23 julio, 2008

Una compañía francesa saca un millonario provecho del programa antiemisiones de la ONU

Con plantas en Corea y Brasil, Rhodia ganará US$1.000 millones destruyendo óxido de nitrógeno

Por Charles Forelle

En una fábrica de cuatro pisos en Onsan, Corea del Sur, Rhodia SA produce cientos de toneladas al día de ácido adípico, un ingrediente del nylon.

Pero lo que realmente le supone ganancias es lo que no fabrica.

La compañía de químicos francesa ganará más de US$1.000 millones en los próximos siete años por destruir óxido de nitrógeno, un gas de efecto invernadero. El año pasado, la destrucción de óxido de nitrógeno en Onsan y en una planta en Brasil le generó US$300 millones. Es el negocio más rentable de Rhodia en todo el mundo.

El gas tóxico se traduce en dinero gracias a un programa de las Naciones Unidas para reducir el calentamiento global. Bajo este sistema, los que contaminan en países ricos pagan por el privilegio de seguir emitiendo gases de efecto invernadero, sobre todo dióxido de carbono. Ese dinero debe fluir a países más pobres para desarrollar tecnología menos contaminante.

El ejemplo de Rhodia muestra que incluso una gran compañía occidental puede obtener ganancias del programa de comercialización de créditos de carbono. Tan sólo la fábrica de Rhodia en Onsan generará más dinero a través del programa de Naciones Unidas que todos los proyectos de reducción de polución actualmente en el continente africano.

Los críticos del sistema de la ONU dicen que permitir que las economías en crecimiento vendan créditos a Occidente reduce el incentivo para que los países industrializados corten voluntariamente sus emisiones. Manda un mensaje "que es exactamente lo contrario...", dice David Victor, un profesor de la Universidad de Stanford que estudia políticas ambientales.

Rhodia señala que el proceso tiene la aprobación de las autoridades en Corea del Sur y de la ONU. El proyecto impide que decenas de miles de toneladas de óxido de nitrógeno — un gas cuyo efecto invernadero es 310 veces más potente que el del dióxido de carbono— fluya a la atmósfera, dice la compañía.

[Carbon]

Philippe Rosier, presidente de la división de servicios energéticos de Rhodia, dice que la compañía ha prometido reducir voluntariamente en 30% su emisión de gases en Francia respecto a sus niveles de 1990 de aquí a 2010. La compañía dice que sus iniciativas en todo el mundo eliminan el equivalente a 37 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono al año y que no recibe compensación por más de la mitad de esas reducciones.

La ONU defiende su programa de intercambio de créditos de carbono, diciendo que ayuda a los países industrializados a cumplir con su obligación de reducir emisiones. Por lo que se refiere a los grandes ingresos que esto supone para compañías como Rhodia, Conor Barry, funcionario en el secretariado ambiental de la ONU, dice que lo que le importa a la organización es que cualquier reducción de emisiones es adicional, es decir, que no se hubiera registrado sin el estímulo financiero del programa.

Rhodia puede pedir créditos por eliminar contaminantes en su planta de Onsan gracias a las negociaciones sobre el clima de 1990 que categorizan a Corea del Sur como "país en vías de desarrollo". Bajo el acuerdo internacional conocido como el Protocolo de Kioto, las naciones en desarrollo no tienen que reducir sus emisiones de gases con efecto invernadero, pero reciben una buena bonificación si lo hacen: cada tonelada de emisiones eliminada recibe un crédito que se puede vender a través del programa de la ONU. Los países ricos (la mayoría de los cuales están en la obligación de recortar sus emisiones bajo el tratado de Kioto) pueden comprar los créditos en lugar de "limpiar" lo que emiten sus chimeneas.

En la actualidad, la designación de Corea del Sur como país en desarrollo parece anticuada. El país es un gigante industrial y el Producto Interno Bruto per capita es de US$20.000, parecido al de Portugal, considerada una economía "desarrollada" por Kioto.

El músculo industrial de Corea del Sur, sumado a su estatus de "país en desarrollo", significa que puede generar muchas ganancias eliminando contaminantes. Eso ha transformado al país en una central de ventas de los créditos de carbono. Corea del Sur ha recibido alrededor de 18% de los créditos emitidos en todo el mundo.

Los coreanos dicen que las normas son las normas y que ya fueron acordadas. "El protocolo de Kioto es un acuerdo multilateral. Es imposible hacer de Corea una excepción", dice Jung Jaesoo, quien lidera una firma consultora que asesora a empresas sobre cómo conseguir los créditos.

Corea del Sur es uno de los mayores emisores de créditos de carbono en el mundo, detrás sólo de China e India, dos naciones más pobres cuyo PIB per cápita es de US$2.500 y US$1.000, respectivamente.

La experiencia de Corea del Sur ha hecho que buscadores de créditos de carbono como Jung rastreen otros países en Asia, incluyendo Tailandia y Vietnam, en busca de reducciones fáciles.

"Es un buen negocio, porque el mundo occidental está desesperado por comprar créditos", dice Michael Henning, quien trabaja en Corea del Sur para una firma de corretaje alemana y ayudó a negociar un acuerdo para vender créditos a una fábrica de fertilizante.

Los críticos cuestionan la lógica de pagarle a Rhodia cientos de millones para instalar un sistema de control de polución que cuesta sólo US$15 millones.

Muchos expertos esperan que Corea del Sur sea reclasificada como un "país desarrollado" en 2012, cuando el protocolo de Kioto expire. Eso significa una urgencia añadida para que las compañías consigan créditos ahora.

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