Cómo Goldman convenció a Buffett y consiguió US$5.000 millones
Por Susan Pulliam, Kate Kelly y Matthew Karnitschnig
Durante seis meses, mientras la crisis de crédito se deterioraba, el inversionista multimillonario Warren Buffett le cerró la puerta a una fila de firmas de Wall Street que acudieron a él, sombrero en mano, en busca de fondos.
El martes, Buffett relata que estaba sentado en su despacho en Omaha, Nebraska, con los pies sobre el escritorio disfrutando de una Coca-Cola Cherry y unas nueces, cuando recibió una llamada inusualmente osada de un banquero de inversión de Goldman Sachs. Díganos qué clase de inversión estaría dispuesto a hacer en Goldman, insistió, y la firma intentará estructurar un acuerdo.
La llamada de Byron Trott, quien ha tratado con Buffett durante años, puso en marcha una rápida sucesión de acontecimientos. Al cabo de unas horas, Goldman anunció que Berkshire Hathaway Inc., el holding de inversiones de Buffett, invertiría US$5.000 millones en Goldman, una decisión que muchos interpretaron como un voto de confianza en la capacidad de recuperación del vapuleado sistema financiero estadounidense.
El acuerdo relámpago subraya la intensa presión que recae sobre Goldman, considerada como una de las firmas más sólidas de Wall Street. Durante un lapso de 10 días este mes (en que Fannie Mae y Freddie Mac acabaron en manos del gobierno, Lehman Brothers Holdings Inc. se acogió a la bancarrota y la aseguradora American International Group tuvo que ser rescatada), la acción de Goldman se precipitó un 36%, víctima de los temores de los inversionistas de que no tendría capital suficiente para sobrevivir. Esto llevó a que Goldman solicitara el domingo la aprobación del gobierno para convertirse en un banco tradicional, poniendo punto final a sus 139 años de historia como una firma de valores.
Ayer, Goldman anunció que había completado una emisión independiente de US$5.000 millones en acciones, el doble de la emisión anunciada el martes. Su acción dio un salto de US$7,95 para cerrar en US$133 en la Bolsa de Nueva York, pese a que aún se mantiene muy por debajo de su récord de los últimos doce meses de más de US$250 la unidad. La colocación significa que la participación de los accionistas de Goldman se diluirá en un 20%.
La decisión de Buffett de invertir en Goldman habla a las claras sobre cuál es su perspectiva sobre la crisis financiera. Como mínimo, el inversionista cree que Goldman será un sobreviviente, aunque sus ganancias podrían verse golpeadas mientras la empresa se adapta a su nuevo estatus como un banco tradicional que asume menos riesgos y es más regulado.
En una entrevista telefónica, Buffett dijo ayer que cree que el plan de rescate propuesto por el gobierno será aprobado por el Congreso y que tendrá éxito.
Si el Congreso no aprueba el plan, vaticina Buffett, puede pasar cualquier cosa. Su inversión en Goldman "recibirá un castigo fenomenal, al igual que el resto de nuestras inversiones", manifestó.
Cuando la crisis de crédito empezó a cobrar víctimas, Goldman surgió como una de las empresas menos involucradas. De hecho, la firma no ha registrado ninguna pérdida trimestral desde que empezaron las turbulencias. De todos modos, pasó de ser un posible salvador del mundo financiero a uno de los salvados.
Goldman también falló al no prever lo seria y duradera que sería la crisis. En abril, su presidente ejecutivo, Lloyd Blankfein, dijo: "Estamos más cerca del final que del principio". En junio, su director financiero secundó esta opinión. Incluso la semana pasada, cuando Goldman reportó sus peores resultados trimestrales desde que empezó a cotizar en bolsa en 1999, los ejecutivos le restaron importancia a la idea de que Goldman no sobreviviría a la tormenta sin tomar medidas radicales.
Durante meses, Buffett ignoró los llamados de otrora prestigiosas firmas de Wall Street que solicitaban su participación en distintos proyectos de rescate.
La primera gran propuesta llegó el sábado 15 de marzo. Bear Stearns estaba tambaleándose después de que numerosos clientes habían retirado miles de millones de dólares de la firma de valores. Los reguladores federales buscaban desesperadamente un comprador antes de que los mercados asiáticos abrieran al día siguiente.
Buffett recibió una llamada a las 4:30 de la tarde de ese sábado de una firma de inversiones que trataba de reunir a inversionistas interesados en comprar al gigante financiero. "'Le llamo sobre Bear Stearns', empezó diciendo", recuerda Buffett. "'¿Debo continuar?'"
Entonces Buffett dice que pensó: "Es como cuando una mujer se quita casi toda la ropa y pregunta '¿Debo seguir?'". "Aunque uno no sea más que un eunuco de 90 años, por supuesto la deja continuar". Pero Buffett se mantuvo al margen. Bear Stearns fue vendido a J.P. Morgan Chase al día siguiente a través de una precipitada fusión.
Trott, el banquero de Goldman, ya se había acercado a Buffett en otras ocasiones para ofrecerle una inversión en Goldman. "Pero sus ofertas me habían sonado como las demás", recuerda Buffett.
La diferencia llegó el martes. Goldman puso la pelota en la cancha de Buffett. El inversionista cuenta: "No vi ni un libro. Me limité a juzgar. Ese es mi negocio". La calidad del equipo de gestión de Goldman y la marca de la compañía lo convencieron, aseveró. Buffett tampoco insistió en un contrato complicado de condiciones. En su lugar, pasó 15 minutos con David Viniar, el director financiero de Goldman, cambiando algunos puntos del acuerdo. "Me preguntaron sobre esto y aquello. Sonaba justo", concluyó.
Para cuando los mercados cerraban en Nueva York, Trott estaba sellando el acuerdo con una llamada a Buffett. El pacto fue anunciado públicamente con un comunicado oficial poco antes de las 6 de la tarde. Un poco después, Blankfein llamó a Buffett. "Hablamos durante cinco minutos", cuenta Buffett. El inversionista dejó su oficina a las 7. A las 10:30 ya estaba durmiendo.
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