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América Latina fue testigo de una de las cumbres más insólitas del Grupo de Río.
Cuando a mitad de la sesión de este viernes todo parecía indicar que las tensiones por la disputa diplomática entre Colombia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua se incrementaría, al final todo resultó en un apretón de manos y declaraciones de que ya se daba por cerrado el tema.
De allí la pregunta inevitable de ¿por qué en cuestión de minutos se pasó del impasse al entendimiento?.
"Lo que cambió fue el tono del presidente Chávez", según la interpretación que compartió con BBC Mundo la especialista en relaciones internacionales Maruja Tarre.
Tras el pugilato verbal entre Correa y Uribe, con intervenciones del nicaragüense Daniel Ortega, fue notable el tono mesurado usado por el presidente Chávez.
"Todo el mundo, probablemente, esperaba acusaciones violentas, insultos y resulta que Chávez llegó como un hombre de Estado (...) con grandes chistes, sus anécdotas. Fue el Chávez encantador de serpientes", dijo Tarre.
Chávez marcó una pauta muy distinta a la que había venido trazando a lo largo de la semana, desde que ordenó una movilización militar en la frontera con Colombia y que finalmente siguieron Ecuador y Nicaragua, "estados clientes de Venezuela", en consideración de la especialista.
Otros otorgan la mayor responsabilidad a la firmeza -y paciencia- demostrada por Uribe, quien, en un escenario abiertamente hostil, expuso su caso sin herir el orgullo de sus colegas, lo que facilitó al final el reencuentro.
Venezuela vs. Colombia
Para muchos, el choque fundamental de este episodio lo protagonizaban Caracas y Bogotá, pese a que el incidente que lo originó fue la incursión militar colombiana en territorio ecuatoriano.
No es casual que la foto que resume el éxito pacificador de la cumbre sea la del apretón de manos de Uribe y Chávez en presencia del anfitrión, el presidente dominicano, Leonel Fernández.
Correa quedó fuera de ese cuadro, en parte, porque aceptó con renuencia la mano que le extendía el presidente Uribe, quien lo fue a buscar a su asiento.
Y en parte porque Chávez fue más receptivo con el colombiano, a quien encontró en el medio de la mesa del encuentro.
A muchos tampoco les pareció casual que la reacción venezolana a aquella violación de soberanía fuera inicialmente más intensa que la del propio país agraviado.
Ahora, con este arreglo, el presidente Uribe logra desmontar la presión militar que Venezuela había estado amasando en la frontera y logra reabrir la vía para que siga fluyendo el comercio binacional.
Aunque no parece que haya logrado compromiso alguno por parte de los gobiernos que hasta horas atrás acusaba de "amigos del terrorismo" para que moderen ese supuesto apoyo a la guerrilla colombiana.
Como revés, Uribe ve ratificada la condena continental que ya obtuvo en la Organización de Estados Americanos (OEA), donde se le cuestionó la violación del territorio ecuatoriano y la pretensión de adoptar la política de "ataques defensivos" al estilo israelí como doctrina militar para la región.
Y allí es donde gana Ecuador, que continúa recibiendo gestos de solidaridad del resto del hemisferio por la agresión sufrida.
Retiro honorable
Del lado venezolano, con el descenso de su presión militar, el presidente Chávez corta una creciente fuente de descontento popular entre quienes temían que la profundización de la crisis terminará en un choque armado.
Las encuestas venezolanas señalaban que la aplastante mayoría de la población rechazaba la estrategia y el discurso "guerrerista", aunque oficialmente desde Caracas siempre se habló de maniobra defensiva.
Aunque muchos aseguraban que la movilización militar era un "show mediático" la creciente efervescencia retórica del mandatario venezolano hacia difícil imaginarse cómo podría desmontarla.
Chávez también gana el compromiso de Uribe de retirar la amenaza de denunciarlo ante la Corte Penal Internacional por supuesto "apoyo y financiamiento al terrorismo".
La verdad es que no habría sido fácil para el mandatario colombiano presentar un caso tan delicado, que habría sido el primero contra un jefe de Estado en ejercicio por parte de un colega.
Diplomacia caribeña
Nicaragua obtuvo un beneficio en un asunto no relacionado, como el retiro de los buques de guerra colombianos basados en la isla de San Andrés.
Ambos países tienen una disputa por las áreas marinas de la zona y esperan una fallo al respecto de la Corte Internacional de Justicia de la Haya.
A cambio, Ortega reanudó relaciones con Bogotá, apenas 24 horas después de haberlas cortado en solidaridad con Ecuador.
Al anfitrión de la cumbre, Leonel Fernández, los medios de comunicación empiezan a llamarlo "el conciliador", porque sus gestiones habrían logrado darle la vuelta a la situación.
En círculos diplomáticos entienden que este éxito circunstancial de la "diplomacia caribeña" no pone fin, por sí mismo, al problema.
Al fin y al cabo, todos los involucrados se hicieron acusaciones muy graves. Incluso durísimos insultos personales, hasta minutos antes del abrazo dominicano que vieron en vivo y directo miles de personas en toda la región andina y en buena parte del continente.
Entre ellos, la encargada de una tienda en un centro comercial caraqueño que con molestia y en voz alta, casi gritando sobre la algarabía de los aplausos de los más entusiastas, decía: "Vamos a ver cuánto dura".
Cuando le pregunto el porqué de su escepticismo, contesta: "porque todo va a depender de lo que se le ocurra decir algún día a Chávez y lo que le responda Uribe. Es que son igualitos"
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