24 junio, 2008

Los demócratas le hacen un favor a Chávez

Juan Carlos Hidalgo es Coordinador de Proyectos para América Latina del Cato Institute.

La guerra verbal entre Colombia y Venezuela comenzó nuevamente hace un par de semanas entre revelaciones de que el Presidente Hugo Chávez ha apoyado activamente las guerrilla marxista que ha tratado de derrocar al gobierno colombiano por más de 40 años. El jueves 15 de mayo la Interpol confirmó la autenticidad de los documentos que demuestran que Chávez les dio armas a las FARC, $300 millones en efectivo, y facilitó la transferencia de armas adicionales por el mar y el cielo venezolanos.

Los documentos fueron descubiertos por el ejército colombiano en una incursión a un campamento de las FARC en la frontera con Ecuador en Marzo del 2007, en varias computadoras portátiles pertenecientes al comandante de las FARC, Raúl Reyes, quien murió en el ataque.

En su nueva ofensiva contra Álvaro Uribe, Chávez trata de presentar al presidente colombiano como un político aislado que ya no goza más del apoyo internacional. Para fortuna de Chávez, su posición ha sido respaldada por los líderes demócratas en el congreso de los EE.UU., los cuales ya le habían dado un golpe severo a Uribe al retardar la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Colombia.

En su show semanal “Aló Presidente” de hace dos semanas, Chávez notificó que el gobierno de Uribe tiene una relación muy mala con sus vecinos y con EE.UU., “ya que ni siquiera le aprobaron el TLC”.

A pesar de que la Presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, asegura lo contrario, esta decisión es un serio retroceso para los esfuerzos del presidente Uribe por consolidar una democracia liberal en Colombia.

Tener a Uribe de vecino ha sido siempre una piedra en el zapato de Chávez. La relación entre los dos líderes se tornó amarga el pasado noviembre por una fallida mediación del presidente venezolano para liberar a docenas de rehenes que la guerrilla colombiana ha retenido por más de 5 años. Ambos líderes intercambiaron recriminaciones; Chávez por ejemplo calificó a Uribe de “triste peón del Imperio”.

La incursión colombiana en el lado ecuatoriano de la frontera en marzo de este año empeoró la situación. Venezuela se había convertido en una zona segura para las FARC y otros grupos terroristas. El International Narcotics Control Strategy Report del Departamento de Estado declaró en el 2006 que “Las organizaciones guerrilleras colombianas… se mueven por algunas zonas de Venezuela sin intervención alguna de las fuerzas de seguridad venezolanas”. En enero de este año, Chávez declaró que ante los ojos del gobierno venezolano, estas guerrillas eran “verdaderos ejércitos” con objetivos políticos legítimos.

Muchos analistas piensan que Chávez midió su último exabrupto contra Uribe para adelantarse a las conclusiones de la Interpol sobre los documentos de los computadores portátiles de las FARC. Pero Chávez tiene razón cuando dice que Uribe está corto de amigos en América Latina. Luego de la incursión en el campamento de Reyes, otros dos gobiernos populistas en la región —Ecuador y Nicaragua— también cortaron relaciones con Colombia, y los gobiernos de México, Chile, Brasil y Argentina, condenaron a Bogotá por violar la soberanía territorial del Ecuador durante la incursión.

En comentarios ante el Consejo de Relaciones Exteriores en octubre del 2007, el primer ministro canadiense Stephen Harper advirtió sobre las consecuencias de rechazar el Tratado de Libre Comercio: “Si EE.UU. le da la espalda a Colombia, esto nos retrasará más de lo que cualquier dictador latinoamericano lo podría hacer”.

Chávez claramente recibió la ayuda de los demócratas en su larga lucha contra la democracia colombiana.

Hasta ahora, EE.UU. ha sido el mejor amigo de Colombia en el hemisferio y el presidente Uribe ha invertido mucho de su capital político para lograr que se haga una realidad el Tratado de Libre Comercio con Washington. Chávez tiene razón al creer que el rechazo del acuerdo sería un golpe para el presidente colombiano, uno de los pocos aliados que EE.UU. tiene en la región. Como él se regocijó en su programa de televisión, Uribe va a terminar "sin el chivo ni el mecate".

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