15 marzo, 2008

Toyota recurre a su modelo tradicional de gestión para empezar a ganar carreras en la Fórmula Uno

TOKIO — Cuando se encienda la luz verde este domingo en el Gran Premio de Australia, dando inicio a la temporada de Fórmula Uno, Toyota Motor Corp. saldrá a probar que su poderío en la fabricación y venta de vehículos se puede traducir en un lugar destacado en la principal competencia del automovilismo mundial.

Desde que comenzó a participar en el circuito de Fórmula Uno, en 2002, Toyota no ha ganado una carrera o terminado una temporada en un puesto superior al cuarto, pese a invertir cerca de US$2.500 millones en los últimos seis años, según algunas estimaciones. El año pasado terminó sexto entre 11 equipos, causando inquietud entre los altos ejecutivos de la automotriz japonesa.

"El dinero no puede comprar el éxito en la F1", dice Marcel Cordes, director ejecutivo de SPORT+MARKT, firma alemana de marketing deportivo. "La falta de victorias se está convirtiendo en un problema cada vez más agudo. Creo que 2008 es el año en el que deben mostrar que son un candidato al título, no sólo parte del espectáculo".

Ahora, Toyota cifra sus esperanzas en la implementación de su codiciado estilo consensual de gestión, que no encaja con el mundo de la F1, para inyectar nueva vida a su equipo.

Cuando Tadashi Yamashina asumió como jefe del equipo de Toyota de F1, el año pasado, les empezó a enseñar a su equipo de 650 personas, que incluye pilotos, ingenieros, diseñadores, mecánicos y personal de apoyo, que la clave para triunfar se puede encontrar en la llamada forma Toyota, una serie de principios de gestión que ayudaron a transformar la compañía de un desconocido fabricante japonés a un gigante global del sector.

"Alentamos el trabajo en equipo y siempre nos concentramos en kaizen", o mejora continua en japonés, dice Yamashina, que dirige el equipo desde su sede principal en Colonia, Alemania.

Aunque gobiernos, hospitales y fábricas de todo el mundo han copiado exitosamente la famosa filosofía de gestión de Toyota, muchos analistas del automovilismo se preguntan si se ajusta al mundo competitivo de la F1. En la competencia, buena parte del drama ocurre fuera de la pista, ya que los equipos invierten millones de dólares en investigación y construcción de lo que esperan que sea el auto más rápido. Históricamente, los equipos más exitosos han sido dirigidos por personalidades fuertes que actúan como generales en el campo de batalla, tomando decisiones no sólo durante la carrera, sino durante la fase de diseño.

"Para brillar en F1, hay que reaccionar rápido, ser veloz en todo", dice Patrick Camus, analista de F1. El equipo de Toyota, en cambio, "es muy pesado de conducir, como un buque gigante".

Yamashina cuenta que se vio sorprendido por el sistema tradicional de gestión de F1, que a su juicio depende demasiado de la experiencia y aptitud de una persona. Así que se pasó al sistema que mejor conoce. Rediseñó el equipo, poniendo a un gerente a cargo de chasis y a otro a cargo del motor. Luego trató de abrir las líneas de comunicación para que todos los miembros del equipo compartieran sus experiencias, de la misma forma en la que lo hace en sus fábricas.

Aunque todos los equipos de la F1 dependen del trabajo en equipo, la filosofía de Toyota lo lleva a un nuevo nivel.

Por ejemplo, cuando alguien encuentra un problema en el sistema eléctrico del auto, el equipo entero se reúne para analizarlo y encontrar una solución. En un esquema tradicional de F1, el director del equipo sólo o con un grupo pequeño de asesores habría tomado la decisión.

Muchos miembros del equipo se resistieron a los cambios, dice Yamashina. Pero con el tiempo se dieron cuenta que el estilo de Toyota no es el más rápido, pero sí el más efectivo porque todos conocen el contexto de una decisión. Eso, sin embargo, no impidió que el equipo tuviera una mala temporada.

De todos modos, su exposición a la Fórmula Uno le reporta varios beneficios a Toyota, más allá del desempeño del equipo. Su presidente, Katsuaki Watanabe, dice que la F1 le permite a la automotriz estimular a los compradores jóvenes de automóviles. Además, las exigencias técnicas de la competencia estimulan descubrimientos que pueden ser usados en la fabricación masiva de autos, como hacerlos más livianos y, por lo tanto, más económicos en el uso del combustible.

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