Cuando las firmas de Wall Street están en problemas, James Dimon sale al rescate
Por Robin Sidel
James Dimon, presidente de J.P. Morgan Chase & Co., se está convirtiendo en el banquero de última instancia de Wall Street.
Una década después de que la carrera de Dimon pareciera destrozada tras su notoria salida de Citigroup Inc., Dimon está jugando un rol fundamental en la crisis global del crédito en momentos en que algunos de sus rivales están de rodillas.
La noticia de que J.P. Morgan acordó la compra de Bear Stearns Cos. el domingo por la noche es el ejemplo más reciente. Luego de ayudar a rescatar una transacción de Home Depot a mediados del año pasado y convencer a otros bancos de unirse al intento de la Reserva Federal de proveer alivio al mercado, Dimon ha surgido como uno de los actores más poderosos de Wall Street en un momento en el que muchas firmas tienen problemas de liderazgo. Esta situación nunca había sido tan clara como la semana pasada, cuando trabajó con la Fed para orquestar el financiamiento de emergencia para Bear.
J.P. Morgan "respalda a Bear Stearns," dijo Dimon en un comunicado de prensa el domingo por la noche. "Los clientes de Bear Stearns y sus contrapartes deben sentirse seguros de que J.P. Morgan garantizará el riesgo de contraparte de Bear. Recibimos con agrado a sus clientes, contrapartes y empleados a nuestra firma".
Dimon fue alertado sobre las vicisitudes financieras de Bear Stearns el jueves por la noche, mientras celebraba sus 52 años. Pasó todo el fin de semana encerrado negociando la compra de la institución fundada hace 85 años. Si se echaba atrás, Bear podría haberse visto obligada a acogerse a la protección de las leyes de bancarrota y las repercusiones podrían haber causado estragos en el sistema financiero global.
Aunque J.P. Morgan tiene una larga historia como salvador de empresas, su fundador Pierpont Morgan contribuyó a rescatar a la Bolsa de Nueva York en 1907, Dimon tiene sus propios motivos para ayudar a resolver el descalabro más reciente de Wall Street.
Al igual que otras firmas financieras, J.P. Morgan es una contraparte en las transacciones con Bear Stearns y se arriesgaba a sufrir grandes pérdidas si Bear Stearns se acogía a la bancarrota. J.P. Morgan ya tiene miles de millones de dólares en préstamos apalancados y en exposición al deteriorado mercado de valores hipotecarios y no estaba dispuesta a arriesgarse a recibir un golpe financiero en momentos en que es probable que enfrente más préstamos impagos y pérdidas en sus operaciones de tarjetas de crédito.
Desde que asumió las riendas de J.P. Morgan hace más de dos años, Dimon ha dado un nuevo impulso al banco al inyectar miles de millones de dólares a las sucursales y sistemas informáticos y expandirse a áreas lucrativas como el corretaje de materias primas. A lo largo de su gestión, ha enfatizado la necesidad de crear una "fortaleza de balance" capaz de soportar los embates de una economía débil.
"Nuestro trabajo es construir una compañía, construirla en forma implacable, construirla paulatinamente, para que así la acción tenga un buen desempeño", dijo Dimon en una reunión de inversionistas el mes pasado.
Aunque J.P. Morgan ha salido relativamente ileso de la crisis de las hipotecas de alto riesgo, o subprime, ha sido duramente golpeado por su exposición a los préstamos apalancados y el creciente número de atrasos en los pagos en su negocio inmobiliario de US$95.000 millones. El mes pasado, el banco sorprendió a muchos inversionistas cuando advirtió que las pérdidas en valores inmobiliarios estaban aumentando rápidamente y podrían llegar a los US$900 millones para finales del año. Además, la filial de banca de inversión ha tenido un desempeño errático.
Giro inesperado
La carrera de Dimon, un ex protegido de Sanford Weill, el inversionista que ensambló Citigroup Inc., dio un giro inesperado en 1998, cuando un conflicto con Weill provocó su salida de Citigroup.
En lugar de buscar un puesto en otra firma de Wall Street, Dimon asumió la presidencia ejecutiva del banco de Chicago Bank One Corp.
Bajo su batuta, Bank One superó sus problemas y fue adquirido por J.P. Morgan en 2004 por US$58.000 millones, lo que marcó el regreso de Dimon a Nueva York. El ejecutivo posteriormente asumió la presidencia ejecutiva de J.P. Morgan.
Pocos esperaban que Dimon comprara pronto a una firma de Wall Street. De hecho, el ejecutivo había dejado claro que J.P. Morgan estaba poniendo la mira en la adquisición de uno de los grandes bancos regionales de EE.UU. que podrían expandir el alcance de la firma en la banca comercial y de consumo en EE.UU.
Pero sus planes dieron un giro en los últimos días con la rápida desintegración de Bear Stearns. Los ejecutivos de J.P. Morgan pasaron el fin de semana revisando los libros de Bear Stearns, y para la tarde del domingo aún no se sabía si se completaría el acuerdo. La noticia se produjo después de las siete de la tarde, hora de Nueva York.
Para Dimon, su mayor obstáculo era el riesgo. Aunque J.P. Morgan estaba ansioso por quedarse con algunos de los activos de Bear Stearns, como su negocio de corretaje que atiende a los fondos de cobertura, Dimon era renuente a concretar el acuerdo sin tener la seguridad de que la exposición de su firma estaría protegida, dicen fuentes al tanto.
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