07 agosto, 2008

Wall Street 'saluda al sol' para responder a las turbulencias

Por Cassell Bryant-Low

Dos veces a la semana, el gestor de fondos de cobertura Michael Karsch se embarca en una actividad que muchos profesionales no se atreverían a practicar: cambia sus computadoras por un tapete de yoga, pantalones de gimnasia y unos saludos al sol.

Karsch forma parte de un grupo creciente de banqueros, corredores y gestores de capital que, en época de turbulencia en los mercados, están acudiendo a la milenaria práctica india del yoga en busca de paz interior.

Con el yoga, se aprende a "dar un paso atrás, respirar y mantenerse concentrado", dice Karsch, de Karsch Capital Management LP, un fondo que gestiona aproximadamente US$3.000 millones.

Los estudios de yoga y profesores particulares en Londres y Nueva York dicen que han registrado un alza en la demanda por parte de profesionales de las finanzas. Pacific Investment Management, D.E. Shaw & Co. y Karsch están entre las firmas que ofrecen clases a sus empleados.

Tanto Paul Tudor Jones como William Gross, dos gestores multimillonarios de fondos, practican Ashtanga, una modalidad más dinámica del yoga. Gross, que fundó Pimco, practica yoga cinco días a la semana y dice que algunas de sus mejores ideas se le han ocurrido mientras hace el sirsasana, una posición en la que la persona está invertida sobre la cabeza apoyándose sobre los antebrazos.

Cerca de un tercio de los 33 empleados de Karsch participa de las clases semanales de yoga en las oficinas de la firma en el piso 26 de un edificio en Manhattan. Aun así, Karsch trata de mantener la compostura durante las clases en el trabajo, así que no se quita los calcetines y se salta algunas posiciones. "Aún siento que hacer una vertical en la oficina es poco apropiado", comenta.

Karsch, de 40 años, empezó a practicar yoga hace tres años siguiendo la recomendación de otro gestor de fondos de cobertura, John Griffin, fundador de Blue Ridge Capital LLC, en Nueva York. Blue Ridge Capital también ofrece clases de yoga en su sede.

D.E. Shaw, un fondo de cobertura que gestiona US$39.000 millones y es conocido por usar complejos modelos computacionales, empezó recientemente a ofrecer clases de yoga de una hora en sus oficinas de Nueva York. Cerca de 80 empleados se han inscrito a las sesiones, las cuales se volvieron tan populares que muchos se quedan sin plaza. "Hay una demanda increíble", dice la portavoz de la firma Darcy Bradbury.

En Pimco, Gross ha animado a otros ejecutivos a empezar la práctica y la empresa realiza sesiones de yoga matutinas durante las conferencias con clientes y retiros corporativos.

El sector se adapta

La industria del yoga, muchas veces asociada a hippies y vegetarianos, se está adaptando a los nuevos tiempos para cortejar a clientes más acaudalados. Los retiros de yoga, que ofrecen clases intensivas de varias horas de duración, en lugares como Malibu, en California, están atrayendo cada vez a más profesionales de Wall Street.

El yoga incorpora ejercicios de estiramiento y equilibrio que ayudan a aumentar la fuerza y la flexibilidad, y a la vez se concentra en una respiración firme para tranquilizar la mente. Un principio clave, especialmente relevante para los ejecutivos de Wall Street, es valorar más el proceso de trabajo en lugar de las recompensas que resultan de ello.

Las finanzas son "la antítesis de lo que el yoga representa en términos de la paz interior", dice Claire Missingham, instructora de yoga en Londres. Pero la profesora, cuyos alumnos incluyen banqueros y gestores de fondos, dice que la práctica puede ser altamente beneficiosa para ese sector.

"El yoga enseña a una persona a aceptar sus miedos y a cultivar la paciencia".

Sólo en Estados Unidos, la industria del yoga mueve unos US$5.700 millones al año, según Yoga Journal, una revista del grupo californiano Active Interest Media Inc. La cifra incluye clases, venta de equipos, vacaciones y revistas.

Andrew Goldfarb, cofundador de la firma de capital de riesgo Globespan Capital Partners LLC, en Boston, también ha adoptado el yoga para contrarrestar las tensiones de su trabajo.

Diariamente al final de la jornada dedica media hora a ejercicios de estiramiento y otras posturas de yoga para relajarse. Antes de una reunión tensa, respira profundamente, lo que le aporta "un nivel de ecuanimidad", dice el gestor de 40 años.

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