25 septiembre, 2008

La crisis financiera augura una caída de la influencia de EE.UU.

Por Jason Dean en Beijing, Marcus Walker en Berlín, John Lyons en
São Paulo y Chip Cummins en Dubai

Las turbulencias del sector financiero amenazan con socavar el respaldo al dólar entre los inversionistas, perjudicar los esfuerzos de Estados Unidos para liberalizar más sectores de la economía e intensificar la competencia de bancos y mercados financieros de otros países que buscan expandir su influencia global.

En país tras país, la reacción a los colapsos financieros y los rescates del gobierno en las últimas semanas es cuestionar el liderazgo económico de EE.UU. y revisar políticas que se apegan al modelo estadounidense.

En América Latina, la crisis financiera constituye una victoria retórica para políticos que defienden una mayor injerencia estatal en la economía y que insisten que las panaceas neoliberales de Washington se encuentran en el centro de la persistente desigualdad en los ingresos de la región.

De Venezuela a Ecuador y Argentina, los electores han respaldado a líderes que apoyan una intervención directa en los mercados por medio de una variedad de políticas poco ortodoxas, incluyendo controles de precios, la nacionalización de industrias y, en algunos casos, la renuencia a pagar deudas. Los defensores de esta tendencia casi asumen el poder en México y Perú en 2006. Los economistas señalan que la crisis probablemente tendrá un efecto más nocivo sobre países como Venezuela y Argentina que Brasil y Chile, que se han ceñido a las recetas del libre mercado.

En un mundo más entrelazado que nunca económica y financieramente, los problemas parecen haber sembrado más dudas sobre el sistema estadounidense que cualquier otra crisis en las últimas décadas. Eso le ha dado munición a los detractores de Washington y ha debilitado a quienes comparten la preferencia de EE.UU. por el capitalismo.

Los legisladores de Corea del Sur, por ejemplo, están reevaluando los planes para desregular la industria financiera. La canciller alemana, Angela Merkel, realizó una enérgica defensa de la ley que le otorga al Estado el poder de vetar una adquisición de Volkswagen AG, la mayor automotriz europea. Asimismo, la campaña de EE.UU. para lograr que China deje que el mercado fije el valor de su moneda podría caer en oídos sordos, según analistas.

"La credibilidad de EE.UU. ha salido muy mal parada y su capacidad para sermonear a otros países en materia económica se ha perdido para siempre", señaló Christopher Wood, estratega de la corredora bursátil CLSA Asia-Pacific en una nota enviada a sus clientes.

La propuesta del gobierno del presidente George W. Bush de gastar US$700.000 millones para adquirir valores tóxicos de bancos estadounidenses ya ha mermado la confianza en el dólar entre los inversionistas que sienten que el plan podría aumentar los ya altos niveles de endeudamiento de EE.UU. Tal preocupación podría debilitar aún más el estatus del dólar como la divisa dominante en el mundo.

A medida que mengua la confianza en el liderazgo estadounidense, China y otros países con grandes reservas en dólares podrían considerar el traslado de más activos a otras divisas. Xu Xiaonian, profesor de la Escuela de Negocios Internacionales China Europa, en Shanghai (CEIBS, por su sigla en inglés), proyecta que el dólar se volverá "más y más débil, pase lo que pase".

Mientras tanto, Rusia y otros países han expresado su preocupación sobre el dominio del dólar en las reservas mundiales. "Toda la economía mundial no puede depender de sólo una prensa", señaló recientemente el primer ministro ruso, Vladimir Putin. Buena parte de los US$600.000 millones de reservas rusas están invertidas en activos en dólares.

La magnitud de las repercusiones dependerá de la duración y la gravedad de la actual crisis. Una recuperación rápida podría restaurar algo de fe en la adaptabilidad del sistema estadounidense.

La crisis, sin embargo, podría menoscabar el respaldo a las prioridades internacionales de EE.UU., como expandir el acceso de las compañías financieras estadounidenses a los mercados internacionales y abogar por una mayor desregulación en Europa. "El modelo estadounidense antes tenía poco atractivo para Europa", dijo Nina Hauer, legisladora socialdemócrata del parlamento alemán. "Ahora ha perdido su atractivo por completo".

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Los problemas de EE.UU. también podrían contribuir a una reconfiguración de las finanzas globales.

La conmoción actual, por ejemplo, podría acelerar el cambio hacia una arquitectura financiera más difusa, donde las capitales regionales jueguen un rol más importante y dependan menos de las decisiones que se tomen en los centros financieros de Nueva York y Londres.

Los grandes bancos occidentales han estado enviando altos ejecutivos a Asia y Medio Oriente, ansiosos por hacer negocios con economías que aún siguen creciendo con rapidez.

No son sólo centros de negocios establecidos, como Hong Kong y Singapur, sino nuevos lugares como Shanghai, Mumbai y Dubai, en especial, los que están atrayendo a los mejores talentos de Occidente.

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