Hungría, una alerta para los mercados emergentes
Los problemas que ha tenido Hungría para persuadir a los mercados financieros que le presten dinero muestran que la crisis global del crédito está comenzando a golpear a los mercados emergentes con importantes desequilibrios económicos.
La compra y venta de bonos del gobierno húngaro se detuvo dos veces en las últimas dos semanas, luego de que los compradores no se mostraron dispuestos a financiar el país sin una mayor prima por riesgo. El rendimiento de los bonos húngaros a 10 años ha superado el 9%, tras ubicarse en un 7% en enero.
Hasta ahora, las economías emergentes se han librado de las repercusiones de la crisis de crédito que nació el año pasado en el mercado de hipotecas de alto riesgo, o subprime, de Estados Unidos. Se trata de un cambio importante frente a crisis anteriores, cuando los mercados emergentes eran los primeros de los cuales huían los inversionistas en busca de un refugio seguro.
Los problemas de Hungría, no obstante, son la señal más clara de que los inversionistas están comenzando a hacer una clara distinción entre los países emergentes con sólidos fundamentos macroeconómicos y los menos robustos. "Esto es parte de una tendencia más amplia en la que los inversionistas se han vuelto más reacios al riesgo. Hungría ha sido golpeada con particular fuerza porque ha sido percibida como más riesgosa que otras economías emergentes de Europa", asegura Neil Shearing, economista de Capital Economics, en Londres.
Hasta el momento, los mercados de América Latina no se han visto afectados, pese a que los bonos de países como Argentina, Venezuela y Ecuador son considerados como riesgosos. Los analistas estiman que la mayor parte de la región cuenta con buenos fundamentos económicos, luego de varios años en que los precios de las materias primas han batido un récord tras otro y los países han apuntalado sus finanzas.
La mayoría de las economías emergentes que están siendo golpeadas están en Europa Central o del Este. Estas incluyen Hungría, Rumania, Bulgaria y Letonia, así como Turquía. Cada una de estas economías tiene alguna combinación de crecientes déficit comercial y fiscal, un alza de la inflación o deuda en moneda extranjera que tendrían problemas para pagar si la moneda local se devalúa.
El dinámico crecimiento económico en países como Rumania, Lituania y Estonia ha llevado a un déficit rampante en sus cuentas corrientes. El déficit de Bulgaria el año pasado, en torno al 20% de su Producto Interno Bruto, parece particularmente insostenible.
Hungría está en una peor posición que la mayoría de los países de la región, ya que no está creciendo tan rápido.
Su economía se expandió el año pasado apenas cerca de 1,3%, gracias al programa de austeridad fiscal implementado por el gobierno en 2006 para paliar su gigantesco déficit fiscal. Al mismo tiempo, se cree que el banco central de Hungría subirá las tasas de interés para evitar que la inflación, la cual está en cerca de 7% anual, se desboque.
"El riesgo es que el mercado pierda más confianza, lo que llevará a un debilitamiento de la divisa, que obligará al banco central a aumentar las tasas a niveles muy altos", dice Istvan Zsoldos, economista de Europa Central para Goldman Sachs, en Londres. Eso podría desatar una recesión y vapulear los mercados de acciones y bonos.
En los últimos años, muchos ciudadanos húngaros, al igual que otros en Europa Central y del Este, han obtenido hipotecas y préstamos de consumo en moneda extranjera como euros, francos suizos y yenes, atraídos por las tasas de interés bajas de estas monedas, en comparación a los préstamos en moneda local como el florín húngaro. A los bancos centrales de la región les inquieta que los ciudadanos no entiendan el riesgo: si las tasas de cambio de las monedas locales caen, los pagos de deuda repentinamente aumentan y los prestatarios podrían dejar de pagar, golpeando a toda la economía.
Hungría "tiene una larga lista de debilidades", señala Michael Gómez, uno de los responsables de invertir en mercados emergentes para el gigante estadounidense de renta fija Pacific Investment Management Co. El mercado "está en busca de lugares vulnerables", agrega.
La mayoría de los analistas no cree que la amenaza a las economías de Europa del Este sea comparable a la crisis asiática que comenzó en 1997.
"No creo que vaya a haber una crisis sistémica", opina Zsoldos, de Goldman Sachs. El alto nivel de integración de Hungría con Alemania y otras economías de Europa Occidental hace que sea difícil pensar que el valor de la moneda húngara colapse como el del peso en Argentina en 2001-2002, dice. "Los activos se volverían tan baratos que los inversionistas entrarían".
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