Mi
amigo José Ignacio García Hamilton escribió una biografía de Juan
Bautista Alberdi que tituló: “Vida de un Ausente”. Voy a tomar ventaja
de ese título ilustrativo de una realidad de vida, para adoptarlo a una
realidad de ideas. La ausencia de Alberdi durante su vida y su aparente
soledad durante su auto exilio europeo que pudo ser y seguramente fue
triste. Desde el punto de vista humano. Pero como yo no intento una
biografía vital sino política he llegado a la siguiente conclusión: La
ausencia física de Alberdi no impidió que su pensamiento trascendiera
las distancias. Fue así que influenciaron a los hombres de la generación
del 37 que lograron el milagro de sacar a la Argentina de la Edad Media
y proyectarla por las cimas de la historia liberándola asimismo del
supuesto Iluminismo europeo que como creo fue la fuente filosófica del
totalitarismo racionalista europeo.
El progreso y adelanto relativo de un país respecto a los demás se
prueba con lo que se ha denominado el voto con los pies. Eran entonces
los europeos los que emigraban a la Argentina en busca de libertad de
la que carecían en La Francia del Segundo Imperio y las Comunas de París
así como en la Alemania Bismarckiana , a la que el propio Hitler
consideró el Segundo Reich. Y por supuesto no olvidemos a la Madre
patria que logró llevar la Edad Media hasta el siglo XX.
El drama en la actualidad es la ausencia del ausente en Argentina por
más de setenta años Esa ausencia se ha traducido en una Argentina
decadente, empobrecida y oprimida por la mano de la vigencia de un
nacionalismo fascistoide y de un socialismo terrorista, cuyas figuras
descollantes siguen siendo por una parte Perón y Evita y por la otra la
presencia post mortem del Che Guevara propulsor del amor al odio. Pero
antes de seguir hablando de Alberdi permítanme dejarlo hablar a el. Así
voy a comenzar con una cita que deja a las claras la lucidez de su
visión sobre la libertad. Y más aun de su percepción histórica de las
facetas del totalitarismo que surgido de Europa pondría al mundo en el
siglo XX al borde del Apocalipsis.
Las palabras que siguen fueron parte de una observación hecha a
Sarmiento respecto al concepto mismo de la barbarie. Esa palabras no
descalifican en modo alguno la figura ni la labor eximia de Sarmiento
respecto a la educación sino que reflejan la aguda percepción de Alberdi
sobre el perjuicio histórico que habría de sobrevenir como consecuencia
del racionalismo surgido de la llamada Ilustración. Así dice:” Tenga
cuidado señor Sarmiento, en vista de los ejemplos célebres que acaban de
probar ante el mundo aterrorizado que se puede ser bárbaro sin dejar de
ser instruido, y que hay una barbarie letrada mil veces más desastrosa
para la civilización verdadera que la de todos los salvajes de la
América desierta”.
En ese pensamiento Alberdi, observando los desastres de las Comunas
de París, cuando los primeros marxistas quemaban la Ciudad Luz, preveía
el futuro de los totalitarismos europeos que hicieran eclosión en el
siglo XX. Era evidente para el que las comunas representaban los
prolegómenos de ese proceso filosófico que derivara en lo que he
denominado el oscurantismo de la razón y que produjera por tanto el
terror racional, que es otra forma de fanatismo occidental.
Alberdi asimismo había percibido el peligro que engendraba la
democracia de masas, y así lo manifiesta como lo había hecho igualmente
James Madison, que lo comparaba con el estado de naturaleza donde el
individuo más débil se encontraba a merced del mas fuerte (SIC).
Escribió así en “El Sistema Económico y Rentístico”: “No participo del
fanatismo inexperimentado, cuando no hipócrita que pide libertades
políticas a manos llenas para pueblos que sólo saben emplearlas en crear
sus propios tiranos”. Así predecía el advenimiento de Hitler, Mussolini
y porqué no decirlo Perón y mas recientemente Chávez. Eso no significa
estar en contra de la democracia sino a favor de la república en la cual
existe la limitación del poder político a través de la separación de
los poderes del Estado y la defensa irrestricta de los derechos
individuales. Particularmente el derecho de propiedad y que
adelantándose a los tiempos incluyó la propiedad intelectual.
Pasando entonces a la prédica demagógica de la libertad Alberdi
reconoce y explica la diferencia sustancial entre la libertad interna y
la libertad externa. O sea entre el respeto y defensa de los derechos
individuales y la independencia, y en ese sentido escribe: “La Patria es
libre cuando no depende del extranjero, pero el individuo carece de
libertad cuando depende del Estado de una manera omnímoda y absoluta”.
En esta observación ya Alberdi debatía con Hegel según quien el
individuo no tenía más razón de ser que su pertenencia al Estado. (La
divina idea tal como se manifiesta sobre la tierra) Y asimismo
discrepaba con el concepto de soberanía tal como había sido definido por
Rousseau en el Contrato Social.
Vemos así que había tomado en cuenta el principio fundamental de
Locke del que surge la razón de ser de la limitación del poder político y
que lo expresa cuando dice: “Los monarcas también son hombres”. La
importancia de este principio la reconoce Alberdi y así sigue diciendo:
“La omnipotencia del Estado o el poder omnímodo de la Patria respecto a
los individuos que son sus miembros, tiene por consecuencia necesaria la
omnipotencia del gobierno en que el Estado se personifica, es decir el
despotismo puro y simple”.
Alberdi había tomado conciencia de que la diferencia entre la
libertad interna y externa no era conocida en Europa y por tanto tampoco
entre nosotros y al respecto dice:” América del Sur se liberará el día
que se libere de sus liberadores.” Y ahondando en el tema se refiere al
carácter de lo que denomina la libertad latina y dice:”¿Cuál es la
índole de la libertad latina? Es la libertad de todos refundida y
consolidada en una sola libertad colectiva y solidaria, de cuyo
ejercicio exclusivo está encargado un libre emperador o un Czar
liberador. Es la libertad del país personificada en su gobierno, y su
gobierno todo entero personificado en un hombre”. Y cita sin nombrarlo a
Luis XIV: El Estado soy yo.
Igualmente Alberdi había comprendido la falacia que entraña la
entelequia del Estado, y consecuentemente aceptado el nominalismo de los
universales (pueblo, nación, estado, humanidad). Por tanto descreía de
la supuesta eticidad de aquellos que pretendían actuar por el bien
público descalificando moralmente los intereses particulares como la
expresión del egoísmo frente a la virtud de la solidaridad. Y al
respecto dice:” El egoísmo bien entendido de los ciudadanos sólo es un
vicio para el egoísmo de los gobiernos que personifican a los Estados”:
Por ello Alberdi cree en la empresa privada basada en el derecho de
propiedad, y denigra la mera idea del socialismo al que califica de
hipócrita y así dice en El Sistema Económico y Rentístico:”Pero no
bastaba reconocer la propiedad como derecho inviolable. Ella puede ser
respetada en principio y desconocida y atacada en lo que tiene de más
precioso- en el uso y disponibilidad de sus ventajas… El socialismo
hipócrita y tímido ha empleado el mismo sofisma, atacando el uso y
disponibilidad de la propiedad en nombre de la organización del
trabajo”.Por ello concluye: “El ladrón privado es el más débil de los
enemigos que la propiedad reconozca…Ella puede ser atacada por el Estado
en nombre de la utilidad pública”.En estas palabras percibimos hoy más
que nunca la problemática planteada en La Argentina por el gobierno de
turno.
Sigamos el análisis de la filosofía alberdiana, cuya ignorancia a
nuestro juicio ha sido determinante de la decadencia argentina. Nos
referiremos entonces al problema de la seguridad y de la justicia. Y
comienza diciendo Alberdi: “He vivido veinte años en el corazón del
mundo civilizado, y no he visto que la civilización signifique otra cosa
que la seguridad de la vida, de la persona, del honor y de los bienes”.
Ya pues conocía la esencia de los derechos individuales y por ello
continuáis:” Pero así como toda la civilización política de un país está
representada por la seguridad de que disfrutan sus habitantes, así
también toda su barbarie consiste en la inseguridad, o lo que es igual
en la ausencia de la libertad de ser desagradable al que gobierna sin
riesgo de perder por eso su vida, su honor o sus bienes como culpable
de traición al país”. Esta es la barbarie de la tiranía y del
totalitarismo surgido del racionalismo moral.
Consecuentemente Alberdi se refiere a la importancia decisiva de la
justicia, que por supuesto no la confunde con la justicia social y
dice:”La propiedad, la vida, el honor son bienes nominales donde la
justicia es mala. No hay aliciente para trabajar en la adquisición de
bienes que han de estar a merced de los pícaros…La ley, la Constitución,
el gobierno son palabra vacías sino se reducen a hechos por la mano del
juez, que en último resultado es quien lo hace ser realidad o mentira”.
Es evidente que esta situación prevista por Alberdi se vive hoy en
Argentina donde la justicia depende del Ejecutivo que es lo mismo que
decir que no existe. Ya se han levantado algunas voces exponiendo esta
realidad oprobiosa que de hecho significa la dictadura y la falta de
libertad. Es a causa de estas circunstancias que el campo se ha
rebelado, poniendo de manifiesto el estado de indefensión judicial que
“. vive la ciudadanía en general por más que pocos se hayan atrevido a
cuestionarla. Las retenciones son la forma hipócrita de violar los
derechos de propiedad tal como lo había dicho Alberdi y así se
expresó:”Hasta aquí el mayor enemigo de la riqueza del país es la
riqueza del fisco”
En otro ámbito del quehacer político conforme al proyecto de Alberdi
de que gobernar es poblar, se refirió al extranjerismo o sea al odio al
extranjero. Al respecto dice en La s Bases:” La prensa , la historia
preparada para el pueblo deben trabajar para destruir las preocupaciones
contra el extranjerismo por ser obstáculo que lucha de frente con el
progreso de este continente. La aversión al extranjero es barbarie en
otras naciones; en las naciones de América del Sur es algo más, es causa
de ruina y de disolución de la sociedad de tipo español”. Alberdi pues
nos había advertido de lo que habría de pasar como consecuencia de la
enseñanza nacionalista iniciada a principios del siglo XX, que se
apoderara del pensamiento ilustrado argentino a través del nacionalismo
católico-acólito indiscutible del fascismo mussoliniano y que
definitivamente alcanzara el poder con el advenimiento de Perón.
Los resultados están a la vista y ya Alberdi había previsto la
incongruencia del nacionalismo y sus implicaciones económicas y
escribió.”Toda ley que atribuye al Estado de un modo exclusivo,
privativo o prohibitivo, que todo es igual, el ejercicio de operaciones
o contratos que pertenecen esencialmente a la industria comercial, es
ley derogatoria de de la Constitución en la parte que esta garantiza la
libertad de comercio a todos y cada uno de los habitantes de la
Confederación”. Es evidente que a partir de la llegada de Perón y
continuando con sus sucesores la Argentina ha violado la Constitución de
1853. Y al respecto Alberdi advertía:” La idea de una industria pública
es absurda y falsa en su base económica”. Así ya en 1853 Alberdi se
oponía al comunismo que habría de llegar en 1917 y preveía lo que
finalmente hasta el propio Lenín llegó a comprender cuando escribió su
ensayo “La Nueva Política Económica” Desafortunadamente en la actualidad
se han olvidado estas advertencias y se ha vuelto al pensamiento de
Lenín contenido en Imperialismo Etapa Superior del Capitalismo, donde se
oponía a la inversión extranjera por considerarla una forma de
explotación de los países ricos a los pobres.
Alberdi igualmente predicó la libertad religiosa y así Argentina a
partir de 1853 se convirtió en el segundo país en el mundo donde hubiera
libertad de cultos. Todo parece indicar que en este aspecto Alberdi
estaba influenciado por el pensamiento de Locke contenido en su Carta
Sobre la Tolerancia, y así al respecto escribió:” Querer el fomento de
la moral en los usos de la vida y perseguir iglesias que enseñan la
doctrina de Cristo ¿Es cosa que tenga sentido?” De la misma forma
también defendió la separación del Estado de la Iglesia aun cuando en la
Constitución de 1853 se llegó a una transacción por la cual el Estado
debía sostener el culto católico y el presidente debía ser católico.
Creemos igualmente que el pensamiento de Alberdi estaba influenciado
por David Hume así como denigraba a Rousseau . Por esa razón se
pronunció contra el principio de que la ley era la voluntad general, y
citando a Rivadavia dice: “Fatal es la ilusión en que cae un legislador
–decía Rivadavia- cuando pretende que su talento puede modificar la
naturaleza de las cosas o suplir a ella sancionando y decretando
creaciones”.Es por ello que asimismo defiende la función esencial de la
oposición en el gobierno como garantía de la libertad.
Por último Alberdi al igual que James Madison estaba en contra de la
guerra y consideraba la paz como un requisito indispensable del progreso
y libertad de los pueblos. Así escribió en Las Bases:” Reducir en dos
horas a una gran masa de hombres a su octava parte por la acción del
cañón ; he ahí el heroísmo antiguo y pasado. Por el contrario,
multiplicar en pocos días una población pequeña, es el heroísmo del
estadista moderno; es grandeza de creación en lugar de grandeza de
exterminio”. Pero Alberdi adelantándose a su tiempo y en forma mucho más
esclarecida que Kant en su Paz Perpetua prevé las causas determinantes
de que las guerras fueran más raras. Así en El Crimen de la Guerra,
prohibido por Perón Alberdi escribe:” Pero indudablemente las guerras
serán más raras a medida que la responsabilidad de sus efectos se hagan
sentir en todos los que las promueven y suscitan”.. Indudablemente que
la existencia de las armas nucleares produjo el efecto previsto por
Alberdi y por ello la Guerra Fría no derivo en la tercera guerra
mundial. Este hecho fue más tarde reconocido por el Papa Juan Pablo I
antes de su muerte.
Por todo lo dicho anteriormente me atrevería a decir que la Argentina
hoy más que nunca necesita el reencuentro con el pensamiento del gran
ausente cuyas idea produjeron el milagro argentino de la Constitución de
1853.
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