24 mayo, 2013

Obamna se cansó de luchar contra el terrorismo


Obama 2013 (Polaris/Newscom)
“Lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas; nunca nos rendiremos…”
Estas palabras no fueron utilizadas en ningún momento por el presidente Obama durante su discurso de ayer en la Universidad de la Defensa Nacional (NDU). Es más, no dijo nada que recordase al inmortal discurso de Winston Churchill sobre la resistencia ante el avance de la tiranía.

En gran medida, no hubo nada nuevo en la estrategia antiterrorista que anunció el presidente. El flashback a 2011, ese fue el verdadero punto de inflexión. Hasta entonces, Obama en realidad se había comportado como lo que se denominó un  “Bush descafeinado”, usando prácticamente las mismas tácticas de la administración anterior, simplemente eliminando toda su retórica.
La batalla de las ideas quedó completamente prohibida dentro del vocabulario de Obama. El terrorismo islamista se convirtió en “extremismo violento”. Y terrorismo se convirtió en “violencia sin sentido”. Sin embargo, en 2011, Obama cambió de rumbo espectacularmente. Más que abandonar la guerra de las palabras, la Casa Blanca suscribió una nueva estrategia antiterrorista que equivalía a huir de Irak y Afganistán tan rápido cono fuera posible, limitando la campaña ofensiva a golpear a los líderes de al-Qaeda mediante ataques con aviones no tripulados.
La nueva estrategia estaba condenada al fracaso, librándose la última guerra incluso cuando al-Qaeda ya evolucionaba hacia una insurgencia global que se ha extendido desde Pakistán a Nigeria.
Sin embargo, incluso cuando surgían nuevos frentes en la guerra contra el terrorismo, la administración continuó argumentando que estaba ganando. Después de que los terroristas islamistas asesinaran a varios americanos y quemaran hasta los cimientos el consulado de Estados Unidos en Bengasi, el presidente afirmó que estaba ganando. Cuando los terroristas criados en casa matan en Boston y Londres, afirma que está ganando. Cuando los talibanes se mofan de Estados Unidos a medida que nos retiramos de Afganistán, afirma que está ganando.
En vez de admitir el fracaso y cambiar de rumbo, al enfrentarse con las críticas aquí en casa, el presidente ha decidido declarar la victoria con la esperanza de que eso revitalice el respaldo de la izquierda. En su discurso, prometió hacer aún menos y hacerlo de forma más transparente. Esto sin duda complacerá a los progresistas que estaban descontentos porque Obama conservase un mínimo vestigio de las políticas de actuación de Bush.
Aunque puede que este discurso haga más popular al presidente entre los grupos progresistas, equivale a una estrategia tipo Línea Maginot. Estados Unidos no irá a por ellos si ellos no vienen a por nosotros. Si ellos no vienen a por nosotros, los trataremos como a cualquier otro criminal. Si triunfan, no será nuestra culpa, será el resultado de unas mentes perturbadas y una violencia “sin sentido”. Obama ha vuelto a la perversa estrategia antiterrorista de Clinton durante los años 90, sin recordar que esa fue la estrategia que condujo al 11 de septiembre.
Obama formuló el desafío que afrontamos en la actualidad como una falsa elección entre no hacer nada y una guerra sin fronteras, eterna y global. En realidad, Estados Unidos puede hacer mucho más para defenderse, como desmantelar las redes terroristas globales, hacer retroceder las políticas islamistas y defender la libertad en el mundo. Existen opciones entre no hacer nada e invadir países. Pero el presidente Obama ha decido ignorarlas. Está harto de luchar. Por desgracia, los enemigos de Estados Unidos no.

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