22 agosto, 2008

Cuba, educación en crisis

por Oscar Espinoza Chepe

Oscar Espinoza Chepe es economista y periodista cubano independiente. Espinoza Chepe reside en Cuba.

Desde hace años, gran parte de la población muestra preocupación por el proceso involutivo de la educación, provocada en gran parte por la crisis generalizada que afronta la sociedad. Recientemente se han publicado planteamientos efectuados en la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular que denotan la seria magnitud de los problemas que afronta el sector.

Se ha conocido que persisten la falta de maestros y grandes deficiencias pedagógicas de los jóvenes preparados en cursos emergentes para asumir la profesión. La presidenta de la Asociación de Pedagogos de Cuba, Nidia González, explicó que "a los jóvenes maestros les falta capacitación y experiencia, y en algunos casos carecen de la adecuada comunicación con sus estudiantes para garantizar la disciplina correcta". También se informó que más del 50% de los profesores de la enseñanza secundaria básica están en proceso de formación y en la ciudad de La Habana sólo el 19% es titulado. Este panorama se complica cuando se conocen las formas de enseñanza utilizadas desde hace años, consistentes en que estos jóvenes inexpertos deben impartir varias asignaturas, sin especialización por materia, lo cual ha redundado en la caída vertiginosa de la calidad de la enseñanza. En la capital, la plantilla está integrada por miles de maestros emergentes procedentes de otras provincias, muchos sin vocación profesional, pero estimulados por llegar a una urbe, donde, a pesar de las dificultades existentes, las condiciones de vida son superiores a las del interior del país, y muy especialmente a las de las provincias orientales.

En la reunión resumen del Curso 2007-2008, también se analizaron los serias deficiencias en la educación cubana, como la insuficiente cobertura y superación de los maestros, la falta de calidad de las clases, el incumplimiento de los reglamentos escolares, problemas relacionados con la orientación vocacional y la necesidad de profundizar en los conocimientos de la historia de Cuba.

La nueva titular de Educación, Ena Elsa Velásquez, señaló entre los males del curso recién concluido y los desafíos para el próximo, el déficit de 8.192 docentes; los más de 21.000 estudiantes de preuniversitarios y politécnicos que dejaron de graduarse en el último ciclo; la insuficiente preparación de los profesores generales integrales, que incide en la calidad de las clases y los niveles de conocimientos de los alumnos; problemas de ortografía, caligrafía y geometría; y las indisciplinas en los centros internos.

En estas condiciones resulta evidente el retroceso que experimenta la educación cubana; fenómeno altamente peligroso para las generaciones presentes y futuras teniendo en cuenta la alta competitividad presente en el mundo actual, reto que no puede enfrentarse mediante engañosas cifras estadísticas, sino con una responsable y exigente educación de calidad para propiciar verdaderos conocimientos en los jóvenes.

Ahora el General Raúl Castro aprobó el Decreto-Ley 260 sobre el tratamiento laboral y salarial a maestros y profesores jubilados, con el cual procura mejorar las condiciones económicas de estas personas para estimularlas a regresar a las aulas. En la medida en que se logre ese objetivo, pudiera mejorar en alguna medida la calidad de la docencia en el próximo curso escolar. Pero la completa solución a la crisis educacional sólo podrá hallarse a través de una reestructuración integral de la sociedad cubana en un marco de libertad y respeto a los derechos humanos.

En los próximos meses se verá si los profesores y maestros retirados estarán suficientemente estimulados para retornar a las aulas a cobrar la pensión y el salario correspondiente, cuando es conocido que muchos están impartiendo clases y repasos en sus hogares con ingresos superiores a los que obtendrían mediante la solución procurada por el gobierno, y sin las insoportables presiones políticas y administrativas sufridas habitualmente por el personal docente en funciones. Paralelamente, habría que conferirle una condición especial a los maestros y profesores jubilados que deseen incorporarse a la enseñanza oficial, que los excluya del concepto de integralidad, o sea de la obligación de impartir diversidad de asignaturas para lo cual no están preparados, aunque sí lo son en sus especialidades tradicionales. Aunque la mejor opción sería que totalmente se eliminara, o por lo menos fuera limitado, el fracasado concepto del Profesor General Integral que tanto daño ha causado.

Una opción que podría ayudar a la educación cubana considerablemente sería la estimulación para que muchas personas preparadas como profesores y que hoy trabajan en actividades burocráticas, a veces innecesarias, regresaran a la docencia. Raúl Castro en su toma de posesión como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros anunció una radical transformación del aparato administrativo para hacerlo más eficiente. Podrí a ser una gran oportunidad para captar maestros y profesores, quienes se sentirí an más realizados mediante el ejercicio de una actividad tan estimulante como impartir conocimientos.

Por otra parte, deberá comprenderse que la educación es una valiosa inversión para el futuro, que requiere mucho trabajo y recursos. Este capital debe ser utilizado convenientemente, así como actualizado para que continúe siendo efectivo y no pierda su valor. En Cuba desde hace tiempo esto no se realiza y, junto al proceso de descapitalización material, ha existido una gran descapitalización de los recursos humanos.

El General Raúl Castro en la Asamblea Nacional el pasado 11 de junio puso el ejemplo de los ingenieros agrónomos que en su inmensa mayoría no trabajan en la agricultura. Igual podría decirse de los 195.988 graduados universitarios en pedagogía existentes según el Censo de 2002, último efectuado, o de los 78.848 técnicos de nivel medio en la rama, para posiblemente uno de los índices de profesores y maestros por habitante más altos en el mundo. Mientras, paradójicamente, las aulas carecen de maestros y profesores, y quienes imparten clases no están siempre adecuadamente preparados.

Las autoridades cubanas deberían dejar de criticar la fuga de cerebros hacia el exterior, fenómeno realmente negativo, y preocuparse más por la correcta utilización de los graduados universitarios (712.672 en total, según el censo del 2002) así como planificar la cantidad a formar, de acuerdo a las necesidades reales y los recursos disponibles. La forma como se ha manejado la educación cubana con fines propagandísticos, debe terminar. No se hace nada con graduar cientos de miles de especialistas de nivel superior para subutilizarlos y llevarlos a la frustración, desviándose recursos y esfuerzos necesarios para la formación de obreros calificados y técnicos medios indispensables para el desarrollo del país.

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