17 abril, 2008

El declive en la producción petrolera de Rusia renueva los temores de desabastecimiento y dispara los precios

Por Guy Chazan y Neil King Jr.

La producción de petróleo de Rusia, que por años ha sido una fuente vital de nuevo crudo para los mercados mundiales de energía, ha comenzado a estancarse e incluso a disminuir. El hecho se suma a la reciente incertidumbre que ha ayudado a impulsar el precio del petróleo por encima de US$110 el barril, pese a los problemas de la economía mundial.

En lo que constituye su primer descenso en una década, el suministro ruso de crudo promedió 10 millones de barriles al día en el primer trimestre de este año, una caída de cerca de 1% frente al mismo período del año pasado. Éstas son noticias preocupantes para un país que a principios de esta década había tenido un crecimiento en su producción de dos dígitos anuales.

La desaceleración en Rusia, el segundo exportador de crudo después de Arabia Saudita, ha intensificado las preocupaciones sobre el suministro petrolero de largo plazo en medio del declive en la producción de yacimientos gigantescos como Cantarell, en México, y Prudhoe Bay, en Alaska.

[rusoil]

A medida que se han disparado los precios, Arabia Saudita y otros miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) han esgrimido que los aumentos previstos en la producción de los países no pertenecientes a la organización muestran que el mundo no necesita que la OPEP aporte más barriles. Aunque disminuya la demanda a raíz del bache económico estadounidense, muchos analistas temen que una caída en el suministro en los próximos meses envíe los precios a niveles aún más altos.

"No hay mucho suministro entrando en este momento, así que esta [falta de crecimiento de la OPEP] está estructurando toda la actividad del mercado", dice Roger Diwan, consultor de energía de la estadounidense PFC Energy.

La caída en la producción rusa también resalta una preocupante realidad. Pese al auge de los precios en los últimos cinco años, la producción de crudo de los países que no pertenecen a la OPEP se ha mantenido esencialmente en el mismo nivel desde 2005, desafiando la tradicional relación entre altos precios y aumentos en la producción. Las razones van desde la escalada en los costos de exploración a los cada vez más remotos lugares donde se están encontrando los nuevos yacimientos.

Algunos altos funcionarios rusos, como el ministro de recursos naturales Yuri Trutnev, predicen que la producción del país para este año podría ser menor a la del año pasado. Pero no todos están de acuerdo. El Ministerio de Energía anticipa un aumento de 1,8%, mientras que la Agencia Internacional de Energía predice un crecimiento de 0,8%.

Lo que está claro es que la producción de crudo de Rusia ha tocado al menos un techo temporal después de años de fuerte crecimiento.

La producción colapsó después del desmoronamiento de la Unión Soviética, a medida que el precio del crudo se iba a pique y la inversión se agotaba.

La producción comenzó a repuntar en 1999, cuando las nuevas petroleras privadas usaron técnicas occidentales para recuperar campos maduros, pasando de 6 millones de barriles al día en 1996 a 9,4 millones de barriles al día el año pasado.

El problema de Rusia es que sus antiguos campos siberianos, responsables de buena parte del repunte, han retomado su tendencia de largo plazo a la baja. El país necesitará trabajar en los recónditos e inexplorados yacimientos del este de Siberia para asegurar su crecimiento futuro. Pero hasta el momento, los altos impuestos proveen pocos incentivos para que las petroleras inviertan en nueva producción.

Las empresas extranjeras también han sido cautas tras la creciente interferencia del gobierno en el sector energético, tipificada por la nacionalización del gigante OAO Yukos y las tribulaciones de inversionistas extranjeros como Royal Dutch Shell PLC y BP.

En un esfuerzo por impulsar la inversión, el gobierno ruso reveló recientemente un recorte de impuestos de US$4.200 millones para el sector, el cual fue bien recibido.

Tal vez no sea suficiente. Leonid Fedun, vicepresidente de OAO Lukoil, una de las mayores petroleras rusas, asegura que la industria petrolera rusa necesita una inversión de US$1 billón (millón de millones) a lo largo de los próximos 20 años tan sólo para mantener la producción de 10 millones de barriles al día.

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