El auge de Silicon Valley crea estrellas y 'estrellados'
Por cada Chad Hurley o Mark Zuckerberg del mundo hay muchos Sathvik Krishnamurthys.
Los dos primeros son los jóvenes emprendedores detrás de YouTube y Facebook, respectivamente, quienes están llenándose los bolsillos en Silicon Valley con el auge actual del sector tecnológico. Hurley vendió a Google el año pasado YouTube, su sitio para compartir videos en línea, por más de US$1.700 millones, apenas 19 meses después de fundar la compañía. Así, se ha embolsado una fortuna cercana a los US$340 millones. A su vez, Zuckerberg hizo que su comunidad virtual Facebook se convirtiera en una compañía valorada en US$15.000 millones en menos de cuatro años.
Y luego está Krishnamurthy. Muchos aspirantes a conquistar Silicon Valley esperan aterrizar sobre un camino espec‐tacular al éxito, pero la mayoría acaba con historias similares a la de Krishnamurthy, de 39 años. Este emprendedor es el presidente ejecutivo de Voltage Security, una pequeña firma que fabrica software de seguridad.
Desde marzo de 2003, Krishnamurthy se ha dedicado en cuerpo y alma a Voltage. Creó y preparó un equipo ejecutivo, diseñó una línea de productos desde cero y viajó por todo el mundo para responder ante clientes escépticos. Por el camino, ha enfrentado obstáculos que van desde un clima hostil para las empresas pequeñas hasta retrasos de seis meses en los envíos de un producto clave. En algunos momentos, las cosas llegaron a ponerse tan feas que el presidente necesitó de charlas de motivación, cuenta Ken Gullicksen, un miembro de la junta de Voltage y un inversionista de capital de riesgo de Morgenthaler Ventures.
Naturalmente, todas las industrias tienen a sus estrellas y a sus estrellados. Pero el sector tecnológico de finales de los 90 y principios de esta década ha visto un número inusual de ciclos bienales que terminan o con una venta lucrativa o una salida a bolsa. Cuando eso no sucede, el proceso puede ser tan doloroso y prolongado que algunos inversionistas han tenido que idear formas creativas para convencer a los emprendedores de que no se rindan.
En una entrevista reciente en la sede de Voltage, en Palo Alto, California, Krishnamurthy reconoce que llegó a pensar que su empresa podría ser algo grande. Después de todo, Voltage, fundada por tres estudiantes de Stanford en 2002 en torno a una nueva tecnología de codificación, tuvo un lanzamiento meteórico. La compañía recaudó US$4 millones en 2002. Cuando Voltage presentó su tecnología en 2003, el evento fue cubierto por los periódicos más importantes, incluido éste. "En diciembre de 2003, nos podría haber visto y pensar que éramos el próximo Google", recuerda Krishnamurthy.
Pero poco después se tropezó con clientes corporativos que temían que Voltage no sobreviviría mucho tiempo. Krishnamurthy se dio cuenta de que Voltage estaba a punto de estancarse en 2005. Debido a que sólo tenía un producto de software, la compañía no podía mantener su ritmo de crecimiento. Gullicksen, el miembro de la junta, dice que la empresa fue "dando tumbos" por algún tiempo. El año pasado, el desarrollo de nuevos productos volvió a encarrilarse. A principios de este año, Voltage presentó un nuevo programa de seguridad en línea y planea estrenar otros dos en 2008.
Krishnamurthy dice que Voltage ahora tiene más de 400 clientes y está generando efectivo, pese a no ser aún rentable. La compañía no quiso hacer comentarios sobre los ingresos actuales. Krishnamurthy sigue siendo optimista. "Esto es un ejercicio de resistencia".
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