13 diciembre, 2007

Un día triste para los derechos humanos

Andres Oppenheimer

No hubo mucho que festejar en el Día Internacional de los Derechos Humanos que se celebró esta semana: hay cada vez más evidencias que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que fue creado hace dos años para denunciar los abusos a los derechos humanos en todo el mundo, ha resultado ser un fiasco.

Tanto es así que, tal como me enteré en una entrevista telefónica con el líder de la mayoría demócrata en el Senado de los Estados Unidos, Harry Reid, tanto demócratas como republicanos en el Congreso --que hoy día no se ponen de acuerdo en casi nada-- están apoyando un proyecto de ley para retener unos $3 millones de las contribuciones anuales de Estados Unidos a las Naciones Unidas como protesta por la actuación del Consejo.

''No tendría que haber violadores de derechos humanos en un comité de derechos humanos, y eso es lo que tenemos ahora con países como Angola y Cuba'', me dijo Reid. Añadió que ''hay una probabilidad mayor del 50 por ciento'' de que se apruebe el proyecto de ley que retendría los fondos destinados al Consejo.

El Consejo, de 47 miembros, fue creado en el 2006 después de varios años de discusiones para reemplazar a la desacreditada Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que se había convertido en un club de protección mutua de gobiernos totalitarios. Sin embargo, el Consejo no ha resultado ser muy diferente.

Desde su creación, ha dedicado prácticamente todas sus energías a condenar a Israel, mientras que no ha condenado a docenas de otros países como Corea del Norte y Zimbabue. Lo que es más, el Consejo ha decidido cerrar sus veedurías especiales para monitorear los abusos de Cuba y Belorusia.

El Consejo ha emitido 13 condenas, de las cuales 12 han sido en contra de Israel, y una en contra de Birmania. La mayoría de grupos defensores de derechos humanos coinciden en que aunque Israel debe ser monitoreado de cerca, el Consejo se ha convertido en un organismo monotemático. Y sus condenas a Israel son totalmente sesgadas, porque no incluyen denuncias a los actos de terrorismo de los Palestinos en contra de civiles israelíes.

''Estamos muy decepcionados'', dice Peggy Hicks, del grupo Human Rights Watch, una organización que denuncia abusos en todo el mundo, incluido Estados Unidos. ``El Consejo se ha centrado en una agenda muy limitada, y no se ha ocupado de muchos temas de los que debería ocuparse''.

Hay al menos 26 países que merecen ser monitoreados por el Consejo, según Human Rights Watch. Entre ellos están Afganistán, Belorusia, China, Colombia, Costa de Marfil, Cuba, República Democrática del Congo, Egipto, Etiopía, Haití, Irán, Irak, Corea del Norte, Rusia, Arabia Saudita, Sri Lanka, Sudán, Turkmenistán, Uganda, Estados Unidos, Uzbekistán y Zimbabue.

''El Consejo es mucho peor de lo que era la (ahora difunta) Comisión de Derechos Humanos'', me dijo Hillel Neuer, director de U.N. Watch, un grupo con sede en Ginebra afiliado al Comité Judío Americano. ``La Comisión, a pesar de sus muchos defectos, por lo menos hacía algo por las víctimas de los derechos humanos en Corea del Norte, Cuba, y otros países''.

La mayoría de los grupos defensores de los derechos humanos no llegan a decir que el Consejo es peor que la comisión que lo antecedió, porque el nuevo organismo incluye más democracias. Pero señalan que el Consejo conserva docenas de miembros con dudosas credenciales en materia de derechos humanos --como China, Cuba y Arabia Saudita-- que canjean sus bancas en otras agencias de las Naciones Unidas por asientos en el Consejo, para luego defenderse mutuamente.

Estados Unidos no es un miembro del Consejo, porque la Casa Blanca decidió no presentar su nominación para una banca. Funcionarios de Estados Unidos dicen que la Casa Blanca no quiso legitimizar el Consejo, pero los críticos del gobierno señalan que Estados Unidos no hubiera logrado los votos que necesitaba para ganar una banca después de los escándalos de Abu Ghraib y Guantánamo.

A pesar de sus críticas al Consejo, Human Rights Watch y otros grupos de derechos humanos todavía albergan alguna esperanza de que el organismo obtenga alguna credibilidad cuando inicie su mecanismo de ''revisión periódica universal'' de todos los países en el 2008. Bajo el nuevo sistema, todos los países miembros de las Naciones Unidas serán objeto de escrutinio por el Consejo cada cuatro años.

Mi opinión: si el Consejo no empieza a denunciar los abusos de derechos humanos en China, Cuba, Corea del Norte --y también, por ciento, en la base de Estados Unidos en Guantánamo y los campos de detención en Irak-- cuando inicie su revisión periódica el año próximo, los grupos de derechos humanos de todo el mundo deberían unirse para condenarlo. Hasta ahora, ha sido una farsa.

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