01 abril, 2013

Recordando a Harriett Tubman en el centenario de su muerte

por Jim Powell
Jim Powell es académico titular del Cato Institute y autor de FDR’s Folley, Bully Boy: The Truth About Theodore Roosevelt’s Legacy y Greatest Emancipations.
La historia de la libertad deja en claro que las personas que ganan su libertad generalmente son aquellas que luchan por ella con dedicación, de manera inteligente y por mucho tiempo. Esto se debe a que los individuos que tienen poder nunca renuncian al mismo de manera voluntaria.
Pocos defensores de la libertad fueron más tenaces que la pequeña Harriet Tubman, la esclava afroamericana convertida en abolicionista que murió el 10 de marzo de 1913 cuando tenía alrededor de 92 años. Escapó de la libertad, luego se reportó que volvió a la Confederación diecinueve veces, arriesgándose a ser capturada mientras “dirigía” a aproximadamente 300 esclavos hacia la libertad. Aunque era analfabeta, llegó a conocer la región del Atlántico Medio y el Noreste tan bien que pudo tomar rutas zig-zag , dificultando que sus perseguidores adivinen dónde podrían interceptarla. Ella fue resistente, también, soportando condiciones brutales y siempre portando una pistola.


Nació de padres esclavos, y creció en una plantación en Dorchester, Maryland, junto con siete hermanos. Varias veces fue golpeada por sus amos. Una herida profunda en su frente marcó el punto dónde ella fue golpeada lo suficientemente duro como para causarle desmayos recurrentes por el resto de su vida. En una ocasión, cuando estaba trabajando cerca de una vía, una mujer blanca solidaria se detuvo y ofreció ayudarla de cualquier manera que pudiese. Tubman tomó nota de eso.
Luego, su amo vendió a dos de sus hermanas y ellas probablemente fueron condenadas a una cadena de presos en el profundo sur de EE.UU. Tubman nunca las volvió a ver. Esto la convenció de que debía intentar escapar. En septiembre de 1849, luego de que todos estaban dormidos, Tubman escapó y encontró su camino hacia la casa de la mujer amigable. La mujer le dio comida y direcciones a otros que ayudarían en el Ferrocarril Subterráneo, la red informal de voluntarios que fue organizada de manera espontánea luego de la guerra revolucionaria en EE.UU. El Ferrocarril Subterráneo desafió tanto las leyes del Norte como las del Sur. Por la noche, lejos de las vías que eran patrulladas, Tubman intentó seguir la Estrella del Norte y avanzó cientos de millas en medio de bosques densos, tanteando su camino entre árboles.
Tubman llegó a Filadelfia en diciembre. Ella recordaba: “Miré mis manos para ver si era la misma persona ahora que era libre. Había una gloria sobre todo. El sol vino como el oro a través de los árboles y del campo, y sentí como si estuviese en el cielo”.
Encontró un trabajo cocinando y limpiando en la cocina de un hotel. Hizo eso por alrededor de un año, ahorrando dinero. También habló con personas en el Comité de Vigilancia de Filadelfia que ayudaba a los esclavos escapados. Se enteró que su hermana —una esclava con niños— iba a ser vendida y separada de su esposo, que era un negro libre. Tubman decidió regresar a Maryland y guiarlos hacia la libertad. Ese fue su inicio como “guía” en el Ferrocarril Subterráneo.
Luego en 1850, la Ley de Esclavo Fugitivo apoderó a los cazadores de esclavos sureños para capturar a los supuestos fugitivos sin un juicio con juzgado y Tubman empezó a llevar esclavos a cientos de millas al norte —a través de la frontera canadiense. Conoció al orador abolicionista Frederick Douglass, cuya casa de tres pisos en Rochester, N.Y., fue la última parada para muchos esclavos en el Ferrocarril Subterráneo antes de que abordaran un barco a vapor para cruzar el Lago Ontario.
Para cuando Tubman inició su misión épica, el Ferrocarril Subterráneo se había expandido dramáticamente de sus orígenes humildes en la década de 1780s. El historiador John Hope Franklin citó cálculos de que en su pico hasta 3.200 personas participaron, ayudando a los esclavos fugados de una u otra forma —donando dinero, proveyendo alimentos, escondiendo esclavos en un pajar, llevándolos a través de los ríos, entre otras cosas. Tubman fue considerada como la guía sobresaliente, personalmente acompañando tal vez a más esclavos fugados que cualquier otro ser humano. Cuando ella apareció en una plantación, evaluando secretamente “pasajeros” potenciales para su próximo viaje, se esparció el rumor rápidamente en las habitaciones de los esclavos —“¡Moisés está aquí!” Luego, en el Norte, los registros abolicionistas le atribuyeron sus nuevos pasajeros arribados a “Moisés”.
Durante la Guerra Civil, Tubman sirvió como exploradora y espía. Por ejemplo, fue la exploradora para la Redada del Río Combahee (1863) que liberaron alrededor de 750 esclavos en Carolina del Sur.
Los impresionantes logros de Tubman atestiguaron la importancia de los afroamericanos que se auto-ayudaron, así como de aquellos que ayudaron a todos los demás. Mientras más esclavos condujo hacia la libertad, más rápido se esparcía la palabra de que en realidad era posible ser libre, y de esta forma, más esclavos tomaron la iniciativa de liberarse. Eventualmente, la debilidad fatal del sistema de esclavos fue la determinación de multitudes de hacer algo por cuenta propia. 

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