05 junio, 2008

China: Protección desastrosa

por James Dorn

James A. Dorn es Vice-presidente para Asuntos Académicos de Cato Institute y especialista en China y coautor de China's Future: Constructive Partner or Emerging Threat? (El Futuro de China: ¿Socios Constructivos o Amenaza Emergente?).

La terrible devastación causada por el terremoto en Sichuan, China, nos recuerda el azar presente en la naturaleza, la incertidumbre de la vida y la compasión que la gente tiene por los que sufren. Pero hay una lección más importante y menos comprendida: los países con mercados bien desarrollados, con derechos de propiedad privada y con una fuerte sociedad civil son mucho más capaces de resistir y recuperarse de los desastres naturales.

Los controles de precios y de ingresos, combinados con la ausencia de derechos de propiedad privada, aumentan la duración y magnitud de los fenómenos naturales. El mercado, que conduce al desarrollo, provee la mejor seguridad contra los desastres incrementando la riqueza y permitiendo que el sistema económico se adapte rápidamente a los shocks. El economista George Horwich, ahora jubilado, de la Universidad de Purdue demostró cómo los países que se adhirieron a los principios del libre mercado resistieron desastres naturales más fácilmente que aquellos que suprimieron la libertad económica.

En 1988, 25.000 personas murieron cuando un terremoto se produjo en la Armenia Soviética. Al año siguiente, un terremoto de la misma magnitud golpeó San Francisco y solo 67 personas perdieron la vida.

En un extenso estudio del terremoto de Kobe en 1995, el economista Horwich descubrió que la economía de mercado de Japón, la cual había creado tremenda riqueza en la era de la post-guerra, junto con una fuerte sociedad civil, permitió que Japón se recuperara rápidamente sin ningún daño duradero en su economía. Las escuelas bien cimentadas en Kobe proporcionaron refugio para aproximadamente un tercio de las 300.000 personas que se quedaron sin hogar.

El estudio de desastres naturales de Horwich demuestra cómo se reducen las pérdidas al punto que hay un flujo libre de información, mercados privados resistentes y un gobierno que protege los derechos de propiedad y permite funcionar a la sociedad civil. El desarrollo generado por el mercado puede mitigar catástrofes al promover la libertad económica, creando la riqueza y cultivando la responsabilidad individual.

Para entender la importancia del libre mercado en la disminución del daño ocasionado por los desastres naturales, solo se necesita comparar la lenta reacción de Myanmar, un país con poder centralizado y muy rígidamente controlado, con la rápida reacción de China, la cual ha liberalizado su economía desde 1978 y se ha abierto comercialmente al mundo. Además, China aprendió de la crisis del síndrome respiratorio severo que la mejor política para enfrentar los desastres es permitir la circulación de la información, la cual ha venido mejorando a través del acceso de las personas a tecnologías más modernas de comunicación que originaron a partir de las reformas de mercado.

No obstante, la transición lenta hacia la liberalización en las áreas rurales—y especialmente la ausencia de derechos de propiedad privada—hace más difícil salir de la pobreza y obstaculiza los esfuerzos para responder y mitigar las pérdidas ocasionadas por las catástrofes naturales. Las regulaciones de construcción para las escuelas en Beichuan y otros condados en Sichuan no eran adecuadas o no se hicieron cumplir y, como resultado, niños inocentes murieron. Esta tragedia no es un fracaso del mercado, sino más bien un fracaso del gobierno de proteger vidas, libertad y propiedad privada.

Cuando los derechos de propiedad son seguros, los propietarios privados tienen un incentivo para mantener la calidad y son responsables por las deficiencias. Cuando la tierra puede comprarse y venderse libremente, los propietarios invertirán dinero en aquella propiedad y podrán usarla como colateral. Se creará más riqueza y las transacciones de mercado se expandirán enriqueciendo a la gente. Las familias usarán su riqueza recién adquirida para educar a sus hijos y esta inversión beneficiará a la sociedad.

La familia, los vecinos y los amigos son siempre los primeros en dar una mano cuando los desastres ocurren. Esos esfuerzos tendrán más éxito en una economía de libre mercado con propietarios privados y un sistema de precios operando sin distorsiones que en una economía planificada en donde la propiedad y la información están controladas por la élite que gobierna.

No podemos evitar la ira de la naturaleza, pero si podemos ayudar a minimizar los riesgos y la incertidumbre adoptando instituciones que proporcionen un sistema de libertad. La liberalización de China ha permitido superar los desastres naturales de una manera más efectiva, pero debe continuar aumentando la libertad económica e individual, y privatizando las propiedades colectivas para que los pobres de las zonas rurales puedan ser más autosuficientes y menos dependientes de funcionarios públicos.

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