25 marzo, 2008

Fidel necesita "bloqueo"

por Gabriela Calderón

Gabriela Calderón es editora de ElCato.org y columnista de El Universo (Ecuador).

Guayaquil, Ecuador— Los intentos por parte de EE.UU. de hacer morir de hambre a los regimenes que le disgustan casi nunca han funcionado. La coerción económica casi nunca ha derivado en una rebelión interna sino más bien en un fortalecimiento del nacionalismo de una ciudadanía que se siente atacada por una nación extranjera.1 En el caso de Cuba, ha sido el chivo expiatorio perfecto para que Fidel Castro evite reconocer el fracaso total de su revolución.

Vale aclarar que la palabra “bloqueo” implica usualmente una acción militar que comprende cortar el flujo de provisiones, tropas o información al enemigo. De acuerdo a esto, no existe un bloqueo de EE.UU. contra Cuba (¿dónde están los barcos estadounidenses impidiendo el paso de alimentos llegando a Cuba?). Lo que existe es un “embargo” o bloqueo comercial que implica solamente restringir las actividades comerciales entre los dos países (Cuba es libre de comerciar con el resto del mundo).

Mientras que Castro y sus apologistas juegan el papel de “víctimas del criminal bloqueo impuesto por el imperio” se olvidan del “autobloqueo” que el gobierno cubano se ha impuesto. Parte del dogma comunista, al que todavía se suscribe firmemente Fidel, cree en la autarquía económica. Esto es, todo lo que necesitamos consumir lo podemos y deberíamos producir nosotros. Por lo tanto, mientras que EE.UU. decide no comerciar con Cuba, ¿quién o qué le impidió a Cuba comerciar con el resto del mundo o no hacerlo (según reza el dogma de la autarquía) y prosperar de esa manera?

Nada más y nada menos que el régimen cubano. No se puede aumentar exportaciones e importaciones sin antes aumentar la capacidad de producción, la productividad y la capacidad de consumo de los ciudadanos. Esto no se puede lograr dentro de un sistema de planificación central.

Según las estadísticas oficiales del gobierno cubano, Cuba comercia con por lo menos 86 países alrededor del mundo.2 Según la Economic Intelligence Unit el gobierno de Cuba tiene una deuda externa acumulada de $16,8 mil millones para el año 2007.3 Así que de ninguna manera Cuba ha estado aislada del resto del mundo: no le han faltado ni socios comerciales ni abundantes créditos. Además, ¿hay algún producto que Cuba necesite de EE.UU. que no pueda adquirir fácil y libremente de, por ejemplo, Japón o Alemania?

Nadie necesita del embargo más que Fidel. Y es que nada sería más desestabilizador para el régimen cubano que los cubanos en la isla que sean expuestos a la mayor cantidad posible de bienes de consumo que el mundo capitalista ha producido mientras que ellos permanecían sumidos en el disparatado experimento del “Comandante”. Y el gobierno cubano lo sabe, por eso restringe el acceso al Internet como también la interacción entre los turistas y los habitantes de la isla.

Daniel Griswold, director del Centro de Estudios de Política Comercial del Cato Institute ha demostrado en sus estudios que la interacción comercial, más no la intervención o sanciones económicas, suele fomentar la democracia alrededor del mundo. Casi cinco décadas de un embargo fracasado contra Cuba le suman peso a este argumento.4 Lamentablemente, la miopía de la clase política estadounidense más la considerable presión política de la minoría cubano-estadounidense no le han permitido eliminar el embargo.

Otros países comunistas alrededor del mundo colapsaron sin que EE.UU. les haya impuesto un embargo. Esto demuestra que el problema no es el “bloqueo” sino el sistema.

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