Fannie y Freddie: de los avisos de Greenspan a la inacción del Congreso
Al ex presidente de la Fed, Alan Greenspan , se le pueden reprochar muchas cosas. Pero no se le puede culpar de todo. Y mucho menos, de no haber adelantado los problemas que ahora están padeciendo Fannie Mae y Freddie Mac. En este terreno, al menos, no debería ser sospechoso. Basta con leer, si no, el discurso que expuso en el Senado el 24 de febrero de 2004.
Al ex presidente de la Fed, Alan Greenspan , se le pueden reprochar muchas cosas. Sobre todo, que no mostrara una mayor contundencia en determinados momentos, como cuando advirtió de la existencia de una "exuberancia irracional" en las bolsas a finales de 1996, y sin embargo luego no hizo nada más para evitar la formación de la burbuja tecnológica.
O como cuando, en septiembre de 2005, aludió a que se estaba desarrollando el caldo de cultivo idóneo para que aflorara la "euforia humana", un aviso tras el que no reaccionó con unas subidas más intensas de los tipos de interés, que tal vez hubieran limitado los abusos que han conducido a la crisis actual. Pero no se le puede culpar de todo. Y mucho menos, de no haber adelantado los problemas que ahora están padeciendo Fannie Mae y Freddie Mac.
En este terreno, al menos, no debería ser sospechoso. Basta con leer, si no, el discurso que expuso en el Senado el 24 de febrero de 2004. En él, reclamaba un control más exhaustivo de ambas compañías. Si bien Greenspan no ocultaba la contribución de Fannie&Freddie a la hora de diversificar los riesgos hipotecarios y dotar de una mayor estabilidad al conjunto del sistema financiero norteamericano, también denunciaba el excesivo tamaño que estaban adquiriendo los títulos respaldados por créditos hipotecarios en sus balances.
Problema de grandes dimensiones
"La Reserva Federal está preocupada sobre el crecimiento y la magnitud de las carteras hipotecarias de Fannie y Freddie", aseguró.
Pero este temor no se fundamentaba sólo en la cantidad, sino en el modo en que ésta iba creciendo. En concreto, el ex presidente de la Fed recelaba de una circunstancia.
Como estas sociedades cuentan con el patrocinio del Congreso estadounidense, el mercado les concedía la misma calidad que a los títulos emitidos por el Tesoro, una circunstancia que les reportaba una doble ventaja: por un lado, se financiaban de forma más barata que sus competidores; y por otro, utilizaban el dinero que se ahorraban en ese proceso para hacer a sus clientes una oferta que sus rivales no podían igualar.
Es decir, eran ellas, y no el mercado, las que tenían la sartén por el mango, algo que consolidaba su posición de dominio y nutría su cuenta de resultados. "Nuestro sistema financiero sería más robusto si fuera el mercado el que estableciera los diferenciales de los riesgos de crédito, más que en el modelo actual, en el que los riesgos son acordados con Fannie y Freddie", señalaba Greenspan.
Por todo ello, "y para evitar posibles dificultades sistémicas en el futuro, es necesario adoptar medidas preventivas más pronto que tarde", concluía antes de solicitar al Congreso "la creación de un regulador, similar a los supervisores bancarios", que vigilara la fortaleza del capital de ambas sociedades.
Grupos de presión
Aunque en sus memorias, publicadas en 2007, Alan Greenspan valora los pasos que la Administración de George W. Bush dio en este apartado, también aporta la clave por la que no se hizo nada más: "Las empresas [Fannie&Freddie] tenían en nómina a lobbistas muy habilidosos y contaban con poderosos defensores en el Congreso".
En efecto, ambas firmas cuentan con padrinos de primer nivel. Y no es para menos, puesto que su actividad permite que los bancos se continúen lucrando con el negocio hipotecario, ya que pueden seguir concediendo préstamos porque saben que Fannie Mae y Freddie Mac se los comprarán, con el objeto de que sirvan de garantía para los títulos que emiten luego en el mercado.
El problema radica en que mientras Washington, que es donde se podía frenar la avaricia de estas sociedades, hacía la vista gorda, la deuda respaldada por ellas ha ascendido hasta los 5 billones de dólares -tres veces el PIB español-, una cantidad que pende ahora sobre EEUU como una espada de Damocles.
¿Y los mercados? ¿Cómo lo han tolerado? "Presuponen que el Tío Sam les sacará las castañas del fuego en caso de impago. Fannie y Freddie habían estado usando esa subvención para inflar sus beneficios y crecer", asegura Greenspan en su autobiografía. Lo más curioso es que los inversores estaban en lo cierto. El Tío Sam, después de no parar a tiempo los excesos de Fannie&Freddie, ha acudido al rescate. Peligroso precedente.
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