31 diciembre, 2007

Cuatro aspectos para evaluar la salud del sistema financiero


A los inversionistas les gustaría que las actuales turbulencias financieras no fueran más que una repetición de la crisis informática del año 2000.

En 1999, los inversionistas y los banqueros estaban tan preocupados de que las computadoras dejaran de funcionar en el momento en que llegara el nuevo año, que acumularon grandes cantidades de efectivo. Los bancos centrales inyectaron fondos a los mercados para impedir un congelamiento del sistema financiero. En la madrugada del 1 de enero de 2000, sin embargo, el tema perdió su importancia.

La historia se está repitiendo este año, aunque ahora los bancos acumulan efectivo para apuntalar sus balances y cuadrar sus cuentas de finales de año. Los bancos centrales han vuelto a inyectar enormes cantidades de liquidez para que los mercados sigan funcionando.

Algunos inversionistas esperan que los paralelos continúen y los mercados vuelvan a la normalidad cuando abran sus puertas en 2008. La llegada de un nuevo año, sin embargo, podría traer una ola de problemas en momentos en que los bancos y los inversionistas siguen acaparando dinero en efectivo.

"Salir ilesos del final del año no es ninguna panacea", dijo en un reciente informe la analista de Morgan Stanley Betsy Graseck. Añadió que los inversionistas aún necesitan tiempo, probablemente hasta mediados del año entrante, para contabilizar las pérdidas de los bancos, corredoras y aseguradoras. Los bancos serán reacios a prestarse entre ellos por la misma razón.

El riesgo es que mientras toda esta situación se decanta, la economía estadounidense entre en recesión.

Donde mirar

Hay cuatro áreas en las cuales los inversionistas concentrarán su atención en las primeras semanas del próximo año en busca de señales de un deterioro o una mejora de los mercados.

Un indicador importante será la diferencia entre las tasas de referencia de los bancos centrales y las tasas que los bancos cobran por prestarse dinero entre sí. Mientras mayor la diferencia, o spread en la jerga financiera, mayor es la renuencia de los bancos a prestarse entre ellos.

En agosto y noviembre, la diferencia entre las tasas interbancarias y las tasas de interés proyectadas de los bancos centrales se amplió a más de un punto porcentual, en circunstancias que lo habitual es que el spread no supere los 20 puntos base. Estos indicadores se han calmado un poco desde que, a mediados de diciembre, el Banco Central Europeo (BCE) inyectara cerca de US$500 millones en el sistema bancario y la Reserva Federal de Estados Unidos facilitará US$40.000 millones a través de subastas.

El segundo factor a tener en cuenta son, precisamente, los bancos centrales. A inicios de enero, el BCE tendrá que decidir si renovar los créditos de corto plazo otorgados este mes o dejar de proveer esta clase de financiamiento. Si el BCE retira ese efectivo de los mercados en momentos en que se renuevan las presiones de financiamiento, los mercados crediticios se podrían congelar. La Fed, por su parte, tiene que decidir cuánto dinero ofrecer mediante subastas. A fines de diciembre, la Fed dijo que seguiría adelante con las subastas "hasta cuando sea necesario para aliviar las presiones en los mercados de financiamiento de corto plazo".

Otro lugar donde hay que mirar son los papeles comerciales, que es el mercado de deuda de muy corto plazo. Según datos de la Fed, en enero vencen cerca de US$300.000 millones en papeles comerciales respaldados por activos como hipotecas. Pero el mercado para esta deuda se está reduciendo a toda velocidad. A medida que se contrae, a menudo los bancos se ven obligados a comprar los papeles, lo que les da otro motivo para acumular efectivo.

Por último, las ganancias. Los bancos empiezan a divulgar resultados a mediados de enero. Las cifras serán seguidas con suma atención y muchos pronostican que tuvieron un mal cuarto trimestre.

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