Argentina: Dos realidades y un acto final
por Roberto Cachanosky
Roberto Cachanosky es Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE, y Columnista de temas económicos en el diario La Nación (Argentina).
Mientras el Gobierno vive en su propio mundo paralelo y la sociedad enfrenta una cotidianeidad totalmente diferente, los problemas se agudizan.
Para el Gobierno, la situación económica marcha muy bien y solo existen algunos problemas menores derivados del crecimiento, por lo tanto, el modelo no requiere de cambios sino de una profundización.
Para el común de los mortales que no viven en una burbuja y enfrentan la economía de todos los días, se encuentran con que cada vez le alcanza menos la plata para llegar a fin de mes, mientras que los empresarios de la mayoría de los sectores no saben para dónde ir. Están paralizados frente a la incertidumbre que viven cuando no entrando en pánico ante los nubarrones que ven en el horizonte.
El contraste es muy claro. Mientras el INDEC anuncia fuertes aumentos en la actividad de la construcción, una tradicional jornada sobre la actividad inmobiliaria tuvo que ser suspendida por falta de horizonte en el negocio inmobiliario y de la construcción. Bajo el actual contexto inflacionario, nadie puede estimar cuáles serán los costos finales de una obra y con qué situación se encontrará dentro de 18 meses cuando la finalice. El resultado es que se paralizan los proyectos.
Pero el Gobierno dice que no hay inflación. La cuenta es muy sencilla para advertir que los números del INDEC nada tienen que ver con la realidad.
Tomemos la recaudación del IVA bruto, es decir sin reintegros. En el primer semestre de este año la recaudación del IVA aumentó el 37,5% respecto al primer semestre del año pasado. Como se sabe, el IVA es el impuesto al valor agregado. Ahora bien, también sabemos que el PIB es el valor agregado en la economía dentro de un año. En consecuencia, la recaudación del IVA tendría que evolucionar en forma similar al PIB si no hubiese inflación y la tasa de evasión no se modifica.
El EMAE (Estimador Mensual de la Actividad Económica) es un índice que elabora el INDEC y anticipa la evolución del PIB. Según nos cuenta el INDEC, en el primer semestre de este año el EMAE aumentó el 8,1% respecto al primer semestre del año pasado. En otras palabras, el valor agregado aumentó en ese porcentaje. Aún considerando lo inflado del dato del EMAE, surge una pregunta muy elemental: ¿cómo se explica el aumento del IVA del 37,5% contra un aumento del valor agregado del 8,1% que informa el INDEC? Respuesta: salvo que uno crea que la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) ha logrado un extraordinario combate contra la evasión, la diferencia es pura inflación. En otras palabras, cómo mínimo estamos en presencia de una inflación anual cercana al 27%, y si le agregamos un par de puntitos más por el dibujo del INDEC en el EMAE, estamos cerca del 30% anual. Estas tasas de inflación son bastantes consistentes con la expansión monetaria anual que venía llevando a cabo el BCRA (Banco Central de la República de Argentina): 26% en el 2007 y 21% en el promedio de los primeros 6 meses de este año (se redujo gracias a la fuga de capitales, confirmando mi teoría de que este modelo cierra con fuga de capitales). Teniendo en cuenta la caída en la demanda de moneda ante las expectativas inflacionarias crecientes de la población (la gente se desprende más rápido de los pesos antes que los precios vuelvan a subir), no nos alejamos mucho de una tasa de inflación real que puede oscilar entre el 25 y el 30 por ciento anual.
Si todos, salvo el Gobierno, estamos de acuerdo en que la tasa de inflación verdadera es sustancialmente mayor a la que informa el INDEC, no es cierta la afirmación del Ministro del Interior, Florencio Randazzo, de que el Gobierno está cumpliendo con todos sus compromisos económicos. La realidad es que no están cumpliendo porque es un secreto a voces que el dibujado IPC no es otra cosa que el incumplimiento de la deuda ajustada por CER (Coeficiente de Estabilización de Referencia) y que si el IPC reflejara la verdadera inflación, la deuda ya le hubiese estallado en la cara al Gobierno, de la misma forma que la tasas de pobreza e indigencia estarían demostrando que el modelo de inclusión social que pregona el Gobierno ha sido un manifiesto fracaso.
A diferencia de lo que sostiene Randazzo, la economía está haciendo agua por todos lados y, encima, el Gobierno tiene problemas políticos por todos lados. A las valijas de Antonini Wilson se le suma, ahora, los aportes a la campaña del Frente Para la Victoria de personas ligadas al narcotráfico y una más que dudosa propuesta de privatización de Aerolíneas Argentinas. Como se ve, el gobierno de Cristina Fernández parece tener una incontenible inclinación por meterse en problemas políticos. Empezó su mandato con las valijas bolivarianas. Siguió con una larga pelea con el campo de la cual terminó derrotada en toda la línea de batalla. Se calmó el tema del campo y surge la cuestión de Aerolíneas Argentinas. Y no termina de resolverse este problema que aparece la cuestión del dinero del narcotráfico y la campaña electoral. Realmente un programa de gobierno un tanto insólito.
Mientras tanto, nos quieren hacer creer que todo anda de maravillas mediante conferencias de prensa armadas para no decir nada y declaraciones de ministros que no se les mueve un pelo al momento de describir una realidad que solo existe en la mente del matrimonio gobernante y sus escasos subordinados.
El Gobierno va rumbo a la tormenta perfecta. Por un lado sigue paralizado frente a los crecientes problemas económicos y, por el otro, le van saltando casos de corrupción como el de las valijas y el del dinero del narcotráfico en el financiamiento de las elecciones, mientras el campo entra de nuevo en ebullición.
Una vez más tengo que insistir. O se compraron el mundo de fantasía que nos quieren vender o están haciendo todo lo posible para victimizarse y evitar hacerse cargo del descalabro que se avecina.
En síntesis, tenemos dos realidades, la del Gobierno y la que vivimos cada uno de nosotros todos los días. Pero, frente a esas dos realidades, aparece como cierto un solo final.
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