08 mayo, 2008

Acerca del arroz y las Leyes del Grano

por Steve H. Hanke

Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y Senior Fellow del Cato Institute.

Como todo el mundo sabe, los precios de los alimentos han subido dramáticamente en los últimos años. Los precios del arroz han contribuido considerablemente al alza—han aumentado más que el doble desde principios de este año. Una vez dicho eso, los mercados futuros de arroz, los cuales de hecho son fragmentados y de pequeño margen, indican que no hay una escasez severa de arroz.

Dadas los recientes disturbios por los precios de los alimentos, el aumento en la cobertura mediática acerca de la escasez de arroz y el pánico político acerca de las políticas arroceras—esta noticia del mercado a futuros resulta extraña.

La economía de los mercados de materias primas provee la clave para descifrar este misterio. El costo neto de cargar inventarios es igual a la tasa de interés, más el costo del almacenamiento físico, menos la “ganancia por conveniencia”. La ganancia por conveniencia es conducida por la demanda precavida de almacenamiento. Cuando la conveniencia resulta en una ganancia de cero, el mercado está en “carga completa”, los precios futuros exceden los precios actuales y los inventarios son abundantes.

En cambio, cuando la demanda precavida de una materia prima es alta, los precios actuales son fuertes y exceden a los precios futuros, y los inventarios son inusualmente bajos.

Como la estructura periódica de los precios del arroz lo aclara, la demanda por precaución en Tailandia no es elevada y los inventarios son amplios. De hecho, para que la estructura periódica de los precios indique inventarios inusualmente bajos, la estructura periódica tendría una pendiente negativa, más no una positiva.

En gran parte de los países, la producción arrocera y su comercialización están sujetas a una gama de leyes y regulaciones. Los subsidios para los productores y consumidores de arroz están en todas partes. Los aranceles sobre las importaciones y exportaciones son comunes, como también lo son las cuotas de importación y exportación.

Muchas de estas políticas derivan del razonamiento de la seguridad alimenticia y del deseo de mantener una grande porción de la producción arrocera en casa. La consecuencia es que los mercados arroceros son segmentados, con grandes diferencias entre los precios arroceros de distintos países (ajustados para la calidad del arroz y los costos de transporte).

No es sorprendente, que una relativamente pequeña porción—entre 6% y 7%—de la producción mundial es exportada.

Para entender las distorsiones, ineficiencias y los grandes costos presupuestarios y económicos asociados con la intervención estatal en la producción arrocera y el comercio del arroz en Indonesia, todo lo que uno tiene que hacer es leer la edición actual del prestigioso Bulletin of Indonesia Economic Studies (BIES). Acaba de ser publicado. Esta edición especial del BIES está dedicada a las políticas arroceras de Indonesia.

Algunos de los hallazgos en este denso volumen le pueden dar una idea:

  • El gobierno emplea políticas que promueven precios domésticos más altos para el arroz dentro de Indonesia con el propósito de proteger a los agricultores y reducir así la pobreza. Hay un problema con la premisa de la política del gobierno: la evidencia empírica no la respalda. De hecho, de acuerdo al BIES, el alto precio del arroz perjudica a la mayoría de los habitantes de Indonesia—tal vez a un 80% de ellos.
  • Un análisis detallado de la producción y el consumo arrocero muestra que los cálculos de superávit o déficit no son confiables. En realidad, son tan poco confiables que uno no puede determinar precisamente si es que hay un superávit o un déficit. Esto es notable porque los cálculos de superávit o déficit son precisamente la base utilizada por el gobierno para determinar la magnitud de las importaciones legales. En resumen, la imprecisión de la información acerca de la producción y el consumo hace que sean simplemente imposibles las estrategias de almacenamiento para emergencias y otras opciones propuestas por los profetas de la planificación central.
  • Si todo esto ya no es suficientemente preocupante, el BIES presenta evidencia mostrando que un mayor grado de democracia parlamentaria en Indonesia ha aumentado la presión política de los agricultores y procesadores agrícolas. Esto, combinado con el nacionalismo económico de los miembros del parlamento, ha fortalecido el apoyo a más proteccionismo para la industria arrocera.

Ahora que los gobiernos de los países consumidores de arroz han llegado a un estado de pánico, estamos presenciando una carrera entre ellos para ver cuál introduce más medidas intervencionistas, soluciones de planificación central desacreditadas y más acuerdos comerciales entre gobiernos.

Esto equivale a tratar de lidiar con los problemas creados por las masivas distorsiones gubernamentales en el comercio arrocero causando más distorsiones. Esto, sin duda alguna, simplemente empeorará los actuales problemas arroceros.

Las leyes y las regulaciones arroceras están yendo en la dirección equivocada. Esto lo lleva a uno de vuelta a las Leyes del Grano británicas. Estas establecieron la regulación absoluta de la agricultura británica al principio del siglo XIX.

Afortunadamente, estas regulaciones fueron abolidas en 1846, gracias a los esfuerzos de Richard Cobden, John Bright y la Liga en Contra de las Leyes del Grano. Esto resultó en la promoción del libre comercio, la importación de alimentos baratos y un considerable aumento en el estándar de vida de los británicos.

Lo que el arroz necesita hoy es menos intervención estatal y una versión moderna de la Liga en contra de las Leyes del Grano.

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