31 agosto, 2008


ECONOMIA Y POLITICA DEL SIGLO XXI (Primera parte)

Ricardo Valenzuela


El Siglo XXI ha iniciado acompañado de una serie de lecciones para el manejo económico político de los países en este tercer milenio. La desintegración de la Unión Soviética y del bloque comunista de Europa Oriental, la depresión que envolvió a Japón por más de 10 años, la transformación de China al capitalismo, el saboteo constante y total del programa para llevar a México hacia una economía abierta y democrática, la consolidación del mercado común europeo, la globalización del mercado de capitales, la creencia de algunos economistas y analistas de banqueta de que el FMI y el Banco Mundial son promotores del capitalismo democrático, SIENDO SUS PEORES ENEMIGOS, todas son señales que muy profundamente tenemos que analizar.


En este nuevo milenio las tecnologías están arribando a mercados más amplios y mucho más rápido. En los EU el plazo desde la primera demostración de una nueva tecnología y después el uso de la misma de por lo menos un cuarto de la población, fue de 55 años para el automóvil, 26 para la televisión, 13 años para el teléfono celular y 7 para el internet. Otro elemento que va a caracterizar al siglo XXI es eso, la velocidad de los acontecimientos, de los conocimientos, de la información, de la toma de decisiones. El mercado de capitales en el espacio cibernético, está ya a disposición del mundo y lo están aprovechando los que tienen la información.


Nos encontramos en estos momentos ante el inicio de una nueva revolución industrial, la cuarta, pero esta será basada en la dramática reducción en el costo de almacenamiento, el reciclaje, procesamiento y transmisión de la información a la que tenemos acceso y la cual ha sido posible obtener gracias a la tecnología digital. En esta cuarta revolución industrial, la tercera ola, el poder será transferido a los propietarios de la información y con ella acumularán el capital y el poder político, pero esa información estará al alcance de todos, es decir, el poder será administrado democráticamente para todos, cuando menos para los que quieran hacer el esfuerzo, dar la onza extra, participar.


En el lugar de trabajo, las organizaciones se harán mucho más delgadas y por lo mismo más ágiles y productivas. El Internet y otras redes de organizaciones especiales, van a reducir el número de mandos medios y posiciones gerenciales. Por algún tiempo, tal vez por una generación, los ingresos y la influencia de los especialistas en computación se incrementarán dramáticamente. Cada día más empleados se moverán y circularán en el espacio cibernético, mas tratos de negocios se cerrarán en ese mismo espacio. Las organizaciones también cada día subcontratarán más tareas en otros países y los productos de las mismas se trasmitirán a través del espacio cibernético..


Una de las viejas reglas cobrará aun más importancia: Información es poder, para individuos actuando solos y también para aquellos que son parte de las organizaciones. A medida de que mas información se siga generando y haciendo disponible, repito, prácticamente para todos, las ineficiencias y los fracasos serán expuestos de una forma mucho más rápida, en los negocios, en actividades sociales, en la política. Esto será el fin de las excusas, el mercado laboral será mucho más competitivo y sobre todo productivo, el capital humano se estará apreciando permanentemente.


El efecto más importante en los mercados de estas nuevas tendencias, será la reducción de agentes intermediarios: agentes inmobiliarios, de seguros, agentes de bolsa y comercio en general. Los vendedores encontrarán nuevos caminos para comunicarse directamente con los compradores potenciales sin que alguien más actúe como el enlace. Los consumidores hallarán nuevas fórmulas para llevar a cabo sus compras, como explorando el Internet para después pedir cotizaciones e iniciar una negociación electrónica. Esto nos llevará a lograr precios más uniformes y sobre todo más bajos, porque se estará reduciendo el costo de ventas y de inventarios, la inflación pasará a ser parte de la historia. La eliminación del efecto de la distancia en los costos de comunicación, definitivamente acelerará la globalización del comercio y de la política.


Las fronteras económicas desaparecerán totalmente, la competencia será feroz y a nivel mundial, en todas las áreas, en todas las actividades, en todas las regiones del mundo. Los compradores y vendedores de todo tipo de productos y servicio se encontrarán en el espacio cibernético sin importar credo, raza, nacionalidad, continente. Las constructoras Italianas estarán presentando sus ofertas en México, los Bancos Alemanes estarán operando en Pekín, los money manager de los EU licitarán en Chile, los agricultores mexicanos vendiendo sus productos en Europa, los capitales internacionales estarán invadiendo los países sin que los gobiernos “nacionalistas” lo puedan evitar. Los proveedores de información serán los ganadores en este nuevo escenario en el que no habrá lugar para los ineptos, por más apoyo gubernamental que traigan a la mesa.


Los obsoletos gobiernos resistirán estas tendencias. El rasgo distintivo de ellos ha sido el monopolio del derecho legal de coerción en algún espacio definido. Pero el obvio y dominante efecto político de la tecnología digital, puesto que reduce el papel económico del espacio, será la reducción del poder y monopolio de los gobiernos para regular y sofocar con sus impuestos. Cada día será más difícil para los gobiernos el regular, auditar, y sobre todo, el poder utilizar sus poderes para establecer sus esclavizantes impuestos que en muchos casos han sido el origen de los grandes fracasos económicos de multitud de países sobre todo en la post guerra, la época dorada de Keynes y sus discípulos.


La política tendrá un enfrentamiento con el moderno capitalismo del Siglo XXI. El éxito de cualquier sistema económico dependerá de cargas impositivas razonables, regulación transparente y limitada, un esquema monetario estable y sobre todo, un esquema legal que no sea discriminatorio. Sin embargo, el capitalismo en gran parte depende de un agente efectivo que lo proteja de los depredadores internos y externos. Esa debería ser la función de un buen gobierno, el proteger vida, libertad, propiedad y contratos de sus gobernados. El reto histórico ha sido el evitar que el gobierno se convierta en ese depredador utilizando sus poderes, por lo mismo, la política será también mucho más competitiva, los políticos realmente tendrán que vender sus programas, sus ideas, sus visiones sin demagogia y sin mentiras.

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