20 abril, 2013

Al Qaida extiende sus redes por las montañas del Cáucaso

Internacional

El bloqueo económico de Moscú empujó a los dirigentes chechenos al extremismo

Al Qaida extiende sus redes por las montañas del Cáucaso
Aunque la situación en Chechenia actualmente está relativamente estabilizada, en las repúblicas vecinas la guerrilla islámica sigue activa y es raro el día que no se produce algún atentado o tiroteo con las fuerzas de seguridad. La república ha vivido dos devastadoras guerras, una entre 1994 y 1996 y la otra a partir de 1999 y sin fecha clara de finalización, ya que sigue habiendo focos de resistencia.
La primera contienda fue lanzada por el ya difunto jefe del Estado, Borís Yeltsin, en 1994. Tuvo como objetivo evitar su secesión. El islam radical no había prendido aún en el Cáucaso Norte. Chechenia estaba dirigida por Dzhojar Dudáyev, un antiguo general soviético de la Fuerza Aérea.

El FSB (antiguo KGB) logró matar a Dudáyev con un misil teledirigido, pero, tras decenas de miles de muertos y la república reducida a escombros, Moscú no recuperó el control de la situación. Rusia capituló firmando la paz en Jasaviurt (Daguestán), en agosto de 1996, lo que supuso reconocer «de facto» la independencia.
Aslán Masjádov, otro ex general soviético que terminó sus días en marzo de 2005 reventado por la granada que le tiraron los rusos al sótano en el que se escondía, fue elegido presidente de Chechenia en enero de 1997. Las ideas wahabitas llegaron a la república de la mano de Shamil Basáyev y del emisario de Al Qaida Amir Jattab. Ambos están ya muertos, Basáyev víctima de una bomba en 2006 y Jattab envenenado por el FSB en 2002.
Según los analistas, las razones que decantaron a los dirigentes chechenos hacia el extremismo de corte wahabita a partir de 1997 fueron el bloqueo económico al que Moscú les sometió en plenas dificultades postbélicas y la xenofobia que se disparó entre la población rusa. Por aquel entonces, Basáyev y sus hombres ya habían demostrado su capacidad de atentar en suelo ruso. La acción más espectacular fue el secuestro del hospital de la localidad de Budionnovsk, en junio de 1995, con más de un centenar de muertos. Lograron así forzar un alto el fuego y el inicio de las negociaciones que conducirían al acuerdo de Jasaviurt.
Putin entró en escena en 1999, cuando Basáyev y Jattab atacaron Daguestán con el propósito de extender sus dominios a todo el Cáucaso Norte y crear un gran califato «desde el mar Negro al Caspio». Comenzó así una nueva guerra no menos sangrienta que la anterior y el terrorismo yihadista dentro de Rusia se intensificó.
Un comando checheno integrado por 40 terroristas tomó como rehenes a las casi mil personas que se encontraban en el interior del teatro Dubrovka de Moscú. Aquella tragedia, una de las más espeluznantes de la Rusia postsoviética, sucedió en octubre de 2002 y acabó con la muerte de 130 personas. Las fuerzas especiales rusas emplearon gas durante el asalto, sustancia que contribuyó a aumentar el número de víctimas. Otro espectacular y todavía más mortífero golpe de los islamistas chechenos se produjo en septiembre de 2004 en la escuela número 1 de la localidad de Beslán (Osetia del Norte).
Otro grupo armado compuesto por una treintena de extremistas chechenos se apoderó del centro educativo, precisamente el día de la apertura del curso. Las fuerzas rusas intervinieron y el saldo final de muertos fue de 334, de ellos 186 niños.
Los dos últimos grandes atentados perpetrados en Moscú se remontan a marzo de 2010 y enero de 2011. El primero fue un ataque suicida doble en el metro llevado a cabo por viudas de activistas islámicos abatidos. Murieron 40 personas. El segundo fue también un atentado suicida y tuvo como escenario el aeropuerto de Domodiédovo con un balance de 37 muertos.

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