27 abril, 2013

Venezuela: el presidente equivocado

DR. RAY WALSER

Existe una buena razón para creer que Nicolás Maduro no es el presidente legítimo de Venezuela. A pesar de ello, el mencionado juró en el cargo el 19 de abril como el sucesor elegido a dedo por Hugo Chávez, luego de triunfar en una reñida elección, pocos días antes.

Existe una buena razón para creer que Nicolás Maduro no es el presidente legítimo de Venezuela. A pesar de ello, el mencionado juró en el cargo el 19 de abril como el sucesor elegido a dedo por Hugo Chávez, luego de triunfar en una reñida elección, pocos días antes.
En los comicios del 14 de abril, Maduro declamó tener una ventaja ajustada -235 mil votos sobre un total de 14.5 millones de sufragios computados- sobre el líder de la oposición, Henrique Capriles Radonski.


El espectro opositor, sin embargo, rápidamente enumeró un aproximado de 3.200 incidentes relativos a violaciones de las reglas electorales, que incluyeron intimidación en los sitios de votación, actos de campaña ilegales, y máquinas fuera de servicio. La oposición declaró que esas violaciones fueron suficientes para alterar miles de votos e inclinar el resultado en favor de Maduro.
Más aún, Maduro se vio beneficiado por ventajas de carácter fundamentalmente masivo e injusto en lo que respecta al acceso a los medios y a votos obtenidos gracias al sufragio populista [el gobierno llevó a miles de ciudadanos a votar por fuerza], en tanto que la oposición solo pudo ofrecer esperanzas de cambio. El núcleo opositor exigió una auditoría del ciento por ciento de los votos antes de concederle la victoria al elegido de Chávez. Las protestas de Nicolás Maduro pusieron a Venezuela bajo la amenaza de más choques violentos.
Las presiones domésticas e internacionales forzaron a la comisión electoral (CNU) a retractarse y a comprometerse a una auditoría a celebrarse el 18 de abril, para efectuar el recuento el cien por ciento de los votos; lo cual conduce a concluír que Maduro llegó al poder mientras la auditoría cuyos resultados aún están por verse podrían removerlo de su puesto.
La realidad del poder político en Venezuela claramente dan a Maduro y al chavismo la ventaja. Ellos controlan la comisión electoral y la Corte Suprema. Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, ha silenciado a la oposición en el parlamento. El ejército y las fuerzas de policía están actuando como partisanos. Finalmente, Nicolás Maduro también se ha asegurado el respaldo de vecinos poderosos como Brasil y Colombia, así como el apoyo de naciones como Cuba e Irán.
La oposición democrática carece de amigos en el extranjero, con la única excepción de los medios internacionales, un puñado de gobiernos escépticos, y los pocos que se preocupan por el estado de la democracia y la libertad en Venezuela. Con todo, Henrique Capriles y compañía se exhiben fortalecidos por la sólida convicción de que Maduro no es el presidente legítimo de su país.
El Secretario de Estado americano John Kerry convocó a un recuento. La Administración Obama desea defender los intereses de los Estados Unidos, pero evita tomar partido. Mientras advierte sobre el carácter antiestadounidense de Maduro, la Administración no desea quedar aislada en la región, o quedar como promotora de una división violenta en Venezuela. Es probable que encuentre una vía para reconocer la victoria de Maduro en los próximos días, a cambio de mejoras modestas en las relaciones binacionales.
Nicolás Maduro continuará sus mociones para cualquier recuento que confirme su victoria. Sin embargo, le queda por enfrentar una importante crisis de gobernabilidad debido a la polarización y la debilidad de su lderazgo, problemas domésticos que se acumulan, las peleas internas entre chavistas, y la creciente notificación -a lo largo del país- frente a que un presidente electo democráticamente todavía se le continúa negando su acceso al despacho presidencial.

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