08 abril, 2013

Otras sugerencias, también respetuosas, para su visita a Japón

Ángel Verdugo
Este país tiene para nosotros, ricas enseñanzas las cuales, por diversas razones, hemos ignorado. 
Otras sugerencias,  también respetuosas,  para su visita a Japón
Señor Presidente, en la colaboración anterior le hice de manera respetuosa algunas peticiones relacionadas con su visita a la República Popular China; hoy, hago lo mismo para la visita a Japón.
Este país tiene para nosotros, ricas enseñanzas las cuales, por diversas razones, hemos ignorado o si lo prefiere usted, considerado que nada tienen que ver con nuestra realidad.
Japón es hoy, sin duda alguna, el país “más viejo del mundo”; puesto de otra manera, es el país donde los mayores de 60 años representan un muy alto porcentaje de la población total. Esta realidad demográfica, gestada desde hace por lo menos 40 años, lo tiene en serias dificultades; son de tal gravedad los problemas provocados por el envejecimiento de su población y la caída del número de hijos nacidos vivos por mujer, que un alto funcionario —hace unas semanas— pidió a sus viejos que ya se murieran.


Los costos que este grupo etario representa hoy para Japón, se advierten no sólo en sus sistemas de pensiones y de salud, sino en la caída de la productividad y la capacidad de innovación en la economía como consecuencia del incremento de la edad de su masa laboral. También, el problema que los habitantes de las áreas rurales representan para el país debido a su edad —pues los jóvenes han migrado a las ciudades en busca de un mejor futuro—, es otro frente que en lo político y lo social ha complicado aún más la de por sí ya complicada situación.
¿Qué tiene que ver con México en esto? Más de lo que queremos aceptar. Nuestro país entró —desde hace por lo menos dos decenios—, en el proceso que los demógrafos llaman envejecimiento demográfico o invierno demográfico.
Esta transición, se caracteriza por el crecimiento acelerado del número de los mayores de 60 años y la reducción, también acelerada, del número de hijos nacidos vivos por mujer durante su vida fértil. Los efectos negativos de ella, son advertidos ya en varios aspectos de la vida nacional.
Los más obvios los encontramos en el sistema público de salud, y en la inviabilidad financiera de más de cien sistemas públicos de pensiones. Además, en la falta de recursos para dotar a los adultos mayores de una pensión digna, y un servicio médico que les permitiría enfrentar en mejores condiciones los últimos años de su vida.
Hay otros aspectos menos publicitados cuyos efectos, no son menores; en algunas regiones del país, por ejemplo, algunas escuelas públicas han debido cancelar grupos por la falta de niños. Además, las proyecciones presentadas en un trabajo publicado en el Volumen I de la colección “Los Grandes Problemas Nacionales” del Colmex, muestran que para mediados del próximo decenio más de cien mil maestros de preescolar y primaria no tendrán materia laboral por la falta de niños.
Pienso, dado lo evidente de los efectos del envejecimiento demográfico, que sería redundante seguir con los ejemplos; por ello, si encuentra méritos en lo planteado, le pediría que durante sus reuniones de trabajo con funcionarios japoneses pidiere información de las políticas públicas y programas específicos desarrollados para intentar paliar los efectos negativos de su difícil situación demográfica.
De sus respuestas, tomemos lo viable para México y pongámoslo en práctica; la idea, es que para finales del siguiente decenio no lamentemos no haber tomado, en su debida oportunidad, medidas que los problemas hacen hoy imperativas.
Le agradezco, anticipadamente, su atención.

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