11 julio, 2008

Por el camino de la irrealidad

Mark Steyn

Un falso mesías más en la historia de la humanidad

Cuando la máscara de Obama cae y realiza sus desechables observaciones sobre beneficios de la sanidad, se tiene una visión de primera mano de lo limitado del mundo en el que ha pasado su vida adulta. Pero las candidaturas políticas tienen que ver con música más que con letra.

Si usted se detiene a leer un discurso de Barack Obama, observará que, al margen de los clichés usuales de somos los que hemos estado esperando como remedio narcisista, y el Washington debe rescatar a la gente, no hundirla, casi todo lo que dice son, bueno, chorradas.

No me refiero a los momentos en los que se deja llevar y anuncia que su Administración "detendrá la importación de todos los juguetes procedentes de China". Sucede que no es una política que no cuente con mi apoyo. Más del 80% de los juguetes americanos están fabricados en la República Popular y, mientras que podría ser apropiado teniendo en cuenta el tufo a coacción totalitaria que desprende Barney el Dinosaurio, no puedo decir que me sienta completamente cómodo procurando a la inocencia norteamericana productos fabricados por los carniceros de Tiananmen. Para empezar, llegada la Guerra Chino-Americana, Pekín tendrá la quinta columna definitiva dentro de Occidente: los infantes de la nación, resentidos por ver vista recortada la duración de sus Elmos y sus Bob Esponjas, se descolgarán por las tuberías al caer la noche con máscaras de jockey y volarán las estaciones eléctricas para precipitar el día de la liberación.

Pero olvide eso. Obama no habla en serio. Peor que la demagogia traída al pelo son algunos de los lapsus accidentales del Senador acerca de su visión del mundo. Por ejemplo: "Las farmacéuticas, no van a prescindir fácilmente de sus beneficios en lo referente a la sanidad".

Bueno, vaya, qué razonables son. Pero exigir que prescindan de sus beneficios "fácilmente" es muy fácil, para él. Hasta que escribió su reciente éxito, el concepto de "beneficio" era completamente teórico en la vida del Senador Obama. En palabras de su esposa, los Obama "abandonaron el sector privado de América, que es en gran medida lo que os pedimos que hagáis los jóvenes. No vayáis al sector privado." De manera que Barack no lo hizo. En su lugar se convirtió en "organizador de la comunidad", sea eso lo que sea. Se mire por donde se mire, es un puesto de trabajo sin el cual la mayor parte de los colectivos parecen capaces de funcionar. No supondría ninguna diferencia para la vida de esta gran República si cada "organizador de la comunidad" de cada uno de los 48 fuera trasladado a un atolón de la Antártida. Por otra parte, si las farmacéuticas de América ya no tuvieran beneficios, ello supondría una gran diferencia.

Sobre el papel, Barack Obama se aproxima tanto a sonar como el más tarado marxista universitario como cualquier otro candidato importante del partido. Pero, como digo, eso es cuando se leen sus palabras, sobre el papel. Cuando se le escucha, es un sereno barítono que haría sonar el "¿Quiere patatas de guarnición?" como un cambio en el que se puede creer, todo es estupendamente razonable, moderado, homogéneamente modulado.

Pensaba en la Técnica Obama mientras veía en la televisión a Jeremiah Wright. El religioso de la casa en la campaña de Obama saltó a los titulares con una media docena de entretenidos lemas. El Senador se vio obligado a anunciar que, lamentablemente, no se encontraba en el templo el domingo del Dios maldiga a América, ni el domingo de la conspiración del sida para matar a los negros, ni el servicio religioso del Estados Unidos provocó el 11 de Septiembre, y la curiosa elección de consejero espiritual ofrecía de los defensores de Obama la reflexiva respuesta de que sus declaraciones estaban siendo "sacadas de contexto".

De manera que el Reverendo Wright puso el contexto. Se fue a la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color, y al Club Nacional de la Prensa, y a la CNN y compañía, para explicar que sus discursos en directo bajo barrocos errores de cobertura informativa estaban haciendo un favor a su chico Barack. El Reverendo sí manifestó impresiones verbales de los Kennedy y manifestó ritmos de aprendizaje diferentes entre blancos y negros, y atribuyó esto a diferencias genéticas: los negros tienen "cerebros del hemisferio derecho" genéticos, y los blancos tienen "cerebros del hemisferio izquierdo" genéticos. Los negros tienen una vibrante tradición oral que se remonta a las tribus africanas, que en realidad fueron los primeros intérpretes hip-hop, mientras Mozart escribía sus propias sinfonías sobre papel manuscrito, lo cual está muy bien pero, hagámonos a la idea, el pelucón maquillado no tenía la más remota noción de ritmo.

Estoy parafraseando, pero no mucho.

Subrayando cada salida de tono del Reverendo Wright estaba la premisa de que estos rasgos son inherentes a nosotros mismos, y ninguna cantidad de cultura o educación puede disolverlos. Presumiblemente ninguna cantidad de dinero público ni discriminación positiva laboral a favor de los negros puede deshacerlos tampoco, aunque el Reverendo no llegó a tratar ese punto.

Si un hombre blanco hubiera aparecido en la televisión nacional y pronunciado los discursos que pronunció Wright, su vida pública habría terminado de golpe, y también la de cualquier hombre lo bastante imbécil para pasar 20 años en compañía suya, casarse por obra y gracia suya, y confiarle a él la formación religiosa de sus hijos.

Como es el caso, la cultura de los blanquitos también es rica en tradición oral - Homero, por ejemplo, por no mencionar los cuentos infantiles medievales aún conocidos por muchos a principios del siglo XXI. Por supuesto, el hombre blanco se imaginó entonces que el dinero estaba en poner las cosas por escrito y contratar a un abogado para hacer valer los derechos de reproducción. Pero la idea de que los artistas negros están biológicamente condicionados por su "tradición oral" a ser el gánster callejero medio desquiciado que se pasea por el vertedero de atrás le habría parecido absurda, digamos, a Scott Joplin. Duke Ellington tiene más en común con Ravel que con Snoop Dogg.

La mejor refutación de las tesis de Wright es su protegido. Si Obama hubiera continuado la tradición vernácula de su pastor, tendría cifras de popularidad de un solo dígito. Creo que el Senador está evolucionando en figura trágica -- un hombre que nace libre de las amarguras de la experiencia afroamericana, y que por elección se sumerge en el tóxico contenedor del neo-segregacionismo.

Cuando la máscara de Obama cae y realiza sus desechables observaciones sobre beneficios de la sanidad, se tiene una visión de primera mano de lo limitado del mundo en el que ha pasado su vida adulta. Pero las candidaturas políticas tienen que ver con música más que con letra.

Y, en cuanto abre la boca para cantar, el barítono Obama es tranquilizador y somnífero, y el acompañamiento hermosamente orquestado. Tonalmente, es el Nat “King” Cole de los candidatos políticos -- lo cual sugiere que al menos conoce las limitaciones de las demenciales teorías raciales del Reverendo Wright en materia de autenticidad vernacular.

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