Berthold Brecht pregunta si en
los tiempos oscuros, habrá canto, y responde: "Sí. Habrá el canto sobre
los tiempos oscuros". El canto joven que comienza en Santa Fe, se
escucha en el Zócalo, llega hasta el Ángel de la Independencia, cobra
fuerza en la Estela de Luz, cobra claridad frente a las instalaciones de
Televisa.
Un canto de combate al estoicismo, la resignación, la complicidad, el
silencio, y la impasibilidad de tantos; razones por las cuales un País
tan majestuoso como México ha sido tan mal gobernado. Marchan con la
boca abierta: demandando, exigiendo, confrontando. Hablando bien de los
ríos claros y transparentes, pero hablando mal de los medios opacos y
tramposos; hablando bien del País pero hablando mal de quienes se lo han
embolsado.
Marchan entendiendo que el oficio de ser un buen ciudadano parte del
compromiso de llamar a las cosas por su nombre. De descubrir la verdad
aunque haya tantos empeñados en esconderla. De decirle a los
manipuladores que lo han sido; de decirle a los abusivos que deberían
dejar de serlo; de decirle a quienes han expoliado al País que no tienen
derecho a seguir haciéndolo; de mirar a México con la honestidad que
necesita; de mostrar que somos mejores que nuestra clase política y no
tenemos los medios que merecemos. De vivir anclados en la indignación
permanente: criticando, proponiendo, sacudiendo. De alzar la vara de
medición. De convertirse en autores de un lenguaje que intenta decirle
la verdad al poder, con pancartas que dicen "Voto mata copete",
"Televisa te idiotiza, TV Azteca te apendeja". Porque como lo advertía
Martin Luther King, hay pocas cosas peores que el apabullante silencio
de la gente buena. Entienden que ser ciudadano a ciencia cierta es saber
que la obligación intelectual mayor que tienen es rendirle tributo a
México a través de la crítica, a través de la protesta.
Hay un gran valor en la primavera mexicana, en el espíritu de oposición
permanente y constructiva versus el acomodamiento fácil. Hay algo
intelectual y moralmente poderoso en disentir del statu quo. El valor de
enfrentar a televisoras chantajistas y los políticos que encumbran. El
valor de decir "así no" a un resultado electoral que parece
predeterminado por fuerzas más allá de nuestro control. Por ello se
vuelve imperativo criticar la colusión, defender la transparencia, retar
a la autoridad a rendir cuentas. Por ello se vuelve fundamental seguir
denunciando las casas de Arturo Montiel y los abusos de Atenco y los
feminicidios en el Estado de México y los abusos de Carlos Romero
Deschamps y el escandaloso Partido Verde.
Se trata –marchando– de mantener vivas las aspiraciones eternas de
verdad y justicia en un sistema político que se burla de ellas. Se trata
–marchando– de jugar un papel puntiagudo, punzante, cuestionador. Se
trata –marchando- de hacer las preguntas difíciles, confrontar los
hechos aparentemente consumados, demostrar que el País ha cambiado y que
habrá que gobernarlo de otra manera. Representar a las personas y a las
causas que muchos preferirían ignorar. Aspirar a ciertos estándares
decentes de comportamiento de parte del gobierno. Saber que la violación
de esos estándares debe ser detectada y denunciada: con pancartas, con
demandas, con propuestas, con un contexto de exigencia que los jóvenes
están dispuestos a crear.
Quienes han tomado las calles de manera entusiasta están intentando
resistir las imágenes convencionales, las narrativas oficiales, las
justificaciones circuladas por televisoras poderosas o candidatos que
los han impulsado. Buscan desenmascarar versiones alternativas y
desenterrar lo olvidado. Forman parte del incipiente equipo de rescate
de un País secuestrado por gobernadores venales y líderes sindicales
corruptos y duopolios rapaces. No perciben a la realidad como un hecho
dado, inamovible, incambiable, sino como una situación contingente,
resultado de decisiones humanas. La crisis del País se convierte en algo
que es posible revertir, que es posible alterar mediante la acción
decidida y el debate público intenso. La crítica se convierte en una
forma de abastecer la esperanza en el País posible.
Y por ello mi reconocimiento a los que desde las calles ejercen a
cabalidad el oficio de la ciudadanía crítica. A los que alzan un espejo
para que un País pueda verse a sí mismo tal y como es. A los que dicen
"no". A los que resisten el uso arbitrario de la autoridad. A los que
asumen el reto de la inteligencia libre. A los que piensan diferente. A
los que declaran que el emperador está desnudo. A los que se están
involucrando –desde la UNAM, el ITAM, el Tec de Monterrey, el
Politécnico y muchos sitios más- en causas y en temas y en movimientos
más grandes que sí mismos. A los que en tiempos de grandes disyuntivas
éticas no pemanecen neutrales. A los que se niegan a ser espectadores de
la injusticia o la estupidez. A los que critican a México porque están
cansados de aquello que Carlos Pellicer llamó "el esplendor ausente". A
los que cantan en la oscuridad porque es la única forma de iluminarla. |
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