¿Está preparado Estados Unidos para un presidente negro?
La pregunta lleva en el aire desde que ese joven e inexperto senador de Illinois, llamado Barack Obama, irrumpió en las quinielas presidenciales, con más pena que gloria. Por aquel entonces, lo que pensaban muchos es si el país estaría preparado para una mujer presidenta.
Varios meses y una cruenta batalla electoral de por medio todo parece indicar que los norteamericanos tendrán que lidiar con el peliagudo tema de la raza a la hora de elegir a su próximo presidente. Obama es a día de hoy la imagen del cambio y la esperanza estadounidenses pero, ¿será eso suficiente para blanquear su color de piel?
Obama en cabeza
Hoy se dará por cerrado el tedioso proceso electoral con la celebración de primarias en Dakota del Sur y Montana mientras todo parece indicar que Obama será el que alcance el número de delegados suficiente para llevarse el gato al agua. Los rumores indican que si vence en ambos estados, el senador deleitará con un discurso vencedor desde Saint Paul, en Montana, justo donde los republicanos celebrarán su convención a primeros de septiembre. Por su parte, Hillary Clinton se ha convertido en toda una fuente de incertidumbre.
Muchos creen que no tirará la toalla e irá más allá de la primera vuelta, otros afirman que ya ha mandado a parte de sus miembros de campaña a casa y dará un discurso de despedida desde Nueva York, al tiempo que se afirma que Obama le echará una mano para pagar sus deudas y le podría agraciar con conducir la reforma sobre la seguridad social si llegase a convertirse en presidente. También quedá la posibilidad del ticket soñado con Clinton en la vicepresidencia. Para colmo, el ex presidente Bill Clinton, reconoció ayer que hoy podría ser el último día en la campaña de su esposa. Todo, rumore, rumore
Si tenemos en cuenta todos los indicios, los estadounidenses tendrán que someterse a una prueba de fuego y esclarecer si están dispuestos a aceptar a un hombre de color como presidente. Pese al conservadurismo que puede reinar en el seno de muchas familias norteamericanas, es cierto que EEUU está preparada para aceptar que un afroamericano alcance la Casa Blanca, el problema es que el país no está listo para pasar por alto las tensiones raciales que han marcado décadas de historia.
¿Qué dicen las encuestas?
Sin embargo, si se observan todas las encuestas realizadas a lo largo de los meses, parece que la raza es menos importante que el sexo. Un análisis realizado por CNN afirma que el 76 por ciento de los norteamericanos aceptarían a una persona de color en el cargo, mientras que un 63 por ciento apoyaría a una mujer presidenta. Bien, hasta aquí todo correcto, pero es cierto que no todo el mundo dice lo que piensa y que en este país, no sólo los "blancos" tienen poder de decisión.
La psicóloga política, Drew Westen, tiene claro que Obama se ha convertido en "la fantasía de todo ciudadano blanco de cómo deberían ser los afroamericanos". "Es inteligente, es atractivo y no responde a ninguno de los estereotipos de los peligrosos hombres negros que aparecen en televisión", añade.
Aún así, es imposible evitar comentarios del tipo "este país siempre ha estado controlado por un blanco, América es demasiado racista para aceptar a un negro de presidente". Sobre todo, este tipo de afirmaciones se produce entre el electorado hispano, que por referencias culturales nunca ha llegado a congeniar con los afroamericanos.
Las tensiones entre ambos colectivos van más allá de las clásica peleas de bandas y muchos hispanos que han apostado por Clinton no votarán "jamas a un negro", reconoce Amparo R. Gonzales, una colombiana de 45 años que residen en Nueva York. Lejos de extender esta barrera y generalizar demasiado, es cierto, que los demócratas hispanos llevan 15 años conociendo a los Clinton y la irrupción de una cara nueva no ha jugado a favor de Obama. Estados con fuerte presencia hispana como Texas, Florida y California han ido a parar a manos de la senadora de Nueva York.
Es cierto, además, que Obama no termina de calar hondo entre la clase obrera norteamericana, prueba de ello es que estados como Ohio, Pennsylvania o Michigan se hayan rendido a los pies de Clinton. El senador de Illinois no deja de ser un afroamericano de madre blanca criado en la prestigiosa Universidad de Harvard cuyo discurso ha atraido más a la clase burguesa y a los votantes de color que al 'blue collar' americano (como se conoce a la clase trabajadora en el país).
Obama se ha alejado de posiciones más radicales, como las que adoptaron en su día referentes como Marthin Luther King o Malcolm X. De hecho, ha tenido que dar con la puerta en las narices a su pastor de toda la vida, el reverendo Jeremiah Wright, por su retórica incendiaria. Con esta dispoción, el senador de Illinois ha querido dejar claro que si llegase a la presidencia, el color de su piel no jugaría ningún papel a la hora de tomar decisiones en cuanto a temas raciales se refiere.
¿El candidato perfecto?
Seamos honestos. Pese a su popularidad y magnetismo, ni siquiera los demócratas están seguros de que Obama sea el candidato correcto para enfrentarse al republicano John McCain por la presidencia de EEUU. A lo largo de casi ocho meses, el calvario de rascar delegados da qué pensar, sobre todo porque existen millones de votos "independientes" en juego, que penderán de la confianza de los dos contrincantes a la Casa Blanca. Y, hasta la fecha, los liberales no han demostrado unidad alguna.
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