EL NEGOCIO DEL NARCOTRAFICO NO ES COSA DE CHICOS
Julio A. Cirino
El escándalo de la cocaína voladora, que seguramente desaparecerá tapado por el próximo escandalete, sabe Dios sobre qué, no tiene que hacernos perder de vista que lo que esta en el fondo es un negocio, antiguo, peligroso y sofisticado que mueve miles de millones de dólares al año.
¿Es fácil montar una operación para transportar cocaína a Europa o a cualquier otra parte del mundo?
Sin duda es algo que ni Ud ni yo podemos hacer desde el living de nuestras casas. ¿Entonces?
Vamos en orden :
Lo primero que necesitamos es capital los narcos no aceptan tarjetas de crédito ni cheques.
Segundo tenemos que entender cómo funciona el mercado regional, particularmente después de la desaparición de los grandes carteles Colombianos y la atomización de la producción en mas de 150 organizaciones (solo en Colombia) que trafican con cocaína y/o heroína. Justamente la atomización y las pérdidas en los cargamentos llevaron a estas organizaciones a una “tercerización” de todo el proceso.
Los campesinos que cultivan; los que manejan los laboratorios; los que dan la seguridad; los que se ocupan de la compra y transporte de los precursores químicos; los que hacen los “traslados” de la droga y finalmente las cadenas de distribución, mayoristas y minoristas. Todos estos pasos, y alguno mas que se me puede haber quedado en el tintero, son dados por estructuras que no integran un cuerpo unificado, una gran organización y que por lo tanto es mucho menos vulnerable a la acción de las policías del mundo. Debemos además resolver si compraremos en el mercado colombiano, en el peruano, en el boliviano o en todos ellos en forma simultanea o alternada.
Tercero necesitamos contactos y resolver donde y qué vamos a comprar. Necesitamos además establecernos como “compradores”. Ud no se para frente a un narco (suponiendo que lo encuentre) y le dice : Por favor 10 kilos “de la buena” como compra café en el supermercado.
Cuarto, suponiendo que su compra fue exitosa, quién, cómo y donde se va a transportar esa droga.
Quinto, siempre suponiendo que su transporte fue exitoso, quienes conforman su cadena de distribución.
Esto explicado en forma super-simplificada deja poco espacio para suponer que tres o cuatro personas arman, sin capital, sin conexiones y casi en forma infantil un negocio que puede mover millones de dólares en un solo envío.
No nos pusimos a considerar siquiera la implicancias que estas operaciones tienen en términos de las complicidades que requieren, el dinero en corrupción que movilizan. No le contamos aún que las llamadas “rutas” son algo tremendamente dinámico que requieren de verdaderos especialistas en la logística del transporte de drogas que están constantemente verificando que es lo que hacen las diversas policías, como se comportan los controles de tal puerto o aeropuerto. En el caso particular de Argentina, estamos poniendo el foco en el Aeropuerto internacional de Ezeiza, pero cuantos otros Aeropuertos, Aeródromos y “pistas” algunas autorizadas, otras no tiene el país.
Esto sin considerar que el tráfico mas importante tanto de marihuana como de cocaína, viaja, mayoritariamente por tierra o por agua, no por aire y de esas rutas nada se comenta.
El mercado del aborto, un negocio emergente
El escándalo de las clínicas del doctor Morín ha puesto nuevamente de actualidad la cuestión del aborto. Aunque ningún partido se ocupe de aclararlo, conviene recordar que el aborto no es un derecho, tal y como suelen decir los medios de comunicación, sino un delito, que deja de ser punible en determinadas circunstancias (los famosos tres supuestos que contempla la ley).
Hasta las instituciones onusinas menos sospechosas de dedicar su tiempo a la promoción de dicho crimen desempeñan un papel preponderante en esta campaña de alcance mundial, que tiene por objeto convertir el aborto en una herramienta más para el control de la población. Así, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) destina parte de su presupuesto a poner las técnicas abortivas al alcance de menores de edad desplazados. Lo llama, eufemísticamente, “protección de la salud reproductiva”. ¡De seres humanos que no tienen edad para reproducirse!
Los planes para implantar el aborto en el Tercer Mundo no dejan nada al azar; contemplan incluso el ataque sistemático y la difamación de las madres de familias numerosas, esas “inconscientes” que han traído al mundo más niños de lo que consideran pertinente los burócratas de la ONU.
Todo forma parte de esa absurda idea de que la única manera de acabar con la pobreza y el subdesarrollo pasa por limitar la población de los países del Tercer Mundo, para lo cual el Occidente civilizado se ha propuesto imponer unas técnicas de control demográfico más propias de regímenes racistas y totalitarios que de los dedicados al progreso global.
La realidad nos dice que tal idea es profundamente errónea. Nunca el hombre ha vivido mejor que ahora, y nunca ha habido tantos hombres sobre la Tierra. Y es que el progreso necesita el concurso de un capital humano cada vez mayor. De hecho, si la población mundial se redujera a la mitad (cosa que haría inmensamente felices a los burócratas internacionales), el bienestar general se vendría abajo de forma estrepitosa, así como, por razones obvias, las posibilidades de que siguiéramos avanzando en
El Imperio de la Muerte es una denuncia muy bien documentada de todo el montaje puesto en marcha alrededor del aborto, así como una espléndida herramienta para conocer sin tapujos el tenebroso destino que las instituciones internacionales están dando al dinero de la gente.
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