25 julio, 2008

La crisis financiera empuja al gobierno de EE.UU. hacia una mayor regulación empresarial

Por Bob Davis, Damian Paletta y Rebecca Smith

WASHINGTON—La crisis inmobiliaria y financiera que golpea a Estados Unidos está impulsando una nueva ola de regulación gubernamental sobre los negocios y la economía.

En una amplia variedad de temas, los gobiernos federal y estatales se están movilizando para lidiar con las consecuencias de colapsos de empresas, caídas de los precios de las viviendas, pérdidas de valor de hipotecas y altos precios de la energía.

Estos pasos constituyen un desafio mayor hacia el movimiento que favorece la desregulación que ha definido el gobierno de EE.UU. por buena parte de los últimos 25 años, desde la Revolución Reagan de los años 80. De hecho, algunos de los proponentes de un mayor papel supervisor del gobierno son herederos republicanos del ex presidente Ronald Reagan.

Justamente ayer, se debatió en el Congreso estadounidense si la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) debería regular a las empresas matrices de los bancos de inversión.

La Reserva Federal ya está intensificando su escrutinio de los bancos de inversión en Wall Street, implantando funcionarios dentro de las grandes firmas financieras y evaluando sus requerimientos de capital, después de adoptar la medida inusual de ofrecer miles de millones de dólares en préstamos de emergencia. La Fed también ha acordado prestar dinero a Fannie Mae y Freddie Mac, lo que le permite tener una mayor supervisión de los dos gigantes hipotecarios. Al mismo tiempo, las comisiones estatales de servicios públicos están recuperando el control que cedieron durante la desregulación.

El papel del gobierno en la economía está también en el centro de la campaña presidencial estadounidense. Los dos candidatos principales apoyan propuestas para crear comisiones nuevas al estilo de la Fed, para limitar la emisión de gases con efecto invernadero y decidir cómo gastar miles de millones de dólares en tecnología para el uso eficiente de la energía.

"Hay un rechazo al punto de vista relajado que cree que los mercados son maravillosos y creativos", dice el ex vicepresidente de la Fed, Alan Blinder, un demócrata. "Los mercados son creativos, pero a veces esa creatividad lleva a direcciones extrañas y peligrosas".

La opinión pública también está influyendo en la respuesta: por un margen de 53% a 42%, los estadounidenses quieren que el gobierno "haga más para resolver los problemas", según un sondeo de julio de Wall Street Journal/NBC News. Hace doce años, los entrevistados se opusieron a una acción gubernamental por un margen de dos a uno. Al mismo tiempo, según reporta la National Opinion Research Center (Centro Nacional de Investigación sobre Opinión Pública), la confianza en el Congreso está en su nivel más bajo desde que empezó a hacer la pregunta en 1973.

Existe la posibilidad de que el cambio sea temporal. Kevin Hassett, un economista conservador del Instituto de Empresa Estadounidense, dice que ha habido otras épocas en las que una era de un gobierno más activista parecía avecinarse, pero esto no ocurrió.

"Los críticos están insinuando que existen problemas fundamentales con las economías de bajo control gubernamental", dice Hassett. "Es sólo una insinuación". Incluso si el activismo está al alza, esto no significa un retroceso de décadas de desregulación de sectores empresariales, como el de las aerolíneas o el de telecomunicaciones. La relajación de controles ha reducido los costos de bienes y servicios en toda la economía. Además, el grado de cambio dependerá de quién ocupe la Casa Blanca en enero próximo.

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Barack Obama, el virtual candidato demócrata, ha hablado de un aumento significativo de impuestos para los estadounidenses acaudalados y un impuesto sobre ganancias extraordinarias para las compañías petroleras. Su rival republicano John McCain reduciría los impuestos para las corporaciones.

El mayor papel del gobierno está siendo impulsado en parte por la crisis del sector de viviendas. Los problemas que han enfrentado las instituciones financieras han requerido del tipo de intervención rápida y de gran escala que sólo la Fed puede proporcionar. Al mismo tiempo, el éxito de la Fed en años recientes en reducir la inflación y limitar la profundidad de las recesiones ha tenido el efecto secundario de fortalecer la reputación de las agencias gubernamentales. Esto está llevando a los políticos a tratar de usar ese modelo para resolver otros problemas.

El resultado general denota un gobierno más activista, pero uno que depende más de expertos no electos que de legisladores electos. En los próximos años, el gran debate será "dónde establecemos los límites entre el político y el tecnócrata", dice Blinder, el ex vicepresidente de la Fed.

Esta visión matizada se refleja en las propuestas de los candidatos presidenciales. Obama quiere aumentar el gasto en puentes, puertos, ferrocarriles y otras obras de infraestructura, pero se ha mostrado preocupado por la posibilidad de que los políticos repartan fondos siguiendo sus intereses políticos (algo que ha sido una preocupación constante de su oponente, McCain). Para aislar el gasto de la política, crearía un banco de US$6.000 millones moldeado en la Compañía de Seguros del Depósito Federal, que tiene cinco miembros cuyos mandatos están escalonados para tratar de asegurar su independencia política.

El senador McCain ha dicho que está dispuesto a un rescate gubernamental de General Motors Corp. si se ve amenazada con la quiebra y quiere dirigir fondos federales al desarrollo de baterías para automóviles y carros eléctricos.

Pero los críticos advierten que darles poder a los tecnócratas gubernamentales con frecuencia lleva al desastre. "Los mejores y más inteligentes" de las administraciones Kennedy y Johnson escalaron y perdieron la guerra de Vietnam.

Funcionarios federales y estatales todavía no han reconstruido Nueva Orleans y su área colindante tres años después del impacto del huracán Katrina.

La merecida reputación de la Fed como entidad independiente podría sufrir si se le otorga un rol regulatorio más amplio. Los críticos ya han amonestado a Greenspan por una regulación laxa de los bancos a su cargo. Añadirle aun más poderes situará a la Fed más directamente en el foco de atención del Congreso y la opinión pública y podría resultar en un conflicto de intereses. Si las condiciones económicas requieren restringir el flujo monetario, ¿dejaría la Fed de subir las tasas de interés para no perjudicar a los bancos que regula?

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