Acallar el debate
por Sergio Sarmiento
Evidentemente Andrés Manuel López Obrador no quiere debatir la reforma energética presentada por el presidente Felipe Calderón. Su único interés es matar el debate en aras de un interés político personal. Definitivamente no se puede debatir si la primera medida de quien exige el debate es impedir que se debata.
No se puede discutir un tema en el Congreso si las tribunas están tomadas por un grupo parlamentario. Evidentemente Andrés Manuel López Obrador no quiere debatir la reforma energética presentada por el presidente Felipe Calderón. Su único interés es matar el debate en aras de un interés político personal.
Mi posición es que la iniciativa de reforma, si acaso, resulta demasiado tímida. Sería importante abrir más, mucho más, la industria petrolera a la inversión privada para fortalecerla y para volverla más competitiva. Debemos ver el ejemplo de países como Brasil, Noruega e incluso Cuba que, al abrir sus industrias petroleras, han logrado avances que han hecho palidecer a México y a Pemex.
Entiendo, sin embargo, que mi posición no es compartida por muchos mexicanos, entre ellos, por supuesto, Andrés Manuel López Obrador. La forma de dirimir estas diferencias, sin embargo, debe ser a través de un debate realmente pacífico y de una votación en las cámaras legislativas las cuales derivan su legitimidad del voto de los ciudadanos. Lo que ha ofrecido López Obrador es una toma de tribunas para acallar toda discusión.
En México estamos debatiendo temas fundamentales para el futuro del país. Hay quien piensa que absolutamente toda la inversión en la industria petrolera, desde la exploración y la extracción, hasta el transporte, la refinación y la distribución final de los combustibles, debe quedar en manos de un monopolio gubernamental. Otros consideramos que la apertura a la inversión privada fortalecerá nuestra producción y la prosperidad de los mexicanos y en consecuencia la soberanía de nuestra nación. No se puede llegar a ésta ni a ninguna otra discusión importante con el dogma ilusorio de que sólo nuestras convicciones son válidas y honestas. Pero tampoco se puede evitar un voto final sobre el tema sólo porque pensamos que nuestra opinión no prevalecerá.
En este momento es claro que todos los legisladores panistas votarán a favor de la iniciativa presidencial. Todos los perredistas, en contraste, van a rechazar la propuesta. El voto crucial corresponderá así a los diputados y los senadores del PRI. No se necesita más, ya que una mayoría simple será suficiente para modificar la legislación en la materia.
La discusión en el seno del PRI está siendo muy intensa. Es muy probable, de hecho, que no se pueda conseguir una votación unánime de los legisladores del tricolor. Por eso es especialmente importante que se lleve a cabo un debate ordenado e inteligente sobre el tema. Pero independientemente de la idea que pueda uno tener sobre los puntos de vista del PRD en esta materia, la decisión de López Obrador de ordenar de manera autoritaria el cierre del Congreso es preocupante. No se puede debatir si la primera medida de quien exige el debate es impedir que se debata.
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