En mi siguiente reunión con Don
Gilberto, llevaba yo ya una clara idea de los sucesos que agredían al
liberalismo al inicio del Siglo 20. Un parteaguas en esta contraofensiva
sería la creación del Fondo de la Reserva Federal en los EU, luego que
el cártel de banqueros encabezados por J. P. Morgan se reunieran en una
isla en la costa de Georgia en 1913 para establecer la estrategia y
convencer al Congreso de la necesidad de un banco central, cuando la
realidad era crear un arma para eliminar la competencia. En esa reunión
nacería el FED se conocería por muy pocos como; La Creatura de Jekyll
Island.
Ahora entendía con más claridad la famosa parábola de la piñata del tío
Gilberto en la cual, al romperse, los niños más grandotes eran los que
se hacían de la mayoría de las golosinas. El liberalismo era, como
inclusive Marx lo había definido, una gran maquinaria de creación de
riqueza pero, siendo algo novedoso, no existían los marcos para que el
juego fuera justo y parejo, por lo cual, manipulando sus esquemas, esa
riqueza se concentraba en muy pocas manos creando los grandes capitales
de la era: Morgan, Rockefeller, Rothschild, Warburg, Kuhn—Loeb en al
área de la banca mundial, y en otras como la del petróleo, el mismo
Rockefeller llegó prácticamente a tener el monopolio mundial, puesto
que, las reservas de Arabia todavía no eran descubiertas.
Entre el compulsivo deseo del viejo establishment de recuperar control
que perdían con el liberalismo y esa concentración de riqueza provocada
por la ausencia de reglas, creaban un campo muy fértil para las
agresiones que se preparaban en contra de esas nuevas libertades
civiles. Se creaban, como consecuencia, dos bandos; los redentores de
los abandonados por ese liberalismo que ahora calificaban de cruel, y
los que identificaban la oportunidad de una vez más apropiarse del
poder. Los segundos utilizarían diferentes estrategias, pero una de
ellas, era el identificarse como los del bando contrario, redentores de
los desvalidos y de esa forma, su mensaje cobraría una fuerza
descomunal. Los nuevos capitalistas, ya fueran parte del cártel amafiado
o realmente auténticos empresarios, se convertían en los culpables de
todos los males de la humanidad.
Así me presento a la siguiente reunión con el tío, quien sonriendo me
recibe preguntando; ¿descubriste algo? Creo que sí, le respondo, aunque
también se me presentan infinidad de dudas. A ver, me dice don Gilberto,
exponlas. En primer lugar, no entiendo por qué al arribar el
liberalismo, se formó esa concentración de riqueza en muy pocas manos.
Piensa por unos segundos e inicia: "Ya hemos hablado de que el
liberalismo era algo novedoso y por lo mismo, aún en pañales. La base de
esta filosofía, el mercado, realmente no existía como tal después de
siglos de feudalismo, mercantilismo y economías totalmente controladas y
manipuladas por los diferentes estilos de gobierno. Pero es importante
aclarar el que a pesar de esa concentración, la población en general
prosperaba, pues algo le salpicaba de esa nueva riqueza. Cuando la marea
sube, todos los botes suben con ella.
En una economía moderna siempre ese tipo de hombres emprendedores son
necesarios, y siempre, óyelo bien, siempre, habrá cierta concentración
de riqueza puesto que, son ellos los que la están creando. Ahora, la
función de un buen gobierno debe ser el crear las avenidas para esa
formación y nunca, óyelo bien igual, vestirse de redentor invadiendo ese
campo que tanto ha perjudicado a la humanidad; la redistribución de la
riqueza, porque es cuando los gobiernos se convierten en esos entes de
la demagogia con el poder para destruir decidiendo quien es merecedor de
esa riqueza y, sobre todo, quienes deben ser los ganadores o los
perdedores. Pero además, en ese proceso de transferencia, se forman las
inmensas burocracias dedicadas a ello, y en el tránsito, lo que les
llega a los necesitados es tal vez el 10 por ciento de lo expropiado.
Ante la nueva avenida del liberalismo, se reunieron dos de las pasiones
más poderosas del hombre, por un lado la ambición que en sí, es el motor
que impulsa las economías libres, pero llevada a ciertos extremos y sin
las avenidas legales para darle curso, es cuando se pierde la
proporción de las realidades y, como la calificara Ayn Rand, se
convierte en egoísmo irracional. En la otra cara de la moneda y ante
esos nuevos millonarios, nacía la envidia de los que no tenían lo más
elemental, e inclusive, de los que sí lo tenían pero compulsivamente
deseaban mucho más. El poder de esos nuevos capitalistas, llegaba a
tales niveles que rivalizaba con el de los gobiernos, y ello, se
convertía en el gran dolor de cabeza para la clase política que no
quería compartirlo.
Los representantes clásicos de esa nueva fuerza, eran primero, John D.
Rockefeller, quien prácticamente llegaba a tener el monopolio del
petróleo a nivel mundial, y segundo, J.P. Morgan, quien llegaba a
controlar los mercados financieros de tal forma que se convertía en el
perpetuo salvador del gobierno de los EU en sus crisis financieras,
cuando él mismo orquestaba sus rescates. Se convertían también en los
hombres más odiados, no sólo de los EU, sino del mundo. Sin embargo, a
60 años de distancia de esos acontecimientos, yo ahora los observo como
un proceso natural de algo que iniciaba y debía construir sus avenidas.
Pero al inicio del siglo, el potaje estaba listo para la gran ofensiva
en su contra.
En México, la situación era muy diferente, puesto que, al no haber
participado en la Revolución Industrial, no se creaba la riqueza de la
forma que lo hacían los EU, y por ello, el problema era más grave. La
economía feudal, que existía desde la época de la Colonia, creaba la
concentración de la poca riqueza existente, y sobre todo, la
concentración de la tierra. Sin embargo, de ello se culpaba al
"liberalismo" de la dictadura Porfirista que nada tenía de liberal.
Ahora, si nos trasladamos a 1929, cuando Calles iniciaba la estructura
política para el control total del país, nos daríamos cuenta de que
coincidía con el estallido de la Gran Depresión iniciada en EU que
tomara proporciones mundiales. La idea de Calles era aglutinar a todos
los segmentos de la población en el partido, para de esa forma, evitar
la emergencia de una verdadera sociedad civil, y así, identificar el
Estado como el padre amoroso a cargo de todas las necesidades de sus
hijos. Ya el Estado controlaba la tierra a través del ejido, ahora con
esta nueva tenaza, se proponía controlar el resto de la actividad
económica ,y por supuesto, concentrar todo el poder político en su
persona.
Por ello fue que nos rebelamos contra lo que Calles cocinaba; la
dictadura de un partido, pero controlado por él, y eso era la dictadura
de Calles que le diera vida al sistema político de la autocracia que
actualmente tenemos. Pero nuestro movimiento fue ferozmente aniquilado
por las fuerzas del ejército regular muy superiores, cuando el mismo
Calles asumiera la Secretaría de Guerra. De esa forma nacía el Maximato y
la dictadura de Calles, para luego convertirse en la dictadura del PRI.
Ante el fracaso de nuestra campaña, yo tuve que abandonar el país
puesto que Calles ya fusilaba a los Generales y líderes militares que
habían logrado apresar. Y al que más ganas de fusilar tenía Calles, era
Gilberto Valenzuela. |
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