24 agosto, 2008

REFLEXIONES LIBERTARIAS
MÁS GUERRA CONTRA LA POBREZA
Ricardo Valenzuela

Hace unos meses fui invitado a una reunión promovida por la prestigiosa Yorktown University para discutir el problema de la pobreza mundial y, más importante, los distintos enfoques para aliviarla y finalmente desterrarla sobre la faz de la tierra. Al final de la sesión una de los participantes preguntó qué acciones concretas estaba tomando la universidad para tender esa amorosa mano a los pobres. En esos momentos surgía en mi mente una interrogante complementaria. ¿Por qué esta persona no se plantaba la pregunta de forma diferente? como, ¿qué voy a hacer yo para aliviar este flagelo?

No creo que haya nadie -- progresista o conservador, socialista o liberal, ateo o cristiano -- creyendo que la pobreza es algo bueno o que no quisiera ver derrotado tal flagelo. Las diferencias de opinión emergen cuando la conversación pasa a las estrategias. Los progresistas tienden a preferir programas gubernamentales que utilizan los impuestos -- dinero que es expropiado al pueblo a base de coacción y coerción -- para financiar batallones de burócratas y diversos programas públicos anti pobreza. Es tal esa fuerza, que le diera vida al famoso Public Choice de Buchanan para demostrar cómo los burócratas se mueven por interés personal. Los liberales prefieren, y la mayor parte de los conservadores tienden a preferir, iniciativas del sector privado que están financiadas mediante donaciones voluntarias.

Los progresistas están satisfechos dando dinero a esta causa o aquella o a la de más allá, mientras sea el dinero de otras personas. Yo llamo a esto "la tentación progresista". Los conservadores y los liberales son más dados a reconocer que tienen una responsabilidad personal para con donar libremente tiempo o dinero para trabajar en favor del objetivo deseado. Existe una enorme diferencia entre obligar a los demás a lo que tú piensas que es importante y hacer buenas obras por ti mismo.

Los cristianos que resultan ser progresistas políticos, son aficionados a citar versos de las escrituras que exhortan a los fieles a realizar obras de caridad. En realidad, hay muchos versos entonando la misma canción, y realmente dicen lo que dicen. Pero lo que los progresistas no ven invariablemente, es que la Biblia en ninguna parte dice que es deber del cristiano obligar a los demás a hacer obras de caridad; en su lugar, se espera que los propios cristianos realicen esas obras. En la Biblia no hay caridad a distancia. La verdadera caridad procede del impulso espiritual interior, no de la compulsión política externa. Esa es la diferencia esencial entre el César y Cristo. El enfoque progresista sobre la pobreza también se evidencia como problemático en su mentalidad anti-capitalista y anti-empresarial.

Los “progresistas” se califican a sí mismos de ser los buenos por iniciar programas gubernamentales para ayudar a los seres humanos de medios modestos, al tiempo que desprecian a los empresarios como seres egoístas y no tan morales [como ellos], en la búsqueda egoísta y moralmente inferior de beneficios. Éste es un juicio indebidamente miope y desvirtuado de los empresarios; en realidad, es espectacularmente ignorante y perversamente injusto. A una persona puede no gustarle el vaivén diario de empresas o empresarios individuales que se comportan de manera abusiva, están completamente justificados en verse repelidos por ciertas conductas ilegales. Sin embargo, existe un dato histórico vital que los progresistas anti-empresa generalmente pasan voluntariamente por alto: el papel de los negocios en la reducción de la pobreza.

A lo largo de la mayor parte de la historia de la humanidad, las masas de seres humanos han sido desgraciadamente pobres. Solamente en los últimos siglos grandes cifras de personas han salido de la pobreza. ¿Cuál ha sido el agente de un cambio tan fundamental? Las empresas que buscan beneficios. Durante los primeros 1,800 años posteriores a la avenida de Jesucristo, el ingreso per cápita de los europeos permaneció en una constante de $1,000 dólares a valores actuales, es decir, el mundo fue masivamente pobre. La empresa, en su significado moderno, nació sólo hace poco más de cien años.

Desde los albores de la Revolución Industrial, las empresas han rescatado a más gente de la pobreza que todas las iglesias, organizaciones de caridad y programas gubernamentales (nacionales o multilaterales -- como el Banco Mundial) juntos. Al final del siglo XIX ya en medio de la revolución industrial, ese ingreso se había disparado hasta $10,000 dólares, es decir, en menos de cien años aumentó lo que no lo hiciera en los 1,800 anteriores. Solo tenemos que asomarnos a la historia de Gran Bretaña, Estados Unidos, Japón, Hong Kong, Singapur, Chile, Corea del Sur y ahora China y la India. Dondequiera que usted mire, el estándar de vida se eleva allí donde se permite que los negocios florezcan.

En una ocasión se le preguntaba al prestigiado filósofo liberal David Kelly ¿Quién ha hecho más por socorrer a la humanidad, JP Morgan o la Madre Teresa? Sin vacilaciones Kelly responde: “por supuesto que JP Morgan. Para que haya repartidores de riqueza, primero deben de existir sus creadores. Es decir, sin personajes como JP Morgan, la madre Teresa jamás hubiera existido. Hay personajes que se pasan la vida repartiendo riqueza pero ellos nunca la han creado” ¿Te suena familiar AMLO?

De modo que, ¿Qué está haciendo la Yorktown University por socorrer a los necesitados? Directamente nada. Después de todo, es una institución universitaria no una organización de caridad. La Yorktown University estaría engañando a sus clientes si les cobrase por una educación de alto nivel y después desviara una parte de las matrículas a programas no educativos.

La mayor parte de los centros y programas que emergen de esta universidad, defienden y promueve enérgicamente el sistema de libre empresa que es la clave para reducir la pobreza en la tierra. Forma a sus miembros y estudiantes en materia de temas acuciantes como la pobreza con el fin de que estén dotados para tomar decisiones formadas y provechosas a la hora de tratar esos problemas.

Inculca valores cristianos, tales como la compasión y caridad hacia el prójimo, e insta a los estudiantes a encontrar sus propias maneras individuales de expresar esa atención. Pero lo más importante de sus programas, es el objetivo para diferenciar el “ganar dinero con el crear valor,” conceptos completamente diferentes y muy seguido en conflicto. En respuesta a la pregunta de la joven, yo diría, "la Yorktown University está haciendo todo lo que se puede esperar que razonablemente haga, enriquecer mentes y prepararlas para la creación de riqueza”.

Ahora miremos el espejo y preguntemos si se puede decir lo mismo de nosotros. Y cuidado con la tentación progresista estilo Marcelo Ebrard, Hugo Chávez, Evo Morales y demás monos en el zoológico.


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