Siria: armas para los buenos
Por Alvaro Vargas Llosa
Mientras los rebeldes sirios no puedan obtener baterías antiaéreas y
armas para contrarrestar el armamento pesado, especialmente los tanques,
de Bachar Al Asad, no habrá forma de acabar con su régimen. ¿Qué espera Occidente para permitirlo?
El mes que viene expirará el embargo de armas europeo contra Siria.
Dos países, el Reino Unido y Francia, se inclinan por no prorrogarlo y
por tanto permitir a los rebeldes, los grandes perjudicados por esta
prohibición, adquirir el armamento necesario. Los demás países son
renuentes. No entienden que Asad tiene armas tanto porque sus fuerzas
regulares ya las poseían como porque Rusia e Irán le suministran lo que
va faltando. Tampoco entienden que su preocupación principal, o sea el
riesgo de que las armas que provea Occidente caigan en manos de los
grupos yihadistas, especialmente Al Nusra, aconseja exactamente lo
contrario de lo que la comunidad occidental está haciendo: los aliados
de Al Qaeda tienen lo que necesitan y los buenos, que en Siria quiere
decir los menos malos, están muy limitados. El embargo no sólo afecta la lucha contra Asad sino también el peso relativo de buenos y malos en la resistencia.
Esta semana la Unión Europea levantó el embargo petrolero para
permitir que la oposición, que controla buena parte de las áreas con
recursos naturales, pueda vender crudo y financiar su guerra. El
problema es que en muchas de las áreas con petróleo (que no es que
abunde en Siria) o con agricultura son los insurgentes malos, no los
buenos, quienes cortan el bacalo. De hecho ha habido enfrentamientos
entre Al Nusra y parte del Ejército Sirio Libre, como la Brigada Faruk,
en algunos lugares. En la provincia de Deir ezZor, así como en Hasaka y
en Raqqa, son los yihadistas los que controlan una parte nada desdeñable
de los recursos. Para desalojarlos, al Consejo Militar Supremo, formado
en diciembre a fin de unificar y ordenar el mando de las fuerzas
rebeldes, le urge reforzarse. De lo contrario, el levantamiento del embargo petrolero va a beneficiar a Al Nusra más que a nadie.
Hasta ahora, lo que han conseguido los buenos, o sea los menos
malos, ha provenido principalmente de Qatar y Arabia Saudí. Estados
Unidos y Europa les han suministrado ayuda no letal (el fin de semana
pasado Washington decidió aumentarla). Si se levantase el embargo de
armas y los rebeldes fiables obtuviesen acceso a baterías antiaéreas y
antitanque, el control de la lucha contra Asad podría pasar a manos del Consejo Supremo Militar, lo que a su vez fortalecería su capacidad de arrebatar a los yihadistas las áreas ricas en recursos.
Esto importa porque, apoderándose de los yacimientos petroleros y
zonas de producción agrícola ahora bajo control de Al Nusra y compañía,
el Consejo Supremo Militar podría conseguir una fuente de financiación
permanente que hiciese viable el gran objetivo: atraer a algunas decenas de miles de desertores del ejército de Asad
a los que les pagaría sueldos y equiparía adecuadamente. En otras
palabras: montar algo parecido a un ejército regular para enfrentarse al
de Damasco.
No es poca la autoridad moral que tienen Londres y París para
proponer el levantamiento de armas. Fueron quienes, en contra de buena
parte de Europa y ante el temor de Estados Unidos a involucrarse,
llevaron la voz cantante en Libia, junto a Qatar y otros países árabes.
Aunque el resultado no ha sido ideal por la proliferación de grupos
armados que todavía existe allí, lo cierto es que el yihadismo no se ha apoderado de aquel país.
En cualquier caso, el islamismo terrorista ya está instalado en Siria y
dejar las cosas como están facilita mucho el trabajo de los fanáticos
que responden directamente a Al Qaeda y a su líder, Al Zawahiri, y
quieren convertir a Siria en un nuevo Afganistán. Su equipamiento y
determinación les ha conferido el protagonismo de la lucha contra Asad
(son responsables de 600 atentados, incluyendo muchos dentro de la
capital), mientras que los rebeldes aliados a Occidente y de los árabes moderados se ven impotentes para romper el empate maldito con el régimen.
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