29 abril, 2008

Un agricultor de soya se convierte en una piedra en el zapato para el gobierno de Cristina Kirchner

Por Drew Benson y Matt Moffett

BUENOS AIRES—Los agricultores argentinos podrían reanudar esta semana sus protestas en contra de una polémica alza de impuestos. De hacerlo, su líder será un hombre de rostro rubicundo y estilo campechano, que se ha convertido en una especie de héroe para los argentinos que se oponen a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Alfredo De Angeli, un agricultor de soya de 51 años, ha pasado a ser el rostro de sus colegas molestos con las políticas de Kirchner, quien hace cinco meses sucedió a su esposo Néstor. En marzo, De Angeli fue uno de los que lideró los bloqueos de carreteras rurales que dejaron los supermercados sin carne ni productos agrícolas en lo que constituyó la situación más crítica vivida en seis años y uno de los primeros grandes desafíos para Kirchner.

Ambas partes acordaron una tregua para negociar durante un mes la decisión del gobierno de elevar el impuesto sobre las exportaciones de soya. El plazo vence el dos de mayo y De Angeli no cree que el conflicto vaya a acabar.

En una entrevista el viernes pasado, De Angeli dijo que una solución "se hace cada día menos probable porque la postura del gobierno es intransigente". A este paso, agregó, lo más probable es que los agricultores reanuden las protestas.

La reanudación de las manifestaciones representaría un golpe para Kirchner, que ha visto como su popularidad ha caído a pocos meses de asumir el poder. La semana pasada, la percepción de un debilitamiento en el gobierno se hizo evidente por primera vez en los mercados financieros, enviando al peso a su nivel más bajo en cinco años.

Para acentuar la atmósfera de desorden generalizado, nubes de humo provenientes de la parte noroccidental de Buenos Aires han cubierto el cielo de la capital. El humo proviene de la quema de pasto por parte de los agricultores, una práctica común en el campo. Sin embargo, la densidad sin precedentes del humo forzó al gobierno de Kirchner a iniciar una investigación.

Si bien De Angeli es pesimista sobre una solución negociada al alza tributaria, otros líderes rurales aún creen en un acuerdo. Sus esperanzas crecieron la semana pasada tras la renuncia de Martín Lousteau, el artífice del aumento en el impuesto, a su puesto como ministro de Economía. Otro líder agrícola, Pedro Apaolaza, dijo que si el nuevo ministro de Economía, Carlos Fernández, envía una "clara señal" de su intención de flexibilizar la política tributaria, los agricultores podrían extender las negociaciones.

El gobierno acusa a los agricultores de intransigencia. El jefe de Gabinete Alberto Fernández manifestó la semana pasada que "es difícil pensar en una solución cuando dicen que van a obstruir las carreteras".

De Angeli, nieto de un inmigrante italiano, es parte de una tercera generación de agricultores quien, junto a su hermano Atilio, cultiva soya, trigo y otros granos en casi 810 hectáreas de tierra alquilada en la provincia de Entre Ríos.

Su sencillez es clave para que los agricultores derroten al gobierno en la batalla por el apoyo de la opinión pública. "Para el público, encarna el agricultor olvidado al que el gobierno ha exprimido como una naranja", dice el economista Aldo Abram.

La disputa tributaria empezó a principios de marzo cuando Lousteau, en un esfuerzo por aumentar la recaudación tributaria, elevó el impuesto a las exportaciones de soya, entonces en 35%, para que pudiera fluctuar conforme a los precios globales del cultivo. El gobierno sostiene que los precios de las materias primas han subido tanto que los agricultores están en condiciones de compartir la bonanza.

De Angeli y sus colegas, sin embargo, dicen que son objeto de una carga excesiva por parte de un gobierno populista que no es capaz de controlar el gasto. "Ha sabido expresar bien o representar la molestia de mucha gente", dice Federico Thomsen, analista político y económico, en alusión a De Angeli.

Su estilo campechano ha dificultado la campaña de relaciones públicas del gobierno que busca hacer aparecer a los agricultores como oligarcas derechistas engreídos. Los simpatizantes del gobierno insisten en que los agricultores actualmente se bañan en dinero, resaltando las flamantes camionetas que muchos de ellos condujeron en las manifestaciones del mes pasado.

Algunos creen que De Angeli se ha convertido en un líder conveniente para los terratenientes ricos, cuyos intereses usualmente chocan con los de los cultivadores pequeños o quienes alquilan tierras como el propio De Angeli.

Sin embargo, De Angeli no se siente utilizado. "Es un conflicto que involucra a todo un sector y los terratenientes me están ayudando a viajar por todo el país", dijo el viernes pasado.

De Angeli protagonizó otra controversia la semana pasado cuando declaró a un diario argentino que los agricultores que bloquearon carreteras en marzo estaban armados como precaución en contra de los miembros del sindicato de camioneros, quienes son fieles al gobierno. Ahora, él es sujeto de una investigación judicial preliminar para determinar si incitó a la violencia.

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