Los Empresarios y la Inflación:
Confundir la Gimnasia con la Magnesia
por Enrique R. González Porras *
La contaminación del proceso de diseño de políticas económicas y públicas por razones estrictamente políticas y electorales, ha producido una miopía severa en los diseñadores de las políticas públicas e igualmente, explica el desatino focal en las políticas públicas y económicas, puntualmente, en aquellas destinadas a resolver los problemas de inflación y desabastecimiento.
Para ser honestos, si bien la historia cuenta con un reducido número de ejemplos de aplicación de regulaciones económicas (vía controles de precios) y administraciones de normas antimonopolio para dizque para controlar episodios inflacionarios, la verdad es que en la actualidad tal pretensión cuenta con poco asidero teórico-argumentativo y lógico.
A la lucha contra la inflación se le ha achacado ser una de las razones detrás de la introducción del control de carteles en Alemania. Sin embargo, resulta poco creíble que las normas antimonopolio puedan ser utilizadas de forma eficiente para alcanzar tales propósitos. En el caso que un cartel sea desmontado, la reducción de los niveles de precios de un nivel de cartel o monopólicos a unos niveles de competencia efectiva, constituirá una reducción puntual en el tiempo, más que una contribución permanente en los niveles de los precios.
Más allá, en economías con fuertes desempeños inflacionarios o incrementos continuos de precios, resultará más que probable que las empresas reaccionen de forma común o paralela ante un incremento de precios en el mercado de insumos, sin que ello signifique colusión alguna entre las empresas. De hecho, resultará improcedente limitar los ajustes paralelos de los precios ante el impacto general de incrementos de precios en los insumos. Luego, intentar controlar los precios aguas abajo, reducirá los márgenes de las empresas ubicadas en este renglón, reduciendo los incentivos para llevar adelante tal actividad, lo que eventualmente produciría una brecha entre la capacidad productiva y la capacidad distribuidora y de venta de los detallistas. Si el control se aplica aguas arriba, se destruirán incentivos para producir e incluso para ampliar la capacidad productiva, generando lesión al bienestar social al no conseguirse, al menos eficiencia asignativa (el desabastecimiento de productos, ante controles de precios no solo genera una perdida de peso muerto, sino que adicionalmente no se garantiza que los consumidores con mayores preferencias por los productos tengan accesos a los mismos).
Adicionalmente, un incremento constante de los niveles de precios no constituye estrategia empresarial abusiva alguna, solo podría responder a respuestas normales ante incrementos sucesivos de precios en los mercados de insumos y/o ante una inflación generalizada.
Debe resaltarse que las empresas, incluso aquellas en una posición monopolística o con poder de mercado, no poseen incentivos privados para alzar los precios de forma continua y a niveles "estratosféricos". ¿Por qué? Porque incluso un monopolista sabe que existe un nivel de precios al cual la pérdida de mercado resulta más onerosa que la ganancia adicional sobre el mercado infra-marginal. Así las cosas, un monopolista, sin competencia efectiva, podría incrementar sus precios de forma abusiva, pero solo una vez en el tiempo y hasta cierto nivel. Lo anterior, no significa que estemos justificando este tipo de práctica, por el contrario son restrictivas a la competencia y violatorias de la ley, pero tampoco constituyen incrementos de precios que determinen o expliquen los niveles de inflación en economía alguna.
Incluso, en un mercado con un monopolista que haya abusado de su posición dominante por medio de la fijación de precios excesivos o monopólicos, es de esperarse que exista estabilidad de precios y que no se produzcan nuevos incrementos de precios (debido a la Falacia del Celofán, la cual explica que una vez fijado un precio monopólico un incremento marginal del mismo generará más pérdidas de mercado que ganancias provenientes de la fracción infra-marginal del mercado).
Alternativamente, aun cuando puede ser cierto que los carteles sufren de periodos de guerras de precios o de "experimentación" en la fijación de precios de referencias (al menos en el caso de colusión tácita, no en carteles), lo anterior sugiere periodos de alza y reducción de precios, pero no aumentos constantes a lo largo del tiempo ya que esperaríamos algún precio focal que resulte en un equilibrio (en el caso de colusión tácita, la cual por cierto no debería ser castigada por la norma de competencia) o un precio fijo concertado en el caso de cartel.
La inflación es definida como aquella variación sistemática a lo largo del tiempo en los niveles generales de precios, por lo que aumentos puntuales o reducciones puntuales no formarán parte de tal concepto. Las razones y las causas de la inflación en Venezuela son de distinto orden y allí debe enfocarse la política anti-inflacionaria, ya que el remedio ha resultado peor que la enfermedad.
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