Argentina recompra su propia deuda pública para calmar a los inversionistas
Por Matt Moffett
BUENOS AIRES—Argentina anunció ayer un plan para recomprar parte de su deuda y provocó así la recuperación en el precio de sus activos financieros, después de la venta masiva de títulos de la semana pasada. A pesar de que la intervención oficial alegró a los mercados, los economistas mantienen su escepticismo sobre las políticas económicas populistas de la presidenta Cristina Kirchner, que han disparado la inflación, erosionado la solidez fiscal del gobierno y alienado al sector agropecuario, el motor de la economía. El pesimismo se reflejó en la decisión de Standard & Poor's de reducir la calificación de la deuda del país en moneda local y extranjera de largo plazo de B+ a B.
Un breve comunicado del Ministerio de Economía informó ayer que el Banco de la Nación Argentina, de propiedad estatal, recomprará bonos argentinos en los próximos 18 meses, gracias a "la robustez de las cuentas públicas". El comunicado no especificaba el tamaño de las compras de bonos, calculadas por la prensa argentina en US$250 millones para esta semana y US$1.000 millones para lo que resta del año.
La noticias de la recompra impulsaron ayer el precio de los bonos, después de un declive de más de 10% la semana pasada. Las acciones, sin embargo, siguieron cayendo: el índice Merval perdió otro 3,8%, que se suma al 5,7% cedido la semana pasada. También bajó ayer el índice de riesgo de la deuda argentina, aunque sólo después de subir el viernes al nivel que tenía en marzo de 2001, nueve meses antes de que el país declarara la mayor cesación de pagos de deuda soberana de la historia.
Los inversionistas estaban complacidos de que el gobierno finalmente tomara alguna acción para frenar el desplome del mercado. Pero muchos de ellos quieren cambios más profundos en la política económica argentina, especialmente en la forma de combatir la inflación.
Nadie cree que Argentina esté al borde de un nuevo colapso financiero. El país mantiene superávits presupuestarios y comerciales y reservas de US$47.000 millones. Pero los inversionistas están cada vez más preocupados por la inflación, la cual el gobierno, según los economistas del sector privado, ha querido barrer debajo de la alfombra al reformar la metodología y el personal en la agencia nacional de estadísticas. Los economistas calculan que la inflación en Argentina está entre 2,5 y tres veces por encima del índice oficial de alrededor del 10%.
Las esperanzas de los inversionistas de ver cambios en la política económica aumentaron el mes pasado cuando el Senado abortó un plan del gobierno para aumentar los impuestos a la exportación de soya. De todas maneras, los cambios desde entonces han sido cosméticos. El más importante ha sido la renuncia del Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien estaba en contra de la dureza con la que el gobierno negoció con los agricultores opuestos al aumento de los aranceles. El nuevo Jefe de Gabinete, Sergio Massa, de 36 años, ha buscado revertir el declive en la popularidad de la presidenta Kirchner con una postura más abierta con la prensa y el público.
Para ello, Kirchner ofreció a principios de mes la primera conferencia de prensa de su mandato, que comenzó hace ocho meses. El mensaje fue familiar: "Volvería a hacer todas y cada una de las cosas que hice", dijo. Kirchner defendió los impuestos a la soya y dijo que no habría más cambios en el gabinete.
Más importante fue su defensa del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, líder de una fracasada estrategia para combatir la inflación basada en controles de precios, subsidios para mantener los precios artificialmente bajos y controles a la exportación.
Pese a la resistencia de Kirchner, hay nubarrones. El superávit fiscal se está reduciendo, en parte por los subsidios gubernamentales para mantener bajos los precios de la energía, el transporte y los alimentos. Los subsidios representarán cerca del 3,5% del PIB de este año, el doble que en 2006, según la consultora EcoLatina.
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