por Swaminathan S. Anklesaria Aiyar
Swaminathan S. Anklesaria Aiyar es un académico titular del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
Los precios internacionales del arroz y del trigo se han duplicado o triplicado en los dos últimos años, pero la producción mundial de granos alcanzará un nuevo récord este año. ¿Cómo sucede, entonces, que millones de personas alrededor del mundo están cayendo en la pobreza e iniciando protestas por falta de alimentos? La respuesta no está en un alza desmesurada en la demanda mundial o en una caída marcada en la oferta mundial, pero en el hecho de que varios países han impuesto aranceles, cuotas y simples prohibiciones a las exportaciones agrícolas. Esto ha reducido la cantidad de granos disponibles para el comercio mundial.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) estimó que la producción mundial de cereales fue de 2.108 millones de toneladas en el 2007, y que llegará a un nuevo récord de 2.164 millones de toneladas en el 2008. La producción de arroz aumentará por 7,3 millones de toneladas y la de trigo por 41 millones de toneladas. El consumo mundial de cereales ha estado creciendo un poco más rápido (3%) que la producción (2%) por una década, por lo que los stocks globales han caído a 405 millones de toneladas. Pero esto no es un escenario desastroso y tampoco explica los precios altos.
En EE.UU., un quinto de la cosecha de maíz ha sido desviada hacia el etanol, y en Europa, parte del aceite vegetal ha sido desviado hacia el biodiesel. Estas políticas mal concebidas han provocado que los agricultores redirijan porciones considerables de sus hectáreas desde el trigo hacia el maíz, desde la soja hacia la semilla de colza, pero la producción mundial de trigo sin embargo ha aumentado de 596,5 millones de toneladas en el 2006 a un estimado de 647,3 millones de toneladas para el 2008. El etanol a base de maíz no puede explicar este aumento considerable en el precio del arroz ya que este crece en condiciones muy distintas.
Los biocombustibles causaron un alza inicial en los precios, lo cual derivó en el pánico, el proteccionismo en contra de las exportaciones y en la especulación en los mercados futuros de las commodities—y los segundos factores han aumentado los precios aún más. Para proteger a los consumidores domésticos de los precios internacionales altos, docenas de gobiernos han desalentado las exportaciones de arroz y trigo—principalmente Argentina, Brasil, Rusia, China, India, Ucrania, Vietnam, Camboya, Pakistán, Egipto e Indonesia.
Los controles a las exportaciones han reducido la cantidad de arroz y trigo disponible para el comercio mundial. La FAO estima que el comercio mundial de arroz caerá de 34,7 millones de toneladas en 2007 a 28,7 millones de toneladas en el 2008, y que el comercio de trigo caerá de 113 millones a 106 millones de toneladas. El comercio actual podría caer aún más, mientras que más países imponen controles a las exportaciones. Sin estas limitaciones, sería inconcebible que el comercio del grano se contraiga tan severamente luego de cosechas abundantes a nivel mundial.
Los países que limitan las exportaciones esperan reducir el almacenamiento, lo cual podría aumentar aún más los precios. India ha puesto límites por sobre los stocks que cada comercializadora puede mantener.
Pero los países que han impuesto controles a las exportaciones se han, de hecho, convertido en almacenadores, creando una escasez artificial en el mercado mundial y un precio mundial artificialmente alto. Los agricultores saben el precio al cual sus cultivos podrían venderse en el mercado mundial, así que demandan precios más altos en casa. Y así sucesivamente…
Esto tiene una similitud preocupante con la Gran Depresión, cuando muchos países recurrieron al proteccionismo en contra de las importaciones para proteger los trabajos en casa y simultáneamente devaluaron sus monedas para tratar de aumentar sus exportaciones. Aún así la Gran Depresión empeoró, gracias a lo que John Maynard Keynes tildó de la falacia de la composición.
Si solo un país recurre al proteccionismo en contra de las importaciones y la devaluación, puede que temporalmente aumente los trabajos. Pero si esto sucede a nivel global, las exportaciones de un país son las importaciones de otro. Si todos los países reducen sus importaciones, ellos terminarán tontamente reduciendo sus exportaciones también. Y la pérdida de trabajos empeorará.
Hoy, cada país quiere desalentar las exportaciones agrícolas y estimular las importaciones para reducir los precios. Pero si todos los países limitan las exportaciones, el resultado es un declive en las importaciones mundiales, entonces los precios aumentan en vez de caer.
Resolver el problema precisa una acción internacional coordinada. Luego de la Gran Depresión, la comunidad mundial creó el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio—el cual después se convirtió en la Organización Mundial del Comercio (OMC)—para negociar recortes simultáneos en las barreras a las importaciones por parte de los principales poderes comerciales. Este método coordinado acabó con los privilegiados de ese mercado mundial proteccionista, y gradualmente se ganó la aceptación de todos.
Las reglas de la OMC permiten limitaciones a las exportaciones de alimentos. En la Ronda de Doha de negociaciones comerciales, la OMC ha buscado reducir los subsidios agrícolas que han causado un exceso en la producción. Nunca anticipó que los controles a las exportaciones podrían crear escasez.
Los nuevos sucesos puede que mejoren los prospectos de la Ronda de Doha. Pero una acción ágil se requiere para lidiar con la creciente cantidad de personas que sufren de hambre. La OMC debería convocar un encuentro de emergencia para que los países reduzcan conjuntamente los controles a las exportaciones. Inclusive una concesión modesta podría beneficiar directamente al país exportador individual, ya que causaría que los precios mundiales caigan marcadamente, y por lo tanto reduciría las presiones hacia el alza en los precios locales.
La terrible ironía es que la producción mundial de granos alcanzará un nuevo récord en el 2008. La gente tiene hambre, y no es porque no haya suficiente alimento para todos.
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