15 junio, 2008

Evo Morales se enfrenta a Estados Unidos y a Europa

El presidente boliviano Evo Morales abrió esta semana dos frentes externos de conflicto: con Estados Unidos por darle asilo a un ex ministro y con la Unión Europea por su política migratoria.

La relación entre Washington y La Paz, salpicada de incidentes desde enero del 2006 cuando Morales asumió, tuvo un nuevo sobresalto cuando se confirmó que Estados Unidos concedió asilo político al ex ministro de Defensa, Carlos Sánchez Berzaín.

Este es requerido por la justicia boliviana por la represión a una revuelta en octubre del 2003 que ocasionó la muerte de 60 civiles y la salida del poder del entonces presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada, que también se encuentra en Estados Unidos.

Tras un pedido de Morales para que Estados Unidos no proteja al ex ministro, el canciller boliviano David Choquehuanca se reunió con el embajador estadounidense en la Paz, Philip Goldberg, y consideró ''insuficientes'' sus explicaciones.

La tensión podría aumentar si se confirma que el ex presidente Sánchez de Lozada -igualmente requerido por la justicia boliviana- también recibió asilo de Washington.

Pero Morales también protestó contra las políticas migratorias europeas, y afirmó que cualquier acuerdo comercial con Europa sería éticamente imposible.

Morales llamó este viernes -en un artículo publicado en el diario francés Liberation- a los dirigentes y diputados europeos a ``que no se apruebe el texto de la directiva de retorno''.

El proyecto, que será sometido al Parlamento europeo el 18 de junio, busca que los indocumentados en Europa vuelvan por sí mismos a sus países de origen, so pena de expulsión y privación de libertad hasta por 18 meses.

''No podemos aceptar que los derechos fundamentales de las personas sean negados a nuestros compatriotas y a nuestros hermanos latinoamericanos'', señala con una indignación concentrada en la disposición que posibilita encarcelar a los indocumentados antes de expulsarlos.

''¿Cómo podemos aceptar sin reaccionar que sean concentrados en esos campos nuestros compatriotas y hermanos latinoamericanos indocumentados, cuya inmensa mayoría trabaja y se integra desde hace años?'', se preguntó Morales.

Se trata de dos frentes de tensión externa en momentos en que se agitan las aguas en el plano interno, con una sólida oposición a su proyecto de dotar al país de una nueva Constitución de carácter estatista e indigenista.

La punta de lanza de esta oposición son cuatro de los nueve departamentos bolivianos -encabezados por la poderosa Santa Cruz- actualmente en busca de consolidar mediante referendos sus estatutos autonómicos, en clara rebeldía contra el gobierno central que considera ilegal el proceso.

Morales llamó en enero a un diálogo para desempantanar la situación sin ningún éxito. En mayo el turno fue para el vicepresidente boliviano, Alvaro García Linera, que esta semana aceptó que antes de agosto no había forma de sentarse a la mesa con la oposición.

¿Porqué agosto? Porque el 10 de ese mes está pactada una jornada de referendos en que tanto Morales como los nueve prefectos (máximas autoridades de los departamentos) ponen en juego sus cargos.

Los analistas consideran que el presidente tiene la popularidad suficiente para mantenerse y que lo mismo ocurre para los prefectos que son opositores más recalcitrantes -en particular el de Santa Cruz, Rubén Costas-, por lo cual el núcleo de la crisis se mantendría intacto.

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