07 agosto, 2008

Una gigantesca aldea global contra el sida

MEXICO

Un grupo de indios pintados como payasos invitan con tamborileos a bailar y un alegre transexual nepalés se suma con rítmicos movimientos de caderas mientras varias africanas los acompañan con palmadas. Podría parecer sólo una animada fiesta multicultural más, pero el motivo es agridulce: una conferencia mundial del sida.

El escenario es la Aldea Global, una actividad paralela a la XVII Conferencia Internacional del Sida, donde a la devastadora pandemia se le hace frente con un sinfín de expresiones artísticas que dan un lúdico respiro a los 22,000 asistentes a la reunión, en la que se conocen los avances en la lucha contra la enfermedad pero de la que no saldrá la cura.

Rapeando, cinco camboyanos de entre 15 y 25 años que conforman el grupo Korsang, muestran con imágenes y música su aportación para prevenir el sida en un país donde el ``70 por ciento de la población es pobre''.

''Seguiremos luchando para prevenir el VIH-Sida'', concluye una de sus canciones que animan al público, que observa de fondo fotos de camboyanos infectados por inyecciones de heroína.

Esta es una de las formas de contagio más criminalizadas y por lo tanto cada vez más comunes, según se ha concluido en las sesiones de la conferencia.

Torsue y sus compañeros de Korsang, apoyados por una ONG, llevan rapeando su mensaje de prevención a ''picaderos'' y las zonas más marginadas de Camboya, aunque saben a su corta edad que la erradicación mundial del padecimiento no está cercana.

''Con mensajes como el nuestro es posible detenerlo, pero no del todo'', comenta al término de su ovacionada presentación.

Muestras de fotos, documentales, talleres de manualidades, ópera, guapango, mini obras de teatro, muñecas de papel maché que representan a las prostitutas tailandesas que no pudieron viajar a México y hasta cortes de pelo gratuitos sirven para transmitir el lema de la reunión mundial: acceso global a tratamiento, cuidado y prevención para detener el virus que a 27 años de surgido ha matado a 25 millones de personas.

''Verme siempre positivo es muy negativo'', dice un joven a su padre que lo evade leyendo un periódico en el cartón de un caricaturista mexicano, Alarcón, instalado en el espacio donde un grupo de teatro mexicano intenta concientizar al público a través de personajes de diferentes religiones, que en su mayoría se oponen al uso del condón, sobre la prevención del mal, y que en la reunión padecen unas 2,000 personas.

''¡Cómo no voy a estar delgada...tengo sida!'', dice entre carcajadas una joven pobre del interior de México, Mercedes, plasmando la contagiosa algarabía de la Aldea Global, en respuesta a otra mujer que le halaga el cuerpo al salir del Centro Banamex, un enorme complejo donde se lleva a cabo la cumbre mundial y en el que se intenta al menos hacer más digna y liviana la vida para los portadores.

Pero incluso en este espacio, donde la tolerancia y el respeto inundan los pasillos con sonrisas y modales ejemplares, se reproduce una pequeña muestra de la marginación y prejuicios que sufren los enfermos de sida, cuando en una de las puertas de la Aldea Global un anglosajón de unos 30 años se limpia en soledad la sangre que le sale de una inesperada y pequeña cortada en la mano.

''Ahorita lo atiendo, estoy buscando una venda'', le comenta uno de los cientos de voluntarios de la reunión cuando el anglosajón lo ve pasar de largo y evasivo por segunda ocasión sin la ayuda necesaria ante el ''sospechoso y temeroso'' fluido sanguíneo que se detiene él sólo a base de presión con una servilleta.

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