18 marzo, 2008

La inflación del petróleo


por Manuel Hinds

Manuel Hinds ex Ministro de Finanzas de El Salvador y autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (Council on Foreign Relations, 2006).

Los últimos meses han visto un rápido empeoramiento de los precios del petróleo, que en estos días han alcanzado los 110 dólares por barril en términos nominales (es decir, sin hacer ningún ajuste por inflación). Estos precios son los más altos en la historia en términos reales (es decir, descontando la inflación). En estos términos, medidos en dólares del año 2000, los precios de Marzo de 2008 son 4 por ciento más altos que el récord anterior, alcanzado en diciembre de 1979. Ese precio se mantuvo por tres meses hasta Marzo de 1980 y después cayó estrepitosamente, llegando para 1986 a niveles de 20 dólares por barril.

Esta caída tuvo lugar en gran parte como consecuencia de la drástica disciplina monetaria introducida en Estados Unidos por Paul Volcker, que fue nombrado gobernador del banco central de dicho país (la Reserva Federal) en agosto de 1979. Al igual que ahora, en esos años la política monetaria de los Estados Unidos había sido excesivamente expansionista, con lo que se había generado una inflación alta en los mercados internacionales. La inflación del petróleo era más alta porque, también al igual que ahora, los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) habían reducido artificialmente la producción de petróleo para que sus precios aumentaran más allá de lo dictado por los mercados libres.

Volcker subió las tasas de interés, redujo la creación de dinero y forzó al país a apretarse los cinturones. La nueva disciplina estabilizó la economía. La tasa de inflación en Estados Unidos, que había alcanzado niveles récord de 15 por ciento a principios de 1980, cayó a 2,5% para agosto de 1983. La disciplina también redujo temporalmente la tasa de crecimiento de la economía, de un promedio de 4,7 por ciento en términos reales de 1976 a 1979, a un promedio de 1,2% de 1980 a 1983. Para 1984, la economía rebotó, creciendo al 7,2 por ciento.

Esto es lo que podría haberse esperado que sucediera en esta vez también —una corrección de las tasas excesivas de creación monetaria que caracterizaron a la Reserva Federal en los últimos años. El problema es que esta vez las circunstancias de los mercados financieros presentan serias limitaciones a la capacidad de la Reserva Federal para imponer una disciplina monetaria al país. Diferente a lo que sucedió a principios de los ochenta, el sistema bancario internacional ha sufrido enormes pérdidas como consecuencia del colapso del mercado de las hipotecas de segunda clase y del subsiguiente colapso de los mercados de instrumentos estructurados de riesgo que los bancos internacionales habían creado en los últimos años. El problema es que estos instrumentos eran tan complejos que todavía no se logra cuantificar las pérdidas ni entender cuales bancos las tienen y cuales no.

Esto ha resultado en una incertidumbre con respecto a la salud de los bancos que hace que estos se nieguen a prestarse entre ellos —que es tradicionalmente uno de los mecanismos más importantes en la generación de crédito en el mundo entero. Con los bancos negándose a prestarse entre ellos, la creación de crédito ha colapsado en los mercados internacionales —no sólo en Estados Unidos sino también en Europa. Esta caída del crédito está forzando a la Reserva Federal y otros bancos centrales a crear dinero en enormes cantidades, lo cual mantiene altos los precios del petróleo y amenaza con resultar a la larga con tasas más altas de inflación mundial, un problema al que no se le ve solución hasta que el problema de la distribución de las pérdidas en el sector financiero no haya sido resuelto claramente. Mientras eso no se resuelva, la inflación internacional seguirá siendo alta.

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