneficia a pocos en sacrificio de muchos. El Templo de la
Verdad debe levantarse sobre las ruinas de los errores que se van destruyendo a
sí mismos. No
hablan de solidaridad, de amor, justicia social, armonía, de la naturaleza. Hablan
de poder, de la fuerza de la economía ¿en manos de quien?”
Estos eruditos deberían de leer el pasaje de Centesimus Annus: “Cuando la ambición del hombre es violentamente
suprimida, se remplaza con un aparato burocrático que marchita el manantial de
la iniciativa y creatividad. Cuando la gente piensa poseer el secreto para una
organización social perfecta, igual piensan pueden usar los medios necesarios,
incluido violencia y engaño, para lograr su propósito. La política entonces se
convierte en una religión secular que opera bajo la ilusión de crear un paraíso
en la tierra. Pero ninguna sociedad política—aun con su autonomía y sus
leyes—puede jamás confundirse con el reino de Dios.”
Juan Pablo II le abría las puertas al verdadero capitalismo popular,
pero con la siguiente advertencia: “El
resolver los graves problemas del mundo, no es sólo cuestión de producción u
organización judicial o social. Se requiere valores éticos y cambios de
mentalidad, conductas y estructuras. La organización más perfecta no
funcionaría si los ciudadanos no tienen actitudes relevantes. Se requieren
reformas radicales en instituciones como la media, el cinema, universidades,
escuelas, la familia, para que la democracia y capitalismo alcancen su
potencial.”
El liberalismo es
una doctrina orientada hacia la conducta del ser humano en este mundo. Es la
visión dedicada a encontrar fórmulas para su progreso exterior, su bienestar
material. No pretende invadir campos espirituales. No promete la felicidad,
solamente la satisfacción de sus necesidades terrenales. Se le critica al
reprocharle no tener nada que ofrecer para las aspiraciones más nobles del ser
humano.
Las políticas
sociales pueden hacer al hombre rico o pobre, pero no pueden hacerlo feliz
satisfaciendo anhelos interiores. Pueden remover las causas exteriores de sus
penas; pueden estructurar un sistema para dar de comer al hambriento. Pero la
felicidad no depende de factores exteriores, depende de lo que cobija el hombre
en lo profundo de su corazón. Busca provocar el bienestar exterior conciente de
que esas necesidades interiores no se satisfacen sin la reforma y cooperación
de las instituciones que citaba Juan Pablo II. No puede evitar que hombres con
el corazón corrupto arriben al mercado, pero el “verdadero liberalismo“los
elimina, el neoliberalismo los cobija.
El capitalismo democrático
no es sólo un sistema de empresa libre. No se puede divorciar de la cultura que
nutre los valores y virtudes de los cuales depende su existencia. No puede omitir
una democracia política que limite su gobierno, tampoco las actividades legítimas
sin las cuales una economía próspera es imposible. La sabiduría que debe
envolver al sistema político con el sistema cultural—moral, tiene un profundo
efecto en la operación del aparato económico, porque si no, “en un verdadero
mercado libre” le llega su creativa destrucción, pues aquí no hay FOBAPROA.
Pero las raíces
del antiliberalismo no se pueden encontrar utilizando la razón. Es una actitud
mental patológica formando una condición neurasténica conocida como el complejo
de Fournier. Se manifiesta como gran resentimiento cuando alguien llega a odiar
a quien tiene lo que ellos desean. Saben que su situación personal se perjudicaría bajo
cualquier orden económico. Sin embargo, propugnan la reforma, es decir, el
socialismo, con pleno conocimiento de lo anterior, por suponer que los ricos, a
quienes envidian, también van a padecer.
Hay otros más
peligrosos, los intelectualoides. Su estratagema es la vieja escolástica de satanizar
a quien pone su dogma en tela de duda. Neoliberal es un anatema que intenta
hundir en la conciencia pública con la furia de la repetición. El modelo que
propone es el mismo sistema mercantilista o patrimonialista: El monopolio, los
privilegios, protección de cotos, restricciones a la libre actividad del
individuo. Aquel espíritu español de la era medieval en el cual, la actividad económica
de particulares era pecado. La riqueza en el México original no provenía, como
en el caso de los colonos americanos, del esfuerzo, del ahorro, el trabajo y
una ética religiosa, sino del pillaje santificado por la prebenda oficial. Todo
ello sancionado por un gobierno que no resolvía problemas, los subsidiaba.
Entonces, antiliberales
radicados en EU sedientos de solidaridad. ¿Les parecen los casi 50 trillones de
dólares que se han gastado en programas sociales desde el inicio del New Deal?
¿Amor? En un país en el cual hasta los homosexuales se les permite el
matrimonio, debe de haber mucho. ¿Economía en manos de quien? ¿Que le parecen
casi 10 trillones de dólares de fondos de pensiones de los trabajadores controlando
el 60% de las empresas cotizadas en Wall Street? ¿La naturaleza? Entre China y
los EU reforestan 5 millones de hectáreas al año mientras que, entre Brasil y
México desforestan el mismo número. ¿Armonía? No creo se pueda palpar mejor que
en ese orden natural que provoca la mano invisible del mercado….o tal vez la
mano de Dios.
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