Los amigos de "derechos humanos" de las FARC
Por Mary Anastasia O'Grady
Mientras sale a la luz pública nueva información sobre la audaz operación del ejército colombiano para rescate a los rehenes de las FARC la semana pasada, hay un detalle que llama la atención. Al engañar a los rebeldes de las FARC para que pusieran los rehenes a bordo de un helicóptero, las fuerzas especiales encubiertas simplemente les dijeron a los comandantes que la aeronave había sido facilitada por un organismo no gubernamental ficticio llamado La Misión Internacional Humanitaria que simpatizaba con su causa.
El ejército colombiano pudo haber demorado años para infiltrar las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y debió haber sido difícil imitar a los rebeldes de manera convincente. Pero lo que parece haber sido muy fácil fue hacer que las Farc creyeran que una ONG estaba aportando recursos para ayudar al trabajo sucio de trasladar a los cautivos a un nuevo lugar.
Esto me hace recordar una declaración del presidente Álvaro Uribe en 2003 de que algunas organizaciones de "derechos humanos" en su país eran una fachada de los terroristas. El comentario molestó al senador de Connecticut Christopher Dodd, quien sermoneó al mandatario colombiano sobre "la importancia de los valores democráticos"
Como lo sugiere la historia del helicóptero, sin embargo, Uribe parece haber tenido la razón. ¿De qué otra forma se explica el hecho de que las Farc se tragaran el cuento sin siquiera pestañear?
Esto es importante porque se suma a la ya sólida evidencia de que las ONG izquierdistas y otros llamados defensores de los derechos humanos, incluyendo al presidente de Venezuela Hugo Chávez y a la senadora colombiana Piedad Córdoba, no son más que propagandistas de los terroristas.
Cuando las pasiones sobre la víctima del secuestro Ingrid Betancourt y otros rehenes estaban en su nivel máximo, estos actores presionaron a Uribe para que aceptara las exigencias de las Farc. Ahora está claro que estas presiones buscaban más el fortalecimiento de los rebeldes que la liberación de los cautivos.
Durante años la prioridad de las ONG de izquierda ha sido minar la credibilidad del gobierno colombiano. Un informe interno de 2003 de la embajada de Estados Unidos en Bogotá titulado "una mirada de cerca a las estadísticas de derechos humanos" confirmó esto. Encontró que el análisis de las ONG del ambiente de derechos humanos —como el del jesuita Centro de Investigación y Educación popular conocido como Cinep—contenía un marcado sesgo contra el gobierno mientras eludía a las guerrillas.
Desde finales de los noventa, la práctica de las ONG de llevar los militares a los tribunales bajo acusaciones de violaciones a los derechos humanos ha destruido las carreras de algunos de los mejores oficiales del país, aunque la mayoría de estos hombres resultaron inocentes después de años de investigaciones. La guerra judicial resultó ser especialmente efectiva porque bajo la legislación promovida por el senador de Vermont Patrick Leahy, las acusaciones "creíbles" contra oficiales ponían en riesgo la ayuda militar de EE.UU. a menos que el acusado fuera separado de su cargo. Las ONG sabían que solo tenían que apuntar con el dedo para deshacerse de un líder efectivo. Al tomar esto en cuenta, no es de extrañar que las Farc pensaran que un helicóptero de una ONG fuera algo perfectamente natural.
En cuanto a Chávez, los documentos obtenidos durante el ataque de Colombia al campamento de las Farc en Ecuador mostraron que como "mediador" en las negociaciones de rehenes desde el año pasado, estuvo asesorando a los rebeldes sobre cómo aprovechar el uso de los rehenes para avanzar en su revolución.
A finales del año pasado, Chávez y las Farc tramaron un audaz plan en el que el venezolano tomaría una "prueba de vida" de Betancourt para llevársela al presidente francés Nicolas Sarkozy en París, donde la situación de Betancourt era una causa célebre. Los rebeldes escribieron que Chávez estaba seguro de que la presión de Francia por las negociaciones iba a llevar al presidente Bush a "ordenarle a Uribe que permitiera una reunión" entre Chávez y los rebeldes en territorio colombiano, algo a lo que Uribe se había negado. Los rebeldes informaron que Chávez estaba "super motivado" porque veía el encuentro como un golpe de relaciones públicas que le daría a él y las Farc un renombre continental y mundial.
El plan fracasó, pero Chávez tenía otras cartas bajo su manga. Una involucraba a la senadora Córdoba, quien actualmente está bajo investigación de la Fiscalía de Colombia por sus nexos con las Farc. Ella aparece como figura prominente en los documentos capturados de los rebeldes y es notoriamente cercana a Chávez.
Ella se reunió en el palacio presidencial venezolano con líderes de las Farc el año pasado. De esa reunión los rebeldes informaron que "Piedad dice que Chávez está enloqueciendo a Uribe. El no sabe qué hacer. Que Nancy Pelosi ayuda y que está lista para ayudar en el intercambio [rehenes a cambio de guerrilleros capturados]. Que ella ha designado [al congresista de EEUU. Jim] McGovern para esto."
Si la presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU. estuvo colaborando con Córdoba en este plan, su juicio estaba más que un poco equivocado. Los rebeldes escriben que en un viaje a Argentina Córdoba les dijo "no me importa la propuesta que Sarkozy ha hecho para liberar a Ingrid. Por encima de todo, no liberen a Ingrid". En síntesis, ¿Por qué dejar ir una pieza tan útil?
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