25 marzo, 2008

Piedad Córdoba, las dos caras de una historia

La senadora Piedad Córdoba conversa con el ex congresista Luis Eladio Pérez (centro), y Jorge Gechem, tras ser liberados por las FARC.
AP

La senadora Piedad Córdoba conversa con el ex congresista Luis Eladio Pérez (centro), y Jorge Gechem, tras ser liberados por las FARC.

Noches atrás, al salir de Senado, la senadora Piedad Córdoba se estaba agarrando un costado.

"Me duele el estómago'', le dijo a un ayudante. "Es toda esta tensión''.

No es de extrañar.

En la actualidad, diez guardaespaldas la acompañan por toda Colombia tras una serie de amenazas de muerte. En la calle, la gente la insulta y tiene que esperar en un lugar seguro hasta que los demás pasajeros suban al avión antes de poder hacerlo, tras un altercado verbal en el aeropuerto de Bogotá en enero.

Córdoba, ella misma víctima de un secuestro, ha estado en los titulares de los periódicos en los últimos tres meses debido a su actividad para liberar a los seis rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), una narcoguerrilla marxista.

Pero la gran mayoría de los colombianos cree que, al hacerlo, ha establecido relaciones excesivamente familiares con las FARC y con el presidente Chávez de Venezuela. Ambos, profundamente impopulares en Colombia.

"Es el alter ego de Chávez'', comentó el senador Jorge Visbál, un contrincante político.

Así que aunque muchos analistas esperan que Córdoba se postule para presidente en el 2010 con el apoyo de Chávez, el encuestador Juan Lemoine descarta sus posibilidades.

"Tiene menos de 5 por ciento de posibilidades de ganar'', dijo Lemoine.

Córdoba no desiste.

"Siempre han tratado de silenciarme'' le dijo Córdoba a The Miami Herald durante varias entrevistas que empezaron en Bogotá y terminaron en Caracas. "Estoy contra el Establishment. Mucha gente de la izquierda no quiere sacudir el Establishment y que no la inviten a las fiestas. A mi nadie me invita. En la única lista en la que estoy es en la de gente a matar''.

Córdoba dijo haber sobrevivido a ocho atentados contra su vida. En uno de ellos murieron dos de sus guardaespaldas, en otro su chofer quedó inválido.

Y eso fue antes de que buscara el polémico papel de tratar de liberar a los rehenes de las FARC, retenidos desde hace años, mientras el presidente colombiano Alvaro Uribe libra una guerra implacable contra las FARC, con el apoyo de Estados Unidos.

Córdoba se unió con Chávez, y luego consiguió el renuente apoyo de Uribe para tratar de que las FARC liberaran a los rehenes. Las guerrillas soltaron a dos en enero y a otros cuatro en febrero.

"Sin su mediación y sin la mediación de Chávez, no estaríamos libres hoy'', le dijo al Herald el antiguo senador Luis Eladio Pérez, liberado en febrero. "Cuando Colombia se había olvidado de los colombianos en la selva, ella estaba luchando por nosotros. Gusten sus ideas o no, es alguien que el país necesita. No está haciendo esto para ganar votos''.

Los resultados de una encuesta de Gallup de principios de este mes, mostraban que que Córdoba tenía un nivel de desaprobación de 69 por ciento en las cuatro mayores ciudades del país, en comparación con sólo 32 por ciento el año pasado.

"La gente no entiende por qué está hablando mal de Colombia y de Uribe en Venezuela'', dijo Carlos Santos, un taxista de Bogotá. "Es como hablar mal de la familia delante de extraños''.

En realidad, Córdoba apoya abiertamente a Chávez y critica a Uribe, que tenía un asombroso índice aprobación del 84 por ciento en la encuesta de marzo, mientras que Chávez tenía un igualmente asombroso 90 por ciento de rechazo.

"Chávez es un humanitario'', afirma Córdoba. "Yo soy chavista''.

En cuanto a Uribe, "es un guerrerista'', añadió. "Colombia es un estado mafioso y Uribe es su Padrino''.

Irónicamente, Uribe y Córdoba proceden ambos de Medellín en el estado central de Antioquia. Pero las similaridades terminan ahí.

Uribe es un conservador y el heredero de una familia de terratenientes. Las guerrillas de las FARC mataron a su padre 1983.

Córdoba es una socialista. Su padre era negro y su madre blanca. Ambos eran maestros. Fue la segunda de 10 hijos.

Córdoba, de 53 años de edad, dijo haber sido una de sólo tres personas de color entre los 300 estudiantes en su Escuela de Derecho. Fue una activista estudiantil y posteriormente trabajó con activistas políticos a favor de los negros, los homosexuales y los pobres en general.

Crió cuatro hijos, se divorció y fue electa a la Cámara de Representantes en 1992 y al Senado dos años más tarde. Los senadores se eligen en elecciones nacionales y no representan distritos específicos.

En 1999, paramilitares de extrema derecha la secuestraron pero llamamientos públicos consiguieron que la liberaran 16 días después. Tomó licencia del Senado y se fue a Montreal donde estuvo trabajando para las Naciones Unidas. Regresó a Colombia dos años después y fue reelegida al Senado de 102 miembros.

Córdoba se mueve cómodamente en el Senado. Sentada en una esquina, acepta los abrazos y los besos de sus colegas.

"Es muy valiente'', dijo el senador Luis Fernando Velasco, tras saludarla. "Dice lo que piensa aunque pueda perjudicarla políticamente. La gente está empezando a verla como a una enemiga del estado. No es justo''.

En un salón lleno de trajes grises y de hombres blancos, Córdoba se destaca por su piel morena y su ropa rosada --traje, tacones altos y su conocido turbante que, según ella, usa en honor de su herencia africana. Dado lo conocida que se ha vuelto últimamente, no es de sorprender que un caricaturista la tomara como tema.

Córdoba sonrió con dificultad cuando le enseñaron el dibujo. Mostraba a Chávez echándole el brazo por arriba de los hombros.

"Dicen que Chávez es mi amante'', comentó Córdoba sacudiendo la cabeza. "También dicen que soy lesbiana. Hace años que no salgo con nadie. ¿Quién va a querer salir conmigo con toda la atención negativa que atraigo?"

Córdoba dijo que no es fácil soportar la ira popular.

"Este trabajo es muy agotador'', dijo en la terraza del lujoso hotel Gran Meliá en Caracas, donde el gobierno de Chávez la aloja. "El gobierno [colombiano] le ha vendido a la prensa la idea de que soy muy peligrosa. Eso me duele''.

Un email de las FARC recuperado en la computadora portátil de un guerrillero muerto la llama una "amiga'' y afirma que su candidatura tendría ‘nuestro apoyo'', aunque ella ha dicho públicamente que seguiría siendo un fiel miembro del Partido Liberal, que está en la oposición.

Córdoba niega tener planes de postularse para presidente. En vez de eso, dijo que seguiría trabajando para que las FARC y el gobierno de Uribe lleguen a un acuerdo para cambiar 40 secuestrados por unos 500 guerrilleros que están cumpliendo condenas en las cárceles colombianas.

Córdoba dijo que, con el tiempo, espera conseguir un cese al fuego de las FARC a cambio de que las guerrillas se incorporen a la sociedad civil

"Yo pudiera enseñar o trabajar en las Naciones Unidas'', dijo en Caracas. "Pero estoy comprometida con el proceso de paz. Es más importante tratar de avanzar que no hacer nada o retirarse. No puedo quedarme tranquila viendo lo que está pasando en Colombia''.

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