Factores de alerta temprana en la inestabilidad de América del Sur
Por Andrés Benavente Urbina
Webarticulista
En la última década América del Sur ha ido evidenciando de manera cada vez más clara una profunda crisis de la política, por más que ésta se reivindicó parcialmente luego del colapso de los regímenes autoritarios de los años sesenta y setenta. Reivindicación frágil por cuanto no supo asumir oportuna y cabalmente el desafío de modernizarse y volverse eficiente, prefiriendo en cambio retomar antiguas prácticas de clientelismo que ya no se avenían con los formidables procesos de transformación económica que comenzarían a verificarse de manera extendida en los inicios de los años noventa.
Es inquietante como los partidos políticos han sido sobrepasados en cuanto la democracia, la cual para su normal funcionamiento necesita de partidos sólidos como entidades mediadoras y canalizadoras de las inquietudes públicas de la población. En la región se percibe, en general, a los partidos políticos como negativos, como núcleos de luchas intestinas, incapaces de diseñar políticas consistentes y con inclinaciones corruptas.
Esto ha ido consolidando, en varios países, un sentimiento contrario a los partidos, tanto en el nivel de las elites intelectuales como en el electorado en general. Protagonistas de un proceso de farandulización de la política (en cuanto se ven sobrepasados por la creciente importancia de los medios de comunicación), los partidos han contribuido en algunos países al debilitamiento de la democracia y de la credibilidad del sistema institucional, favoreciendo directa o indirectamente los liderazgos populistas, que se dan en un escenario donde el ritual electoral se mantiene sólo como un revestimiento formal de estilos autoritarios de gobierno.
En este contexto se presentan agudos problemas sociales, respecto de los cuales los gobiernos no son percibidos con capacidad para resolverlos, lo que afecta a la credibilidad de las instituciones. Esto da lugar a extendidas movilizaciones de protesta sin características ideológicas significativas que expresan más bien un estado de ánimo con mezcla de ira y frustración. Si los partidos políticos están afectados por una crisis de representatividad lo más probable es que se termine en una crisis de gobernabilidad.
Otro factor de Alerta en las señales de inestabilidad de la región es la corrupción. Ella es uno de los factores que pone en peligro la estabilidad de las democracias y es un obstáculo insalvable para garantizar la gobernabilidad de los países y la seguridad de las sociedades involucradas. Conjuntamente con los costos económicos y sociales que ella acarrea, las consecuencias políticas son también graves en tanto la corrupción del sector público pone en juicio la credibilidad y legitimidad de los gobiernos.
La corrupción puede llegar, si se generaliza en una sociedad, a transformarse en un factor de amenaza para la estabilidad del propio sistema institucional, en cuanto compromete conductas que tienden a desviar el normal y correcto ejercicio del poder político, del poder legislativo, de los servicios judiciales y/o de las instancias económicas-institucionales.
La característica más problemática que presenta, es que no siempre es posible visualizar conductas jurídicamente delictivas o que puedan efectivamente probarse, quedando a veces la duda -cuando se hace visible en parte - si se trata de ilícitos penales, civiles o meramente administrativos. La corrupción es una especie de delincuencia subterránea frente a la cual la sociedad sólo reacciona cuando el problema alcanza la magnitud de una crisis generalizada.
En definitiva, América del Sur ofrece una larga tradición de esquemas estatistas, muchas veces agudizados con dosis de populismo. En estas experiencias ha quedado en evidencia que la sobrecarga de demandas que soporta un Estado intervencionista plantea un serio desafío de gobernabilidad del sistema político-institucional y lleva al colapso de políticas económicas. Hay casos en que en vez de decidirse a reducir el tamaño del Estado, políticos y gobernantes se afanaron en tratar de disminuir las presiones sobre el sistema para hacerlo más gobernable. Lo que significó una degeneración aún más grave de la intervención estatal: el Estado prebendista donde la corrupción se entroniza.
Analizar y debatir estos y otros problemas, contribuye a evidenciar factores de Alerta Temprana para neutralizar con eficacia los factores antes mencionados, de manera que la región no vuelva a la reedición de tensiones en la gobernabilidad y precipite después en escenarios de inestabilidad.
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