13 diciembre, 2007

Los candidatos republicanos se abren paso en la campaña más conservadora

Si la carrera demócrata hacia la Casa Blanca es una apretada disputa entre dos candidatos, a menos de tres semanas de los caucus de Iowa la carrera republicana se ha convertido en pelea enloquecida en la que todo vale, nadie parece tener la receta adecuada y cuatro o cinco candidatos aspiran con posibilidades de obtener la nominación.

Ninguno de los aspirantes parece tener la receta adecuada

El debate que los republicanos sostuvieron ayer en Des Moines - el último antes de que empiece la temporada de primarias- quizá no sirvió de mucho para modificar las encuestas, que le dan una ventaja a Rudy Giuliani de unos 10 puntos sobre Mike Huckabee en el conjunto de la nación, pero que pronostican la sorprendente victoria de este último -casi un desconocido hace dos semanas- en Iowa y en New Hampshire. Mitt Romney, Fred Thompson y John McCain marchan por detrás pero no pueden ser descartados en una contienda imprevisible.

Como exigen las bases republicanas en la actualidad, los candidatos entraron en el debate de ayer en una disputa por demostrar quién de ellos era más conservador en todos los ámbitos: inmigración, seguridad, política exterior, religión, moral o impuestos. "La condición más importante de quien sea el próximo presidente es que sea un conservador, en todas las facetas de la vida y de la política", dijo Romney.

También, por lo que se vio, en lo que respecta a uno de los asuntos de moda: la amenaza ecológica. Cuando la conductora del debate preguntó quienes creían que el cambio climático era una realidad, sólo dos candidatos levantaron la mano, John McCain y Rudy Giuliani, y sólo el primero defendió la necesidad de actuar urgentemente para hacerle frente.

A diferencia de debates anteriores, éste tuvo una parte importante dedicada a la economía, lo que confirma, por otra parte, una tendencia del electorado a revertir el orden de sus preocupaciones y poner la situación económica por delante de la guerra de Irak.

La receta en esta materia fue, por parte de todos, la de reducir el gasto público y recortar los impuestos. "Dejemos el dinero en los bolsillos de los norteamericanos y veremos como la economía crece de inmediato", dijo Giuliani. Más lejos que nadie fue Thompson, que advirtió que sería necesario aumentar en el futuro el gasto en seguridad y que ese dinero había que sacarlo de recortes en el sistema de seguridad social.

Mike Huckabee confirmó el buen momento que las encuestas le reconocen en la actualidad en una pregunta en la que intentó poner calma en medio de una campaña muy tensa. Preguntados todos los candidatos sobre cuáles serían sus prioridades en su primer año en la Casa Blanca, Huckabee, afirmó que "lo más urgente es unir a este país muy polarizado actualmente". "Yo quiero ser el presidente de todos los norteamericanos, acabar con toda esta división y ponernos a trabajar juntos".

Huckabee, que ha ascendido tan vertiginosamente haciendo bandera de su condición de pastor protestante, manifestó que, una vez en la presidencia, el único principio de su fe que sería trasladado a la política es el de que "todos los hombres son creados iguales y con los mismos derechos".

Giuliani y Romney coincidieron en sus tres primeros objetivos: ganar la guerra contra el terrorismo, frenar la inmigración ilegal y reducir el gasto público. McCain explicó que su prioridad sería la de "garantizar la seguridad de Estados Unidos".

El ex alcalde de Nueva York se defendió de las acusaciones recibidas en los últimos días por ocultar algunas de las actividades polémicas conducidas por su despacho de abogados -entre otras, contratos en Oriente Medio y en Venezuela - y aseguró que la suya sería la Casa Blanca más transparente de la historia.

Giuliani se vio también a la defensiva para explicar que, aunque personalmente está en contra del aborto, cree que es un asunto de conciencia en el que hay que dejar que los Estados legislen.

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