29 febrero, 2008

La caída del dólar amenaza su dominio global, pero el mundo no está listo para abandonarlo


El dólar, víctima de los temores sobre una recesión en Estados Unidos, está cayendo en forma precipitada, creando una serie de desafíos no sólo para Washington, sino para todos los que dependen de la moneda estadounidense, desde los comerciantes de azúcar en Brasil a los banqueros centrales del Golfo Pérsico.

El jueves, el dólar tocó un nuevo mínimo contra el euro, la culminación de un desplome de seis años en los cuales el dólar ha perdido más de 40% de su valor contra la divisa europea y más del 20% contra una canasta más amplia de monedas. En Nueva York, el dólar se intercambiaba a 1,52 euros por unidad, dos días después de perforar la barrera de 1,50 euros.

El último tropiezo ha sido motivado por un conjunto de cifras que muestran un debilitamiento del mercado laboral estadounidense, la agudización de la crisis inmobiliaria y la desaceleración del crecimiento económico, que en 2007 registró su ritmo más bajo en cinco años.

Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, contribuyó a la caída de la moneda al destacar, durante su testimonio ante el Congreso el jueves, los aspectos negativos e indicar que la debilidad del dólar es una de las escasas luces en el panorama de la economía estadounidense, al ayudar a las exportaciones, el empleo y el déficit comercial.

La moneda preferida

Los mayores detractores del dólar, un grupo pequeño pero cada vez más numeroso, señalan que corre el riesgo de perder su puesto como la divisa dominante del mundo. Jim Rogers, un reconocido inversionista en materias primas y ex socio de George Soros, tiene un análisis particularmente sombrío: "El dólar es una moneda terriblemente imperfecta y tiene los días contados", dijo en una entrevista reciente, citando la enorme deuda estadounidense en manos extranjeras como la principal causa.

Pese al pesimismo reinante, sin embargo, el mundo no está preparado para prescindir del vapuleado dólar.

A pesar de sus fallas, el dólar sigue siendo el lenguaje común de las finanzas y el medio predilecto de intercambio de todo tipo de cosas, desde el azúcar al trigo y el petróleo. Esa demanda por el dólar como la divisa dominante del comercio internacional y de las reservas de los bancos centrales aumenta su valor. Destronar al dólar requerirá una enorme reorganización del sistema financiero mundial que pocas partes parecen preparadas a enfrentar.

Es difícil predecir si el dólar continuará declinando. Si lo hace, sin embargo, las empresas y las autoridades de todo el mundo enfrentarán durante muchos años los problemas creados por su dependencia de la divisa verde.

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La debilidad del dólar, por ejemplo, agrega una presión alcista sobre los precios de las materias primas. La amplia mayoría de ellas se negocia en dólares y ahora su precio se está disparando (ver nota relacionada). Los commodities se han abaratado para los compradores que cuentan con otras divisas, impulsando la demanda. Un dólar más débil también significa que las reservas de muchos bancos centrales están perdiendo valor, un dilema que no tiene fácil solución.

El dólar está involucrado en el 86% de los US$3,2 billones (millones de millones) de transacciones diarias de divisas en el mundo, a menudo como paso intermedio en el intercambio de otras dos divisas, según el Banco Internacional de Pagos. Aunque esto constituye un descenso con relación al 90% que representaba en 2001, ninguna divisa se le acerca.

Casi dos terceras partes de las reservas de los bancos centrales del mundo están denominadas en dólares, a pesar del temor de que se produzca un éxodo masivo de la divisa. El euro representa alrededor de una cuarta parte, un alza del 18% frente a 1999, cuando se introdujo, pero menos que la participación de sus divisas predecesoras en 1995. Debido a que EE.UU. es un socio comercial tan importante para tantos países, no es fácil diversificar las reservas de los bancos centrales.

Rey del comercio

El dólar también está profundamente arraigado en el comercio. Las empresas reducen sus costos de transacción al usar una divisa común. Más del 80% de las exportaciones de Indonesia, Tailandia y Pakistán, por ejemplo, se facturan en dólares, según las últimas cifras disponibles del Banco Central Europeo, aunque menos de una cuarta parte de sus exportaciones van a parar a EE.UU.

Para los países con una fuerte dependencia de las exportaciones de materias primas como el petróleo, las cifras pueden ser incluso más altas. Casi el 100% de las exportaciones de Argelia se facturan en dólares, aunque sólo el 27% van a EE.UU. "No existe una arquitectura financiera global para suplantar al dólar como la moneda de reserva del mundo", dice Joseph Quinlan, principal estratega de mercado para Bank of America.

Un dólar débil ayuda a las exportaciones estadounidenses al abaratar sus costos en el extranjero, lo cual puede reducir el déficit comercial estadounidense. De esta manera, el Departamento del Tesoro, aunque oficialmente apoya un dólar fuerte, aún no ha protestado por su descenso paulatino.

Las exportaciones estadounidenses de bienes y servicios han promediado un aumento del 8% anual durante los cuatro últimos años, más rápido que el crecimiento de 7% registrado en los 90, una diferencia cuyo valor superaría los US$17.000 millones al año de persistir.

Un dólar barato también añade presión al alza sobre los precios de las importaciones, un factor que complica la lucha de la Reserva Federal contra la inflación. Los exportadores de otros países, quienes con frecuencia prefieren mantener los precios estables en dólares que perder ventas, a menudo soportan parte de la carga de la caída de la divisa y reducen su impacto inflacionario en EE.UU.

George Soros, el reconocido especulador financiero, sugirió en enero durante el Foro Económico de Davos, que la crisis de crédito por la que atraviesa EE.UU. dañaría el estatus del dólar en la economía global. "Se trata, básicamente, del fin de un período de 60 años de una continua expansión del crédito basada en el dólar como moneda de reserva", aseveró.

Por su parte, algunos de los rivales geopolíticos de EE.UU. están tratando de romper la dependencia del dólar.

Rusia, por ejemplo, está creando un mercado de commodities en el que los contratos futuros de petróleo, así como otros productos, serán denominados en rublos.

Pero para otros es más difícil.

Hoy, Brasil exporta cerca de 20 millones de toneladas de azúcar al año, lo que representa cerca del 40% de las exportaciones mundiales de azúcar. Apenas el 1% de las exportaciones brasileñas se dirige a EE.UU., debido a los aranceles que este país impone. Sin embargo, el comercio de azúcar se sigue llevando a cabo en dólares. "Simplemente exportamos en dólares", explica Felipe Vicchiato, ejecutivo para las relaciones con los inversionistas de Grupo São Martinho, que vende azúcar desde Rusia a Dubai.

Vicchiato agrega que su empresa no considera cambiar de moneda. "Los precios de los commodities en las bolsas están en dólares y nuestro producto se cotiza en dólares", afirma. "Cuando le vendo a mis clientes, quieren pagar en dólares. No tenemos otra alternativa".

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